El pasado domingo sacamos a relucir el lado más rastrero y competitivo del ser humano. Una vez más quedó demostrado que da igual de que punta del globo provengas, cuando hay dinero de por medio te vuelves un canibal. Y da igual que el dinero sea de mentira, los billetes del Monopoly generan ansiedad y un poco de agresividad.

Mis compañeros del labo me regalaron el Monopoly por mi cumpleaños. Y no se trata de un Monopoly cualquiera, no, sino que se trata de la genuina y exclusiva «Dundee Edition». Ya llevaba tiempo intentando organizar una quedadilla para poder estrenarlo y quitarme el gusanillo de poder pasar a tener en propiedad Albert St o Victoria St por aquello del valor sentimental, el Discovery Point o el Dundee Law por intentar potenciar el turismo de la ciudad aunque sea en un juego, el estadio del Dundee United por lo de sentirme un auténtico dundonian o los puentes, la estación y el aeropuerto por tener el placer de dominarlos a todos y someterlos a las tienieblas para poder quedar incomunicados como si de un apocalipsis zombie se tratara (sin llamar a Gandalf, que eso es trampa y siempre quiere dormir en un hotel).

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Así que ahí nos juntamos, en torno a un vino, unas cervezas y una tortilla  para celebrar la noche St.Patricks en amor y compañía. Y si de sobra es conocido eso de que una partida de Monoply nunca se termina…olvidadlo. Antes de haber dado dos vueltas al tablero la gente ya se estaba hipotecando, estafando al contrario, destruyendo sus relaciones sentimentales por una casa o jugando con artimañas sucias para no salir de la carcel. Total, que en cuenstión de hora y media estaba el juego más que finiquitado. Debbie y Bob se habían hecho con Dundee entero. No se que irán a hacer de ahora en adelante con ésta nuestra ciudad, pero seguro que algo bueno no puede salir de esa combinación. Al menos pasamos una noche muy divertida.

Y ahora, voy a ir dando un avance de lo que más que probablemente será la siguiente entrada. Este fin de semana es el congreso anual del College of Life Sciences (usease, donde trabajamos), y nos vamos desde el viernes a Crieff a culturizarnos y dialogar en este «peculiar» paraje: http://www.crieffhydro.com/leisure.aspx

Como uno de los días hay cena de gala, no se nos ha ocurrido mejor idea que ir caracterizados de buen escocés, así que esta mañana hemos ido en busca de un Kilt. Un momento muy jocoso ha sido cuando la señora de la tienda nos ha tenido que tomar las medidas debido a nuestra cara de pez ante preguntas como la talla de la camisa o del cuello. Es en esos momentos cuando te  acuerdas de que le debías haber preguntado a tu madre por esos datos antes de irte de casa. Pero ese detalle pasa a convertirse en una mera anécdota cuando en el momento de probarme el chaleco la expresión de la mujer ha sido: «God, Franco would be proud of you» («Dios, Franco estaría orgulloso de tí»). Ojiplático, patidifuso me he quedado. ¡Pero señora! ¿Cuántos dundonian he de conocer hasta que encuentre uno que deje de sorprenderme?

No voy a adelantar más detalles, simplemente el fin de semana promete. Al menos promete tener muchas fotos. Por fin podré utilizar aquello de que pone en la cabecera del blog: ¡¡¡con kilt y a lo loco!!!

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