Archivos para las entradas con etiqueta: Robert Burns

Se hace saber por orden del amo y señor de este blog, que a pesar del aparente estado de semiabandono del mismo. esa impresión no deja de ser una percepción ajena a la realidad sino que viene provocada por la gran saturación de eventos lúdico-festivos de marcado carácter internacional que me han tenido ocupado acumulando datos compulsivamente cual insecto espía del Dr. Gero.

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Ya he comentado alguna que otra vez –más que nada por que me repito más que el gazpacho –, que una de las cosas más interesantes de vivir fuera es que te empapas de culturas completamente diferentes y dejas de ver el mundo de las fiestas regionales como una plaza con gente que se acumula en torno a un armatoste de metal con luces de colores donde dos tías embutidas como butifarras catalanas se mueven de izquierda a derecha al compás de un cantante bajito con dientes muy blancos que está acompañado por unos tíos  de no muy buen ver que llevan una guitarra, un saxo, un organillo y una batería, y no necesariamente en ese orden. No señores, he confirmado que efectivamente existen más cosas aparte de las orquestas y verbenas. Es lo que tiene volverse multicultural y dejar a Chuchi como un apunte jocoso de tu vida.

En primer lugar, hablaré del Diwali, ese gran desconocido. El Diwali o festival de las luces, es una festividad religiosa india que se celebra un día entre finales de octubre y primeros de noviembre y que supone la entrada en el año nuevo hindú. La fecha no es exacta por que depende de la posición de los planetas y de la constelación Nesquik y por tanto el día varía de un año a otro, pero lo importante es que consiste en unir a toda la familia y amigos en torno a una mesa para ponerse morados, estrenar ropa nueva y tirar fuegos artificiales. En eso… no nos diferenciamos tanto, salvo en pequeños y picantes detalles. La comida india es una de mis favoritas, pero sin duda es mucho mejor cuando está preparada de forma casera con gente que le echa todo su cariño y…todas sus especias. Que picor, señoras y señores. No se si puede ser considerado masoquismo, pero las papilas gustativas se nos debían estar volviendo locas al estar a la vez disfrutando como enanas de la comida mientras ardían de dolor y mandaban señales despavoridas para que se nos cayera la lagrimilla y el moquillo. Fue un momento muy entrañable compartir aquel fueg…digo aquella comida hasta el momento en el que me advirtieron: «lo que pica al entrar, también lo hace al salir. Adivina por que en India usamos agua en vez de papel higiénico». En el momento que escuche esta frase me quedé como Han Solo en Bespin, de piedra. Para no intimidar al personal y perder audiencia por ser un cochino, no daré detalles escabrosos de como fue todo el proceso digestivo. Pero como pincelada al aire diré que al igual que a Han, a mi también me dolía «el ojo» al desaparecer la carbonita. Ahí lo dejo

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Por lo demás, pasamos una noche estupenda haciendo el ganso con petarditos lanza confeti y tontunas varias con las que por primera vez, celebré la entrada a un año nuevo diferente al de nuestro querido Gregorio. Ahora que ya lo he vivido, el año que viene me preparo mejor y llamo a hipercohete o alguna de estas tiendas a que me suministren buena mercancía. Y de paso…a ver si me traen una cremita para aliviar el picor.

La segunda fiesta de la que quería hablar hoy es de Halloween. Es verdad que esta ya está muy comercializada y todo el mundo ha oído hablar de ella, pero yo hasta el momento no había estado en ninguna. Como de todo hay en la viña del profesor Blow, nada mejor que un auténtico ciudadano EEUUniano nos enseñara los entresijos de esta fiesta. Lo primero que descubrí es que existen distintos tipos de calabazas, y que no todas son buenas para hacer las terroríficas caras de Pesadilla antes de Navidad. También he aprendido que al igual que con el cerdo, de la calabaza se aprovecha todo, hasta las pipas. A parte de hacer la clásica obra de artesanía, con las tripas se hace una tarta y con las semillas unas pipas para ayudar a la próstata. A día de hoy, una semana después de la fiesta, tenemos la cocina manga por hombro y me parece que vamos a tener que hacer la dieta de la calabaza de aquí a las vacaciones de navidad. Otra cosa importante sobre Halloween que a lo mejor la gente ignorante como yo tampoco sabe, es que para los americanos esta fiesta no tiene por que estar relacionada con dar miedo precisamente. Lo de disfrazarse de vampiro, zombie, Frankenstein o de cualquier variante con poca ropa para las mujeres dundianas no tiene por que estar relacionado con Halloween. Ellos se disfrazan de cualquier cosa, el tema es cambiar de identidad, de mutar y pasar desapercibido. Igual que en las películas. Así que con todas estas cosas bien aprendidas, ahí fuimos nosotros, con nuestras calabazas grandotas del Tesco y con pinta de…bueno, Marta de dar miedo y yo de dar pena. No se por que cada vez que intento disfrazarme acabo pareciendo un payaso o un transexual, es algo a lo que no termino de cogerle el puntillo.

