No es falta de cariño, mi ausencia por el mundo virtual se ha debido a una pequeña saturación de trabajo sumado a un poco de vaguería y algo de falta de inspiración. Los que se enfrenten a menudo a un documento de Word en blanco con un cursor intermitente y los estreñidos sabrán de que hablo, hay veces que no sale y no sale. Aunque también creo que el que haya estado algo más «ocupado» este último mes ha hecho que mi presencia bloguera se haya venido un poco abajo ya que a las horas a las que uno ha estado acabando de hacer los menesteres del hogar…pues como que no daban ganas de darle a la tecla. Así que sin poner más excusas, y al más puro modo Los Panchos confieso a todos los miles de seguidores que me han preguntado si pasaba algo y que cuando iba a volver a escribir que no es falta de cariño y que desde hoy en adelante este volverá a ser lo que era: un blog casero con poca repercusión para la humanidad pero que en el futuro ocupará un lugar en una estantería. Vale, lo confieso, sólo han sido tres los que han preguntado pero por que me han hecho sentir que estas palabras no caen en un saco vacío se lo dedico a ellos.

Desde la última vez que escribí a pasado ya casi un mes. No es que el derbi futbolero me dejara sin habla, pero es que desde entonces las obligaciones han crecido. No lo comenté por aquí por aquello de que no me resultaba muy relevante pero mis conocidas habilidades como mamá pato han subido un escalón. Desde hace un par de meses tengo bajo mis plumas a un estudiante de doctorado a mi cargo. Vale que el tío es medio metro más alto que yo y que el que podría acurrucarme podría ser él a mi, pero el símil sigue siendo útil a la hora de expresar que mi nivel de responsabilidad ha crecido un poco más y comparado con esta experiencia las anteriores podrían pasar a llamarse las de tío pato o primo pato. Ahora sí que soy mamá de verdad, y tetas aparte el tema quita y da trabajo al mismo tiempo. Por un lado, está muy bien por que trabajos tediosos como quedarse hasta las mil por la noche o hacer experimentos coñazo que aburren hasta a una probeta pues se los sueltas a tu esbirro. Entre el esbirro y tú se genera una especie de complicidad/respeto dificil de explicar por la que él hace aquello que tu le dices sin rechistar mientras que tú le miras a la cara diciendo ¿se lo estará tragando? En fin, que la parte buena es que puedes soltar balones fuera y quitarte un poco de carga de trabajo, pero por otro lado tienes la responsabilidad de que su trabajo salga adelante y de «organizarle» en cierto modo la semana, sobretodo ahora en sus primeros pasos.

Aunque he de confesar que la experiencia me está gustando. Creo que va a ser una de esas situaciones en las que no hay marcha atrás como el momento en el que dejas el patatófono y tienes tu primer listófono o el momento en el que pasas a hacer las palomitas en el microondas en vez de en la olla. Mandar mola, aunque a veces da pena. Es la parte negativa de tener corazón, creo que este año en las campanadas voy a pedir que me lo «hollinen» un poco para ver si no me dan estos sentimientos de slavemaster.

Además de esto, he sido nombrado «el elegido» para dar una charla en el simposio –no se si esta palabra se usa en castellano– del departamento de este año. Vale que no es una charla de repercusión mundial pero oye, uno tiene su pedacito de orgullo y quiere quedar bien. Hay que afinar el acento scottish, hacer figuras bonitas, además de practicar y sonar como que te lo crees. Así que como las cosas de palacio van despacio, pues los dos últimos fines de semana los he pasado sumergido en la pantalla del ordenador.

Chaos_Dwarf_Slavemaster_by_igorvet

Vale que no me las voy a dar de pobrecito para que digaís ooooooh, vaya martir de la ciencia. No, los sábados he seguido saliendo a correr por el bosque y además hemos tenido dos jamonadas, una tesis, una despedida, una visita al Tapas Bar y un paseo por los acantilados de Arbroath más su consecuente comilona en el But´n´Ben. Sí, y entre todo eso ha habido tiempo para preparar la presentación y ensayarla hoy con el laboratorio. Quizá ahora quede un poco más claro por que no he tenido tiempo para escribir el blog. A falta de excusas bueno son los planes para justificarlo todo.

Ahora me voy a cenar que hoy han tocado 15 kilómetros al fresco del huracán Gonzalo que me ha provocado venir con más hambre que un perro muerto. Luego a seguir con nuestro ciclo de series: The Leftovers, la vigesimonovena temporada de Anatomía de Grey, la quinta de The Walking Dead… eso y a seguir haciendo una tesis en lavadoras. Sí, ya se que no viene a cuento pero como la entrada de hoy no tiene ni pies ni cabeza pues lo cuento y punto. Desde hace ya tiempo nuestra lavadora ha decidido volverse algo loca. No se si es que en esta casa cada vez que se estropea algo el resto de «cosas» se ponen celosas y nos reclaman su atención. Cuando nos cambian los fuegos de la cocina aparece una gotera en el baño, cuando se arregla la gotera el grifo de la cocina no cierra y cuando lo cambian la lavadora deja de centrifugar o decide poner todas sus luces a parpadear rollo R2D2 en un concierto de Lady Gaga. En fin, que tanta gaita apagando los enchufes y la televisión por la noche para ahorrar energía y algunos peniques más para el bolsillo, y resulta que para lavar unas sábanas tenemos que poner cuatro lavadoras con sus correspondientes horas de secado que han dejado la llave del contador como las máquinas tragaperras de un pub, tiritando.

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Esta es mi vida a día de hoy amiguitos, un cúmulo inagotable de eventos. La vuestra imagino que será igual, pero como vosotros no la contáis pues yo no me entero. Así que desde aquí hago una llamada a quien quiera que se lea esto en las próximas semanas a que me escriba un bonito resumen de como le va todo — las imágenes se pueden enviar por privado — y así hago un poco de catch up, que últimamente me siento un poco desconectado de mi «otra vida».

¡Hasta la próxima próxima entrada!