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El día de San Isidro de ayer no estuvo rodeado de chotis, barquillos, claveles, ni tampoco acompañado de rosquillas ni trajes de chulapo. Por no tener no tuvo ni día de fiesta, aunque es verdad que al menos podríamos haber simulado ir a la pradera.  Por que otra cosa no será, pero praderas aquí hay de todo tipo y condición. Pero aunque ahora parece que el tiempo está invitando a que vayamos a invadirlas aún estamos a la espera de ver al primer valiente que se atreva a poner el culo en el suelo.

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Dejando un poco la morriña por no poder repetir mi actuación antológica bailando Fiesta Pagana en mitad de la verbena decidimos hacer algo también un tanto castizo, ir a ver la nueva película de Almodovar: Los amantes pasajeros o como la llaman aquí los britons, I´m so excited! En principio la traducción parece un poco de broma pero luego resulta no ser tan trivial, aunque no desvelaré nada, no querría ser el osado que se convirtiera en un Almo-spoiler.  Nosotros no es que nunca hayamos sido unos grandes devotos de este hombre, pero es cierto que por unas cosas u otras al final hemos acabado viendo casi todas sus películas y en esta fecha señalada…esta no podía ser menos.

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Desde luego he de decir que esta se lleva la palma. Ya sabía que Pedro tuvo una infancia complicada y que muchas de esas experiencias «vividas» se ven reflejadas en sus películas, pero esta última ya es el colmo de lo apppsurdo. Digamos que me pareció entretenida, vamos que estuvo bien para pasar el rato, pero bien es cierto que a ratos me llegó a dar un poco de vergüenza el ver la cara de incredulidad de los foráneos mientras la luz de la pantalla les atizaba en la cara. Me habría gustado tanto poder saber lo que estaban pensando en esos momentos…aunque había alguna cara que era como si tuviera subtítulos, no hacía falta preguntar. Está claro que es un tipo de cine que por aquí no se ve, así que igual es esa forma de hablar y esa apertura de cascos lo que les gusta tanto. ¡Pero lo más sorprendente es que hasta conseguí aprender algo nuevo en inglés! ¿Alguién se había preguntado alguna vez que significa la palabra taxi?, ¿podía tener algún significado aparte de el de llamar con la mano a una caja blanca con cuatro ruedas, una letra y una línea roja cruzada? Pues sí amigos, es un término que usan los pilotos en los aviones cuando van desde la terminal a la pista. ¿Curioso, verdad? No te acostarás sin saber una cosa más.

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Al final de la película…un poco dificil el explicar que de verdad en el fondo, muy en el fondo, había una trama con mensaje. Parecía que entre risas había que justificar lo que acababan de ver aunque al fin y al cabo todo se podía resumir con un «this is Spain, just… different». No se si San Isidro Labrador habría ido al cine a ver esta película o se habría tirado al pozo, pero nosotros contribuimos con nuestras libras esterlinas a potenciar el cine español y a hacer este día de San Isidro escocés algo más festivo. Eso sí, estoy seguro que el que haya visto esta película jamás volverá a pedir sin miedo un vaso de agua en un avión.

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Un perrito piloto para la señora….vamos, vamos, vamos, anímense compren papeletas….la sota de bastos, falta la sota de bastos….un bonito radiocasete para el abuelo… manzanas, manzanas asadas… gafas con luces 1 euro, 1 euro….se ha perdido un niño que hace llamarse Francisco Coco Cuadrado, su madre le espera en el chiringuito de la plaza…..

Estas frases son algunas de las más entrañables y míticas que se pueden escuchar en una verbena, feria o fiesta de pueblo. Pero ayer, lejos de escuchar esto y de andar atufados por el olor del pollo asado y de los puestos poniendo Camela a todo meter, descubrimos lo que aquí en el norte se conoce como: Carnival.

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El carnival no es lo que se conoce como carnaval, aunque el Google Translate diga lo contrario. Por estas tierras lo llaman a lo que nosotros conocemos como la feria, la verbena…, vamos ¡los cochecitos! Como aquí en Dundee no tienen patrón alguno, pues no tenemos fiestas patronales (A+B=C), ni día dundonian ni nada por el estilo. Es una pena, por que con lo bien que saben pegarse la juerga padre, me haría mucha gracia verles así, en su salsilla castiza. No hay nada más entrañable y con mayor grado de desfase memorable que las fiestas de un pueblo. Pero bueno, como no lo tienen no les resulta tan doloroso como a mi el no poder disfrutarlo. Ellos se lo pierden.

Todo esto viene por que este fin de semana nos han puesto una verbena justo en el parque que tenemos enfrente de casa. Así que ayer por la tarde quedamos con los del labo y «pa’llá» que fuimos. Yo me hice a la idea de que se celebraba algo para ir más preparado mentalmente. No se, como hacía frío y no era el día de la primavera, ni el de la gaviota advenediza…, pues como que no invitaba mucho ir a la feria. Pero nos pusimos las adidas altas, el abrigo de esquiar, los guantes y el gorro y nos dejamos deleitar por los feriantes escoceses. He de decir que estos son mucho más tímidos: no gritan «muñeca chochona», no hablan con el micrófono dentro de la boca mientras el niño corre por encima del mostrador de las escopetas, no hay palillos ni servilletas por el suelo, no venden alcohol (gracias a Dios por que esto podía ser el apocalipsis)…y joder, ¡si ni siquiera ponen a María del Monte y su inmortal A la sombra de los pinos! Pero no pasa nada, como dice el refrán «cuando estés en Roma, haz lo que hacen los romanos», bueno casi, por que lo de ir ligeritos de ropa como iban ellos como que no me daba la gana. Fue divertido, por que era como estar en una clase de inglés del rollo mítico aquel de voz del magnetófono«Student Book, page 24, exercise B, fill the gaps». No tenía ni idea de como se llaman las atracciones en inglés: ni el canguro, ni el tren de la bruja, ni los coches de choque…¡nada! Así que mira, por lo menos le saqué partido a los £10 que costó la gracia. No se por cuanto tiempo los recordaré, pero oye, yo mis esfuerzos los estoy haciendo, que quede claro.

Y para no reencarnarme en Potitas aquí, más allá del Muro, decidí moderarme y no dar más vueltas sobre mi mismo de las necesarias. De eso se encargó Marta, que acabó más centrifugada que el tambor de una lavadora. Al verla salir pálida de la última atracción, el «Freaking Out» o «Flipando» en castellano, me alegré de haber mantenido el estómago en su sitio y de haberme gastado los cuartos únicamente en los coches de choque y en las carreras de caballos (ni los del Tesco, ni los dopados). Por cierto, un detalle. Sabíais que aquí no se lleva lo de darse porrazos frontales en los coches de choque (al loro con el link, imprescindible) sino que conducen en fila india y…¿¿¿por la derecha??? Obelix, sí, están locos estos…bueno, estos.

En definitiva pasamos una tarde diferente, algo fría pero entretenida, y sobretodo teniendo una nueva experiencia que era de lo que se trataba. Pero yo sinceramente, donde esté mi olor a fritanga, mi perrito piloto y mi «escúchame, entiéndelo»…que se quite todo lo demás.