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Ya estamos de vuelta de nuestro fugaz viaje. Han sido unos días la mar de intensos, lo que me hace tener la impresión de haber estado fuera más tiempo de lo que ha sido en realidad. Pero hoy estoy cortocircuitado. Bien es cierto que ya preveía que esto fuera a pasar, pero realmente creo que es ahora cuando necesito unas vacaciones para recuperarme.

El balance de estos 4 días y medio de vacaciones se puede resumir en menos de 20 horas de sueño, visitas abueliles, celebracion de artículo, reencuentros, bodorrio y más de 1600 kilómetros de carretera distribuidos en parajes tan dispares como Dundee, el aeropuerto de Edimburgo, Madrid, Belinchón, Cuenca y Ourense. carreteramix

 

Todo ha salido a pedir de boca, y aunque únicamente haya podido estar un ratito con cada persona, me voy más que satisfecho al saber que todos los planes han salido bien y que a pesar de algún estrés de más con el reloj, el «timing» previsto ha funcionado. La family está bien, el iib está lleno de nuevos patitos, mis locas están igual de locas, el cochinillo casado y nosotros sanos y salvos.  Ayer parecía que el día no iba a acabar nunca. Después de lo agotardor que es pasarte todo el día en el coche para volver a Madrid, dar un beso y subirte a un avión de vuelta, vivimos la experiencia de estar encerrados en el avión durante más de media hora por que se habían quedado sin el famoso «finger» o tunelcillo que te lleva a la terminal mientras buscaban una escalera y un autobús que nos sacara del aparato. No veía el momento de llegar a casa y tirarme en la cama, pero finalmente, a eso de las 2 de la mañana dimos oficialmente el viaje por concluido.

Y hoy…no ha sido facil aclimatarse a los 20 grados de diferencia que hay entre un sitio y otro, el tener que volver al abrigo y a no tener nada en la nevera (tengo mono de pulpo). Digamos que ha sido una experiencia un tanto traumática la de volver a la rutina. Además, pensando que eran pocos días sin ir a trabajar, esta vez no dejé ninguna nota con las cosas que tenía pensadas para hoy al volver al labo. Y con la crisis de identidad galopante que tenía esta mañana…ha supuesto que arrancar y enfrentarme a la pipeta haya costado un poco más de la cuenta. Por suerte nos han traido un juguete nuevo que ha hecho que el día haya sido más ameno, tenemos batas de colores. A mi realmente me daba un poco igual el tema del color, pero las niñas estaban super contentas. Lo malo es que ahora tendré que pensar en el color de los calcetines antes de ir a trabajar, no vaya a ser que no vaya bien combinado.

labcoat

Si se busca la definición de Ceilidh en nuestra apreciada y salvadora Wikipedia, encontramos esto:

Una céilidh, ceilidh, céilí (irlandés, pronunciación irlandesa: /ˈceːlʲiː/) o cèilidh (gaélico escocés, pronunciación escocesa: /ˈkʲʰeːli/), en el sentido actual de la palabra, es un festejo con danza tradicional de los pueblos gaélicos (Irlanda y Escocia), aunque hoy día también puede encontrarse en otros países con población descendiente de emigrantes irlandeses y escoceses.

Pues bien, este es el evento al que acudimos el viernes pasado y que sin duda cambió mi manera de concebir los bailes regionales.

La asociación de estudiantes de la universidad organizó una scottish-night para cientificos adolescentes, ilustres científicos Doctores y científicos pasados de vueltas. El evento tuvo lugar ni más ni menos que en uno de los salones del hotel Hilton de Dundee (edificio con glamour aunque horrroroso donde los haya) . Durante la semana se comentaban muchas cosas acerca del dichoso bailecito: «que si ibamos a alucinar, que había que tener cuidado, que las chicas mejor que no llevaran falda ni tacones»… Pero para cultivar mi terror, decidí no «spoilear» mi sorpresa buscando videos de Youtube y esperar hasta el último momento para vivirlo en mis carnes.

Asi que nada, allí que nos plantamos el viernes a las 8, y después de una copita de vinito avinagrado marca de la casa….la música comenzó a sonar. Y allí, al fondo de un salón de boda, estaban un grupo de escoceses con instrumentos graciosos y DJ-McOldie (un viejecillo que estaba de animador) reclamaba que la gente saliera a la pista. Para mi sorpresa, la gente no necesitó grandes cantidades de alcohol para animarse, y en un momento el salón se había llenado de gente formando un circulo enorme. Por un momento pensaba que íbamos a empezar a jugar al corro de la patata o al teléfono escacharrado, o que incluso el tío iba a sacar un paracaidas de colores e ibamos a empezar a hacer juegos con una pelota. Bueno, la cosa no llegó a ese extremo pero básicamente se quedó en una gymkhana de campamento al uso. Resulta que el famoso Ceilidh consiste en un juego mezcla entre AcroSport y Gran Prix del verano en el se van haciendo «bailes» (pruebas) por parejas o por grupos, cada vez más dificiles. En todos ellos, consiste en que cada uno de los hombres han de irse pasando a todas las mujeres de la sala, pero cada vez de forma más violenta. Se empieza dando unas vueltas simpáticas al son de la música. Después, se le da vueltas sobre uno mismo…se pasa a dar vueltas con la pareja de al lado… y luego en grupos de cuatro hay que hacer una especie de centrífuga en la que el objetivo es que las mujeres den vueltas en el aire. Si después de todo esto alguna ha sobrevivido y no tiene los brazos sangrando (parece coña, pero más de una acabó muy perjudicada), se hacen dos filas y las chicas tienen que correr alrededor de los chicos dadas de la mano. En respuesta, los chicos tienen que correr alrededor de ellas. Y claro está, esto no podía salir bien. Un montón de bárbaros-enfurecidos-sudorosos dados de la mano y rodeando a 25 chicas no suena como que eso vaya a transcurrir con normalidad, no. Lo que pasó es que eso se convirtió en una carrera de obstaculos en las que arrancar el brazo de tu compañero de al lado era lo más divertido que podía pasar. Y bueno, así un montón de «bailes» más, en los que la complejidad iba aumentando por momentos, para mi perplejidad en un principio y descojone al final.

El salón del Hilton a las 12:00 de la noche parecía una sauna, un cocedero de mariscos, una sala de gimnasio arrebatada de sudor, vamos, un asco. Pero he de decir que fue una noche muy graciosa. Están locos estos escoceses. Para que se van a complicar la vida diseñando bailes complicados como el chotis, la jota o los pasodobles (que para gente como yo, que no sabemos coordinar brazos con cintura y con piernas, resulta de un nivel complicadísimo ) . No, que mejor que ponerse todos de la mano a rularse mujeres durante toda la noche. ¡¡¡Estos sí que saben!!! Y si pisas a alguien… ¡no pasa nada! ¡¡¡Tú sonrie y grita Ceiliiiiiidh!!!

PD. Como esta gente decide que los bares se cierran a las 12 la noche, acabamos la noche en el Casino. Sin ganas de apostar ni una libra pero con ganas de hacer sueño, allí estuvimos tomando unos Bubus, una bebida típica que no sabía más que a cóctel no apto para diabéticos. En conclusión: una buena noche.