Soy un poeta, lo se. Lo llevo dentro, la rima fácil y yo somos uno. ¿Para que voy a comerme el tarro buscando un título sofisticado? No, no, de eso nada. Las neuronas están ahí para algo, y el blog…para lo que surja. Lo malo de tener este cerebro tan privilegiado que es capaz de encontrar figuras literarias tan retorcidas es que luego mis seguidores guiris no se enteran y me preguntan que que carajo escribo, pero bueno, que al menos se entretengan mirando las fotos. Yo, a lo mio.
La crisis, la diáspora juvenil del siglo XXI o el mal funcionamiento de la cisterna del váter de casa han acabado provocando que tanto mi hermana como yo hayamos terminando abandonando la ribera del gran río Manzanares — espero que momentáneamente — y buscado cobijo en otras corrientes de agua: el Tay y el Tiber. No han sido pocas las experiencias a lo largo de mi querido Tay durante este tiempo, pero hoy, y como algo excepcional voy a hacer como las ocas del Juego de la Oca — el tablero, no las del programa de Emilio Aragón — y contaros mi «visitilla+reencuentro familiar» por las orillas del legendario río Tiber.
Roma no se hizo en un día, eso está claro. Hasta antes de este fin de semana yo ya había estado allí en tres ocasiones y pensaba que pocos cascotes del siglo del picor debían permanecer sin ser reconocidos por mis ojos. Pero estaba muy equivocado, después de dos intensos días de «pateo» en los que casi tenemos que amputar las extremidades inferiores a nuestros progenitores he descubierto una Roma desconocida para mí. Creo que a esto es a lo que deben referirse por ciudad eterna. Cada vez que vas, aparecen cosas nuevas.
Por que todo el mundo sabe que Roma fue fundada sobre siete colinas, pero eso es un bulo para atraer turistas. Roma debe tener al menos diecisiete, por que no puede ser posible que dos días después siga teniendo los gemelos montados. La cuestión es que vista desde las alturas y bajo un paraguas — por que tuve la suerte de traerme las nubes escocesas pinchadas en un palo — la ciudad no parece tan grande, pero recorrerla de punta a punta hace que hasta los autobuses te manden mensajes subliminales sobre tu futuro y que carteles de estacionamiento limitado aparezcan misteriosamente sobre la cabeza de tu padre cuando este encontraba un reposadero donde caer derrotado. A Roma sin ninguna duda, hay que ir bien entrenado si no quieres perecer en el intento.
Pero no me voy a quejar. De lo mejorcito que se puede encontrar en Roma y en Italia en general es la comida. Es lo único que los romanos se olvidaron de dejar por la pérfida Albión. No está claro aún si consiguieron o no llegar hasta Dundee, pero durante su visita construyeron un par de muros y dieron ideas para escribir libros más gordos que el Collins, pero se olvidaron de dejar las costumbres gastronómicas. Un pequeño detalle que no les perdonaré jamás, que poca consideración el dejarnos abandonados a nuestra suerte con el fish and chips. Pero que placer el andar por Roma –con cuidado de no pisar turistas– y mirar para un lado y ver un pedrolo y mirar para el otro y mirar un escaparate lleno de mortadela, pizza, tiramisú. ¡¡¡si hasta las farolas te incitan a mover el carrillo!!!
La peor parte de los viajes ya se sabe, es lo cansino que es el viaje en si mismo. Tras dos días intensos de turisteo tuve que remontar el Tiber y dejar atras sus alocadas calles con poco tráfico y conductores educados para retornar al Tay, más grande y tranquilo pero con poca piedra que mirar por que por aquí todo está verde y resbaladizo. Lo mejor ha sido ver que el ganado sigue controlado y aunque sea durante poco tiempo, podamos tenernos los caretos controlados. ¡A por la siguiente!
Y mi helado?
En la maleta. ¿Quieres qué te la ponga para cenar?
No le trajiste nada a Marta????Qué detalle más feo!!!!! Sigo diciendo que tus comparativas acerca de las cosas, las ciudades y demás es digno de estudios. Me estoy planteando hacer la tesis de Humanidades sobre tu blog y las comparativas realizadas. Estoy seguro que da para un buen tocho infumable que nadie se leería 🙂
¿Qué no le he traído nada? No sabes como se queja la tía. Y si Humberto Eco ha escrito una tesis con 82…tú aún tienes tiempo. Pero, ¡gracias!
Mira que es cutre, si los helados se le iban a conservar por el camino a las tierras del Norte. Alberto, hoy tienes problemas con la H o es que estoy muy atento…???»Humberto» es «Umberto» (Tengo que hacer actividades de corregir fallos en tesis y hay que empezar por lo básico, la ortografía y los nombres propios 🙂 )
Joder con Umberto, vaya paleto. Todo el mundo sabe que se escribe con H, lo que pasa es que le gusta ir de moderno
Si me ha traido a Pinocho, a un filósofo y chocolate, pero yo quería helados de esos de interrail 😉
Que entrada tan buena, a la altura del rico tiramisú que degustamos! Qué ricoooooo!! Marta, helado no se pero el tiramisú intentamos que volara a tierras del norte y no nos dejaron, hay que degustarlo in situ así que ya sabes!
La foto maldita que no salía!! De cierre de entrada además! Muy bien, me gusta 🙂 hay una frase que me ha matado..»Creo que a esto es a lo que deben referirse por ciudad eterna. Cada vez que vas, aparecen cosas nuevas» xD
No vale plagiarla para tu empresa , eh? Esto es información confidencial
Jajaja, Roma, qué recuerdos, espero que esta vez no os timasen con el alojamiento al salir de la estación, jajaja!
Aquello no fue un timo, y el pedazo de desayuno que nos trajo el pollo del METADONA local?
¡Ains, no me acuerdo del desayuno! ¡Refréscame la memoria!