Once del doce del trece, un día cualquiera en la vida dundonian, pero una fecha muy graciosa. Tanto  que merecía la pena escribir algo para hacerla pasar al baúl de los recuerdos, junto con otras grandes como el cinco del cinco. Pero a pesar de ser una fecha que invitaba a tener alguna gran historia detrás, el día no ha tenido más relevancia que mucho trabajo — me pregunto si será tan necesario ir al gimnasio teniendo en cuenta lo que me muevo a lo largo del día –, y poca chicha de donde rascar.

20131211_213533

Para celebrar esta fecha hemos ido a ver si sonaba la flauta y el Celtic le daba un baño al Barça, pero mi gozo en un pozo, nada de esto no ha pasado y en vez de gloria me he llevado un buen «¡zas!, en toda la boca». La parte positiva es que por primera vez desde que estamos en Dundee he podido tomarme una cerveza ¡con algo de picar! Por estos parajes no es nada común el tomar algo con tu cerveza, cosa que al resto de seres humanos les parecerá algo de lo más normal. Esto hace que en muchos pubs te permitan la entrada con comida si consumes algo de beber. Es cierto que queda un poco chabacano eso de entrar con tu sandwich y tu bolsa de patatuelas, pero sin duda que hace más llevadero el echarse los 568ml al buche. Pero en el Taybridge, hoy se ha rizado el rizo y sorprendente durante el partido durante el partido los camareros han sacado…¡tapas! Bueno, lo he denominado tapas por llamarlo de alguna manera, pero ha sido todo un detalle. Es cierto que saber, lo que se dice saber, no sabían a nada, pero un intento es un intento. Lo primero que han sacado eran realmente unas mini-hamburguesas envueltas en un pastel inglés más insípido que chupar un palo, y  la segunda tapa ha sido un maravilloso…bocadillo de mantequilla con patatas fritas. Sí señores, lo que oís. Que grande es la cocina británica y que maravillosos platos guarda en la chistera. No se a quien se le ocurrió aquello de «pan con pan bocadillo de tontos» cuando tenía la opción de hacerse el bocadillo con patatas fritas.

Que cosa más espeluznante, de verdad. No es sólo una opinión personal, por que ninguna de las otras cinco personas que estaban conmigo ha conseguido acabarse semejante manjar capaz de impermeabilizar las cuevas de Altamira. Yo creía que esto del bocadillo de patatas fritas se trataba de una leyenda urbana, pero no, no era así. Es tan real como el once del doce del trece. Día que no pasará a la historia por su gran contenido, pero sí por hacerme creer por un momento que en esta isla brillaba una chispa de esperanza…pero por muy poco tiempo. Esperemos que el doce del trece del catorce sea mejor. Ah no, ¡espera que no existe! Estamos perdidos….

desesperado