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Once del doce del trece, un día cualquiera en la vida dundonian, pero una fecha muy graciosa. Tanto  que merecía la pena escribir algo para hacerla pasar al baúl de los recuerdos, junto con otras grandes como el cinco del cinco. Pero a pesar de ser una fecha que invitaba a tener alguna gran historia detrás, el día no ha tenido más relevancia que mucho trabajo — me pregunto si será tan necesario ir al gimnasio teniendo en cuenta lo que me muevo a lo largo del día –, y poca chicha de donde rascar.

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Para celebrar esta fecha hemos ido a ver si sonaba la flauta y el Celtic le daba un baño al Barça, pero mi gozo en un pozo, nada de esto no ha pasado y en vez de gloria me he llevado un buen «¡zas!, en toda la boca». La parte positiva es que por primera vez desde que estamos en Dundee he podido tomarme una cerveza ¡con algo de picar! Por estos parajes no es nada común el tomar algo con tu cerveza, cosa que al resto de seres humanos les parecerá algo de lo más normal. Esto hace que en muchos pubs te permitan la entrada con comida si consumes algo de beber. Es cierto que queda un poco chabacano eso de entrar con tu sandwich y tu bolsa de patatuelas, pero sin duda que hace más llevadero el echarse los 568ml al buche. Pero en el Taybridge, hoy se ha rizado el rizo y sorprendente durante el partido durante el partido los camareros han sacado…¡tapas! Bueno, lo he denominado tapas por llamarlo de alguna manera, pero ha sido todo un detalle. Es cierto que saber, lo que se dice saber, no sabían a nada, pero un intento es un intento. Lo primero que han sacado eran realmente unas mini-hamburguesas envueltas en un pastel inglés más insípido que chupar un palo, y  la segunda tapa ha sido un maravilloso…bocadillo de mantequilla con patatas fritas. Sí señores, lo que oís. Que grande es la cocina británica y que maravillosos platos guarda en la chistera. No se a quien se le ocurrió aquello de «pan con pan bocadillo de tontos» cuando tenía la opción de hacerse el bocadillo con patatas fritas.

Que cosa más espeluznante, de verdad. No es sólo una opinión personal, por que ninguna de las otras cinco personas que estaban conmigo ha conseguido acabarse semejante manjar capaz de impermeabilizar las cuevas de Altamira. Yo creía que esto del bocadillo de patatas fritas se trataba de una leyenda urbana, pero no, no era así. Es tan real como el once del doce del trece. Día que no pasará a la historia por su gran contenido, pero sí por hacerme creer por un momento que en esta isla brillaba una chispa de esperanza…pero por muy poco tiempo. Esperemos que el doce del trece del catorce sea mejor. Ah no, ¡espera que no existe! Estamos perdidos….

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Siguiendo la dinámica de celebraciones de esta semana, hoy toca conmemorar el primer aniversario de este blog. La idea comenzó sin mucha fuerza, básicamente por la insistencia de mi madre en que contara mis andanzas por estas tierras. Yo nunca le había tenido mucho gusto a esto de la escritura, en el colegio el tener que hacer redacciones me daban urticaria, especialmente las del Pollo y la presión de tener que ser seleccionado para los certámenes literarios de Coca-Cola. Más tarde tuve un par de encontronazos con el mundo de la redacción en los dos viajes de Interrail (2004 y 2006), en los que escribí los gloriosos y nada sesgados cuadernos de bitácora. Algún día los sacaré del baúl de los recuerdos y les volveré a echar un vistazo, por que para mí son el mejor recuerdo de aquellos viajes.

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Es por ese motivo que la idea de abrir un blog me daba más bien pereza, no sabía si iba a ser lo suficientemente constante como para mantenerlo en marcha durante un tiempo. Pero pasados los primeros días en Dundee, un día después de la entrevista, decidí hacer caso a mi madre (una vez más) y empezar a escribir. Desde luego los primeros meses tuvieron mucha chicha, el estar dos meses dando tumbos por el pueblo arreglando papeles daban para infinidad de historias. Pero después de eso y una vez empezada la vida laboral activa, descubrí que hasta detrás de lo más insignificante puede haber algo que contar. Para mí se ha convertido ya en una rutina, una cosa más del día a día que hay que cuidar como a una planta. En parte creo que ya es como una droga adictiva, y es que hay veces que necesito (o busco) que pasen cosas para correr a casa y ponerme a darle a la tecla y si pasan las horas y no ha pasado nada memorable que contar me empiezo a inquietar y a desear que alguien se tropiece, que me llame alguien raro o incluso que vuelva a buscarme la policía, lo que sea. Desde luego es algo que no esperaba que me enganchara tanto. He de confesar que muchas entradas me salen sobre la marcha, simplemente me siento y me pongo a escribir lo que se me pasa por la cabeza, y en cambio otras las llevo maquinando semanas y las voy madurando esperando que llegue una fecha señalada o un momento ideal para dispararlas

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Pero gran parte de culpa de esta blog-dependencia ha sido ir viendo que el asunto tenía tirón y que parece que a la gente le gusta, lo que me anima a escribir más. Decir que en sólo un año he tenido ya más de 10000 visitas y de sitios tan dispares como Fiji, Laos, Jersey San Vicente y las Granadinas, me hacen que me salgan un poco los colores y me haga plantearme en que carajo hace la gente de esos sitios para meterse en mi blog. Pero me encanta, es un vicio esto de las estadísticas. Es muy gracioso ver las cosas que la gente busca en google y por las que entran al blog y ver cuales son las entradas o fotos que más gustan. Hay cosas de lo más variopintas y que darían para hacer un test sociológico. Aunque comentarios no hay muchos, más que nada por que se que tampoco hay mucho que comentar, en el ranking destaca en cabeza, como no podía ser menos, la impulsora de la idea seguida de la que tiene que soportar que muchas noches no veamos nada en la tele por que estoy escribiendo. Por detrás, los siguientes seguidores más fieles, Hugo, Alberto, Jose e Irene. 

Lo que que me gusta del blog, es como tu pequeño diario pero con la «presión» de que tienes que esforzarte por llegar a la gente. Si gusta tienes tu recompensa en forma de banderitas, numeritos y barritas de colores, pero a su vez es peligroso y puede tener el efecto contrario. Más de una noche me he ido a la cama preguntando: «Marta, nadie se ha metido al blog, ¿crees que no ha gustado?». Un año después después de aquella primera dundeeventura en el Strathdon, tras nuestro primer día agotador por las visitas a los pisos, ya llevo con esta 77 entradas a mis espaldas y mucha intención de que haya otras tantas más. No se si seguirá enganchando a la gente o acabará aburriendo, pero tengo claro que mientras las teclas del ordenador no se borren y sigan funcionando, aquí seguiré narrando mis aventuras, impresiones y otras piradas de pinza para el disfrute del personal.

Fdo. Alberto I el bloguero dundiano