Hoy, al igual que Labordeta hizo con los chorizos,  volvemos a casa con una experiencia más en la mochila. Hoy hemos ido a ver nuestro primer partido de fútbol en directo en Dundee, y este no ha sido ni más ni menos que  el clásico de la ciudad: Dundee UnitedDundee FC. Es por eso que estando aún con la emoción del partido no he querido dejar pasar la entrada de hoy mientras canturreo el himno del United –mi equipo a la fuerza– que me recuerda algo a la canción de The Foundations, build me up buttercup. Aunque puede que esto sea sólo producto de mi imaginación…

2014-09-24 09.42.21

Dundee tiene dos equipos en la primera división escocesa. El Dundee FC es el equipo más antiguo de la ciudad y el Dundee United fue fundado más tarde por inmigrantes irlandeses, siendo este último el más fuerte a día de hoy. Ya se sabe que la rivalidad religiosa aquí en las islas británicas ha sido algo bastante peliagudo históricamente, y aunque vista la rivalidad que tienen las dos aficiones da la impresión de cocerse algo turbio por detrás, parece que por suerte este fanatismo religioso ya no se relaciona tanto con el fútbol como antaño. No voy a negar que esta tarde íbamos con un poco de respeto al campo ya que al tener las entradas en la zona de la afición del United, nos daba un poco de canguelo el vernos metidos en algún lío tonto por algún comentario o celebración desafortunada, pero la realidad es que el ambiente ha sido de lo más tranquilo y agradable. Los campos de los dos equipos tienen el honor de formar parte del libro Guinness de los records por ser los estadios de fútbol de una primera división más próximos. Literalmente les deben separar menos de 100 metros –una calle y una fila de casitas bajas — y son una joya de la arquitectura moderna. Placas de uralita cubren los laterales del estadio de lado a lado y de arriba a abajo, mientras que los muros de los fondo son de ladrillo y alambre de espino. Vamos, que me río yo de la reforma del Bernabeu y la millonada que va a costar cuando se pueden hacer unos retoques de estos que dejarían el estadio la mar de mono a un precio muy popular utilizando materiales reciclables.

El partido no ha tenido mucha chicha, pero ya esperábamos que la calidad futbolística del encuentro tampoco deleitara nuestros organismos en exceso. Lo más interesante ha sido la inmersión cultural que hemos experimentado, la cual es prácticamente indescriptible. Creo que en un par de horas he aprendido más inglés dundonian que en dos años. Que gran variedad de vocablos, onomatopeyas, phrasal verbs… maldiciones, tacos, burradas varias… Me he vuelto a sentir en un estadio de fútbol tras años de ausencia, que gusto. Las aficiones…son un espectáculo, eso es innegable. El retumbar de la uralita al liberar toda su scottish-energía  contra ellas era atronador y la calidad de juego… diferente, sin ninguna duda. Para empezar, aquí no se para el juego por una faltita tonta o por exagerar una caida. No, aquí el juego es de contacto, de mamporro, de estamparte contra el poste de publicidad. El mediocampo lo llevan unos mastodontes tipo Thomas Gravesen que serían mejores jugando al rugby que al fútbol, pero que hacen bien su labor de «contención». Y el fuera de juego…eso es algo que no existe por que jamás se da ese lance durante el partido. Las defensas viven estancadas en el borde del área y son completamente inamovibles, impenetrables. Por añadir más detalles curiosos, las mascotas de los equipos son de esas que te recuerdan a la pelea campal de Dora la Exploradora y Bob Esponja en mitad de la Puerta del Sol, pero aquí son un león y una especie de jardinero chungo sacado de una película de Tim Burton. Han estado antes del partido y en el descanso tirándose unos penaltis…y la verdad es que ha estado más entretenido que muchas partes del partido donde lo más interesante era ver si le daban un castañazo a la pelota y se tenían que ira  buscarla al Tay. Y otro detalle es que el Tannadice Park no tiene marcadores, ni electrónicos, ni analógicos, ni de ningún tipo. Así que para saber en que minutos estás tienes que mirar tu reloj y calcular en el minuto en el que se está. En resumen, muy salvaje esto del fútbol escocés.

Por mi parte yo he intentado meterme en situación lo máximo posible. Nada más entrar por la puerta giratoria digna de la mejor casa del terror –aquí no se cuela ni McPaco a los estadios– me he adjudicado una bufanda en la tienda oficial del estadio y me he puesto manos a la obra con mi  bolsa de pipas y un bocata de jamón sorpresa por cortesía de mis murcianicos. Se me acusará de pipero, pero yo considero que al igual que en el cine se comen palomitas, en el fútbol es imprescindible llevar tu bolsa de pipas. Eso no quita de que se anima y aplauda pero es cierto que es una cosa que requiere habilidad y una buena dosis de práctica. Pero lo mejor de comer pipas en el extranjero ha sido ver la cara de los de alrededor. Me daba la impresión de que se creían que éramos loros y miraban incrédulos como salían cáscaras de nuestra boca y se empezaba a montar un montoncito en el suelo que crecía y crecía. Por supuesto el intercambio cultural ha provocado que al rato el alemán de mi lado se haya puesto a pelar pipas por primera vez en su vida y haya estado más tiempo mirándose los dedos y diseccionando pipas que mirando el partido. Él y otros dos niños dundonian de la fila de delante que igualmente han alucinado al vernos y también han acabado sucumbiento al poder de la pipa. Pero el que va a flipar mañana va a ser el que tenga que limpiar las gradas. La verdad es que lo siento por él cuando vea el escaparate que le hemos dejado preparado. Aunque yo creo que con un «agüita» rápida…eso se va a otro sitio y listo.

El resultado del partido ha sido lo de menos, pero cuando ya pensábamos que nos íbamos a la prórroga después de que el el United tirara tres veces al palo y que el FC fallara un pentali –ojito al debate Casillas vs. Navas por que el portero polaco Cierzniak es una joya oculta –, en el descuento un gol de cabeza al saque de un corner de otro polaco (Fojut), le ha dado la victoria al United y el estadio se ha venido literalmente abajo. El gol no ha sido de tanta belleza como el de Ramos pero el efecto ha sido más o menos similar. Así que otra vez a cantar el himno, a berrear que los del FC son unos «cachos de mieeeeeerda» y a bailar el Love is in the air. Invasión del campo no ha habido, pero un tio chungo con gorra ha empezado a andar de manera misteriosa por el campo como el que no quiere la cosa y se ha llevado los banderines de los corners. Todo un eventazo en un campo no más grande que el del Rayo. Por si alguien quiere más detalles del partido, aquí está la crónica: http://www.bbc.co.uk/sport/0/football/29233017, pero ya os digo yo que la experiencia de un derbi merece la pena, y más si este es dundiano. Hoy me voy contento a la cama.



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