No me las voy a intentar dar de culto ni intentar descubrirle nada nuevo a nadie, pero creo que a lo largo de los años he ido recopilando suficiente información como para poder decir claramente a día de hoy que el gran William Shakespeare estaba un poco trastocado. Lo suyo no podía ser normal, sería un fuera de serie con la pluma, pero estoy seguro que semejante venado estaría en tratamiento psiquiátrico a día de hoy. De hecho, a William deberían darle el título póstumo al ingenioso inventor del género gore y no ser reconocido tanto por su carrera como dramaturgo. La semana pasada fuimos a ver una obra suya, Titus Andronicus, de la cual tengo que confesar que no había oído hablar en mi vida y que deja a películas como Machete o Reservoir Dogs como meros aperitivos disponibles en horario infantil.

shakespeare

 

Las teorías estas de que Shakespeare y Cervantes tenían muchas cosas en común son pura mentira, y que comentar ya de esa otra que dice que podrían haber sido la misma persona. Tonterias, alguien tan refinado como Miguel no podría haber sido confundido de ninguna manera con la paranoia trágica de Guillermo. A uno le gustaban las voluminosas mozas manchegas y al otro degollar a su madre, comerse a sus hijos y cortar la lengua de sus vecinos. ¿Cómo alguien alguna vez ha podido comparar a estas dos personas? Porque vale, no me voy a poner a defender a Cervantes cuando tampoco se lo merece del todo.  Hay ciertas partes del Quijote que son un auténtico bodrio y habría preferido haber sido apedreado antes que haberlas tenido que leer, pero en general se trata de un libro ameno entretenido, tambíen de ficción pero desde luego una mucho  más pachangera y entrañable. En cambio, las obras de Shakespeare que he visto o leído son rebuscadas, oscuras y llevan asociado un mensaje con mucha hemoglobina detrás que no es que me disguste, pero que me dejan algo desconcertado.

Titus Andronicus no es una tragedia, es una obra sádica con sus seis letras. Trata sobre la decadencia del imperio romano aunque yo más bien diría que de la decadencia de la que trata es más bien de la del ser humano. La obra que vimos nosotros la semana pasada en el REP Theatre era una adaptación moderna ambientada en las cocinas de un restaurante que imagino que no era británico porque olía muy bien y los platos del menú eran muy sugerentes e incluían cosas que aquí nunca comen. La gente del público estaba sentada en el escenario y formaba parte de la obra, lo que hacía que la ambientación fuera muy real y te hicieran sentir parte de la actuación. Los actores corrían por todas partes, se peleaban encima de las mesas… desde luego todo un espectáculo. He de decir que nunca antes había estado en una obra de teatro así, y aunque no entendí muchas de las conversaciones porque usaban un lenguaje muy complicado y hablado por escoceses profundos, disfruté mucho de la obra. Los actos estaban divididos por platos, los cuales eran para dar de comer aparte, nunca mejor dicho, y si la historia comenzaba mal, desde luego todo iba a peor. El hecho de estar ambientada en una cocina de un restaurante ya decía bastante por si solo: cuchillos afilados, fuego, ketchup… una gran combinación para desarrollar una tragedia.

Y sin ánimo de resultar desagradable, el final de esta adaptación de la obra es lo más impactante. Atención, advierto que lo que viene a continuación contiene spoilers, así que si quieres ver la obra no sigas leyendo o serás condenado a ser destripado irremediablemente y colgado de un gancho como bien hizo Guillermo con cada uno de sus personajes.

descarga

Está claro que la mejor manera de enganchar al público con una obra es hacerles sentir parte de ella. Y por tanto qué mejor manera de hacer sentir esto que comerte a uno de los personajes de una tragedia. Si quieres saber que se siente al comerte a tus propios hijos que han sido cruelmente asesinados por un loco despiadado sediento de venganza… simplemente hazlo. Al empezar el segundo acto teníamos un plato vacío en la mesa y justo antes de acabar, uno de los actores nos puso en el un pastelito relleno de carne picada y ketchup bajo el nombre de: «testículos asados». La obra estaba tan bien ambientada que es justo en el momento en el que se descubre que la loca bárbara se está comiendo a sus hijos cuando te estás empezando a comer el plato. ¡Muy fuerte!, ¿desagradable? no sé que decir, pero desde luego muy impactante.

El caso es que Shakespeare estaba fatal, esa es mi conclusión. No es que tuviera pesadillas esta noche o que tuviera que mirar debajo de la cama antes de acostarme a ver si aparecía Guillermito con el cuchillo del jamón, pero creo que la próxima obra que vea será una comedia. A ver si tanta obra de trastornado va a acabar afectándome a mi…

Captura-de-pantalla-2014-05-16-a-las-16.48.57