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El tema es que antes de la fiesta, llegó a mis oídos que el origen de la dichosa fiesta es escocés. Que casualidad, no se por qué, pero desde que estamos aquí resulta que todo lo han inventado los escoceses o en algo han metido mano. Desde luego no se si serán un pueblo oprimido o no, pero se lo han montado muy bien a lo largo de la historia para darse a conocer. Pues eso, que fue el poeta Robert Burns el que hace tropecientos años puso de moda el celebrar la fiesta pagana del día de los muertos.

Estas han sido dos de las actividades que más entretenidos nos han tenido las semanas anteriores. Ha habido más, por que no se que ha pasado este mes, pero la llegada del frío ha hecho que la gente se haya animado a hacer planes compulsivamente. Como no quiero cansar al personal, durante la semana iré buscando ratillos para darle otro poco a la tecla e intentar que no quede nada en el tintero. El contraste cultural es muy gracioso, lo estoy disfrutando. Lo bueno es que mientras haya cosas que celebrar… habrá cosas que contar, que es lo importante. Si el ritmo sigue así, me da para hacer pregones y librillos de fiestas durante bastante tiempo. 

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Quien haya estado alguna vez de campamento de verano o haya tenido el placer de ser scout u otro tipo de monitor de pequeñas bestias malolientes y escandalosas, conocerá esta frase y le traerá inmediatamente a la cabeza la pegadiza cancioncilla a la que va asociada y de la que no hay manera de desprenderse. Pues bien, como detalle curioso diré que está canción está basada en un poema de Robert Burns llamado «Auld Lang Syne», o «Hace mucho tiempo» en una lengua comprensible para el público general. Y claro, no hablaría aquí de esto sino fuera por que….sí, exactamente, por que es el poeta más famoso de Escocia, símbolo y héroe nacional  y al cual tienen elevado a los altares  al nivel de San Andrés y William Wallace ni más ni menos. Esta canción, junto al «I´m gonna be (500 miles)» de los también locales The Proclaimers, es el auténtico bombazo en toda clase de ceremonia escocesa: bodas, bautizos, comuniones, fiestas, ceilidhs…no falla nunca y todo escocés que se precie ha de desgañitarse desde que suenan los primeros acordes.  Os dejo un vídeo representativo para que os hagáis a la idea de lo que significa esto aquí: http://www.youtube.com/watch?v=_UFenFAHSMk

BurnsMi canción de despedida no tiene nada que ver con el pobre Robert ni tampoco tiene que ver con la marcha de una persona querida, nada de eso. Mi pena viene por la separación forzada de algo material pero de alto valor sentimental. Y no es que se me haya perdido nada, es que ha llegado el momento de separarme de mi querida sartén. La primera, la única y genuina sartén con la que todo comenzó.

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En este año y pico de independencia he comprendido (entre otras cosas) que de entre todos los elementos que forman parte la batería de cacharros de cocina, hay uno al que le coges especial cariño. No se si debido al uso que se le da o tal vez por su textura, su color, su forma… no se pero hay algo por lo que tienes una especial conexión con uno de ellos. Y para mi no ha habido nada mejor en este tiempo que mi sartén de acero inoxidable y 16 centímetros de diámetro de Ikea. Aún recuerdo cuando la sacamos de la caja y le apreté su único tornillo. Por que claro, los de Ikea son tan así que hasta las sartenes hay que montarlas con una de sus llaves graciosas en forma de integral.

Una cosa me quedó muy clarita durante mis años de supervisión materna a los fogones, y es que hay que tratar con cuidado a las sartenes para que no se arañen. Si esto pasa, la mierdecilla que sueltan (teflón), es equivalente a muerte y destrucción, por lo que hay que tener cuidado. Y a mi pequeña, por la que tantos tortillas, salchichas, y sobretodo, pimientos y cebollas han pasado, hace unas semanas que empezó a rasgarse y a perder su identidad. Por eso, con todo el dolor de mi corazón, pusimos pies en polvorosa y fuimos al Tesco, donde gracias a una de sus maravillosas promociones de pegatinas que tanto me gustan, encontramos una brillante y sustituta sartén de las mismas características y que aún hoy me da penita usar de lo lustrosa que está.

Así que así estamos unas semanas después de nuestra separación. Por un lado, mi tan amada sartén ha sido relegada al fondo del mueble de los cacharros poco queridos. Allí convive por el momento con la cacerola tamaño rancho de campamento, y los inútiles rallador de queso que nunca encuentra queso por que el queso ya se vende rallado y el palo trincha-pollos del horno.  Por el otro lado, estoy yo, desolado. La nueva y yo aún nos estamos conociendo, la cosa va despacio, pero creo que empezamos a entendernos. Vivimos una relación intensa desde el principio, así que espero que al menos lo nuestro sea duradero.