No se en que momento de mi vida me entró la manía de capturar datos. Puede ser que fuera en la playa cuando jugaba a contar cuantos botes era capaz de darle solo a la pelotita con la pala o puede ser que fuera contando el numero de escalones de cada estación de metro. Si, se que es absurdo, pero es lo que hay, cada uno viene con sus taras genéticas y a mi me ha tocado la de ir contando cosas.
4 minutos con 17 segundos es el tiempo que tarda el tren en cruzar el puente sobre el Tay desde Dundee camino de Edimburgo. Como dicen que es el puente para trenes mas grande de Europa, me ha parecido interesante el saber cuanto tiempo tarda en cruzarse. Para un futuro, puedo ir a dejar el dato a algún colegio de la ciudad y con un par de datillos extra que me saque de por ahí ya tienen para hacer el examen final de física de este año.
Después de esta breve introducción y de comentaros el que me estoy dando cuenta de que en esta ciudad me crecen más rápido las uñas que en Madrid, quería contar nuestra primera excursión. Cansados de patearnos Dundee toda la semana, hemos decidido cambiar un poco de aires e ir a de una vuelta a Edimburgo. Creíamos que el ir allí en tren era algo más agradable, pero las 27£ que cuesta el billete de ida y vuelta lo han hecho algo doloroso. Aun así el viaje merece la pena. Es como estar viendo un episodio de Oliver y Benji a tiempo real, porque durante los 90 minutos que dura el trayecto se ve a ambos lados una alfombra verde que se pierde hasta el infinito (toma y cágate con mi faceta de poeta).
No recordaba que Edimburgo tuviera tantas tiendas ni que las rebajas fueran en seas fechas, pero Marta se ha encargado de recordarme ambas cosas muy eficientemente. Después de andar como 5 millas en tiendas en las escasas 900 yardas que tiene la calle (ahora vais, y lo convetís), de ver un espectáculo de música en la calle y de tomarnos unas pintas acompañadas de platos grasientos, hemos tomado el camino de regreso sabiendo que la próxima vez volveremos en coche, que es mas barato. Aun así, la verdad es que se agradece dejar la gran ciudad y volver aquí. Se está más tranquilo y no hay tanto guiri histérico dando vueltas y haciendo fotos como si no hubiera mañana. Cada día nos vamos haciendo mas a la ciudad. Todavía me falta conocer sus fuentes. A ver si mañana nos dan una alegría y podemos ir a bañarnos a alguna de ellas. Por soñar…

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