Reconozco que mi capacidad de retentiva de fechas sobrepasa un poco lo normal y que para la gente que no me conoce mucho le puedo llegar a parecer un poco bicho raro. Al que ya me conoce, aunque también le parezco un bicho raro, no le resulta ya tan extraño que me acuerde de cosas que son intrascendentes para el resto de la población mundial. Para poner un ejemplo, de mi cabeza no salen fechas como el día que me saqué el carné de conducir, el día que mi padre se despeñó por una ladera del bosque de Los Tilos en La Palma o los días en los que entré y salí del IIB.

Pero ayer fue un día que considero que no es tan raro que me hiciera saltar la alarma interior cuando lo ví acercarse en el calendario. Y es que el 3 de Septiembre – aparte de ser un día importante para el nuevo y peligroso habitante-cooperante de El Salvador -,   siempre será el día en la que empezó mi aventura postdoctoral en el por aquí conocido Blow Lab y que ya ha cumplido un año. Por si a alguien le da por el rollito revival, esta fue la entrada de aquel día: Volver a empezar. Esta fecha tiene además un puntito extra de melancolía espacio-temporal, ya que ha supuesto el cierre completo del círculo y todo lo grande ha pasado «una vez». No voy a ser pesado volviendo a contar batallitas pasadas, pero este era el único momento importante que faltaba por pasar una primera vez, y ahora desde hoy todo lo que ocurra en esta dundeeventura será susceptible de convertirse en un fallo en Matrix. Fallo que haré todo lo posible por evitar no vaya a ser que Morfeo se vaya a mosquear y la tengamos. Por eso, la mejor manera de evitar la monotonía y mantener mi cabeza distraída acumulando datos innecesarios será empezando nuevas actividades. De momento ya tengo en mente varias que seguro pasarán a la lista de efemérides, pero no adelantaré acontecimientos y mantendré en el espectador ese puntito de tensión que las grandes historias necesitan.

circlesend

Y si la pregunta es que qué tal en el trabajo, diré que bastante contento. He ido a caer en un grupo de personas cada uno de su padre y de su madre y que aparte de sacarme más de una vez las castañas del fuego están también un poquito de la olla, cosa muy necesaria en un laboratorio. Como alguien me dijo una vez…la gente normal me asusta. No se si hacia fuera da la impresión de que con un año más de experiencia laboral eres ya un hacha, que nada se te escapa, todo se controla y  que todo va rodado. Pero nada más lejos de la realidad. Es cierto que aprendes a hacer un montón de cosas nuevas y que eres más independiente, pero las «cagadas» clásicas de todo científico que se precie siguen pasando: las membranas siguen saltando misteriosamente de las cajitas, se te olvida apagar el timer y pierdes el sentido del tiempo o utilizas un rotulador rojo para nombrar los tubos y éste misteriosamente decide borrarse. Da igual que no lo entendáis, son errores muy chungos.

timer

Así que ayer, para celebrar el aniversario de la primera de las tres partes de la que será en principio mi estancia aquí en Dundee, nos fuimos a hacer algo distinto al clásico levantamiento de pintas dundiano, ver una exposición de algunos de los mayores fumados del siglo XX: Matisse, Warhol, Dalí y Picasso. Se trata de una exposición nueva en el museo McManus, el de momento único museo de arte hasta que construyan el majestuoso Victoria & Albert Museum en donde aún se encuentra el hotel Hilton. Esto me sirvió para además de hacerme un poco el cultureta, quitarme la espinita de no haber podido entrar a ver la exposición de Dalí en el Reina Sofía el 11 de Agosto de este año.

Vaya tela…, ¿veís?, creo que vivo inmerso en un calendario de pared. Otra fecha que se me ha quedado grabada para la posteridad. El año que viene, si no he quemado el laboratorio, volveré a dar un informe puntual de como ha evolucionado la vida laboral. ¡Espero tener algo importante que contar!

efemerides