Archivos para las entradas con etiqueta: 2015

Feliz 2015, pequeños lectores. Sí, han pasado ya casi dos semanas desde que empezó el año y todavía no me había asomado por aquí para darle a la tecla. Pero que mejor día que empezar que en el día de hoy, 13 de Enero. No es por que sea Martes 13 o por que se trate de la fecha de la primera nevada del año en Dundee, no. Ni más ni menos hoy –para seguir cultivando mi fama de efeméride con patas — hace tres años deje de vivir una vida mundana y terrenal y pasé a formar parte del glorioso grupo de los sabios doctores. Tres años ya, da miedo decirlo y tampoco es momento de ponerse melancólico. Y es que han pasado tantas cosas desde entonces que echar la vista atrás da algo de vértigo, pero lo que farda decir que eres doctor… eso no se cambia por nada del mundo. Creo que todo el esfuerzo se compensa con el hecho de escribir tus datos personales en las cartas con un «Dr.» delante. Eso queda realmente cool.

doctor-hibbert

 

Aunque realmente si lo pienso tampoco he cambiado tanto, sigo teniendo las mismas aficiones pero me gusta hacerlas al fresco, eso es todo. Qué significan unos añitos más si estoy en la flor de la vida y además ya os digo que el clima este me ayuda a mantenerme joven e indeleble como Walt Disney. El mes de enero siempre es un poco traumático, sobretodo debido al volver después de estar en casa por navidad. Me imagino que los de El Almendro no hacen otro anuncio acerca del familiar de turno que se vuelve a marchar de casa por que sería más traumático que ver la película de la novia de Chucky. Así que pasito a pasito y tomándome las cosas con calma, así empiezo este 2015. Al fin y al cabo lo mismo hice en 2014 y en 2013… y como en todos ellos a estas alturas del año…todavía ando un poco pez –porque no me podía faltar un guiño a mi momento estelar en día tan señalado, claro está.

pez

Si se me pregunta que me inspira el año 2015 diría que me suena muy futurista y que me guste o no, va a ser un año de transición. Desde luego que no quepa ninguna duda de que este VA A SER MI AÑO, eso está clarísimo. Primero por que me volvió a tocar la figurita del roscón, y como cada uno en su casa juega con sus reglas, en la mía siempre ha significado que al que le toca el año siguiente tampoco paga el roscón. Y así vamos, cuarto año consecutivo en la que suena la flauta y cuarto año en el que me ahorro unos eurillos de esa cuenta «eurera» que tan tiritando tengo. Y segundo por que mi madre me lo ha dicho, y si ella lo dice será que es verdad por que es muy sabia y yo la creo. Por lo tanto, este año 2015 es EL AÑO. Un año aparentemente cualquiera pero que para nosotros supone pensar que hacer en el futuro. Un contrato de tres años está muy bien, vives tranquilo. Durante el primer año piensas en adaptarte, todo es nuevo, hay muchos papeleos que hacer, abrir un blog para que vean que estás bien… Y tras él llega el segundo, que es claramente el de disfrutar. Ya estás asentado, tu grupo hecho, en el trabajo te manejas…todo rueda y pasa volando. Y finalmente antes de lo que creías llega el tercero, que supone el volver a ponerse alerta, alzar la guardia y empezar a otear el horizonte. ¿Qué nos deparará el año? Sinceramente, aún no lo se. Algunas cosas están más claras, otras no tanto. Algunas son más factibles que otras, pero no deján de ser hipótesis. Y para hipótesis ya tengo bastantes ahora en el laboratorio y no necesito más. Así que de momento, para estos primeros meses del año he decidido centrarme en lo que tengo entre manos y, sin dejar de otear el horizonte de reojillo, darle un empujón al proyecto y cerrar la historia para quedar todos en paz. Después, ya se verá.

mirando-al-horizonte-733644

 

Pero como lo cortés no quita lo valiente, por mucho año de transición que sea, las tradiciones hay que mantenerlas. A día de hoy ya van tres salidas a trotar por las frías calles de Dundee, que para el fresco que está haciendo no está nada mal. Esto de paso me ha servido para estrenar toda mi equipación deportiva de la temporada de invierno 2015 –gracias Reyes Magos— y de paso ver si rebajo la lorza que se alza esbelta bajo mi peludo torso, y sobre la cual SSMM han estado poniendo un especial énfasis estas navidades. Además de correr, continuo yendo a las clases de yoga de la profesora smile. Estoy preocupado por ella, por que se empeña en decir que hacemos yoga cuando yo creo que lo que hacemos es más bien contorsionismo. Tengo miedo de que un día se va a hacer un nudo ella sola y tengamos que llamar al regimiento Highlander para que se la lleven y la deshagan. Y quería aprovechar la oportunidad para daros una recomendación, nunca hagáis yoga con un catarro. Para empezar bien el año me he agarrado un trancazo del quince y no se me ha ocurrido otra cosa que meterme en clase de yoga con la idea de relajarme y estirar. Sin embargo, en lo que no había caído yo es que la dupla mocos y ponerse cabeza abajo con una pierna mirando a Cuenca y la otra a Aberdeen no se llevan bien que se diga, y más que relajarme lo que he acabado es con una fatiga que no podía ni arrastrar mi cochombroso cuerpo de vuelta por las nevadas aceras de Dundee. Eso sin contar con el puntito de vergüenza que se siente al estar en una clase con semejante silencio y tú y tu nariz ahí haciendo esos sonidos de reflujillos en día de verbena al respirar. Mala, muy mala decisión. Hacedme caso, con catarro deporte sí, yoga no.

F200912231511321122417173

Así que de esta manera tan tradicional a la par que evolucionada empiezo mi 2015. Un año nuevo también para el blog, en el cual tengo muchas ganas de seguir contando cosillas de como van las cosas por aquí para aquel que tenga un rato y no tenga otra cosa que hacer. ¡Nos olemos!

¡Feliz año nuevo!

 

Los 10 kilómetros de Monikie se están convirtiendo en una tradición deportivo-gastronómica que me llena de orgullo y de satisfacción las piernas y el estómago a partes iguales. No es que estuviera yo muy obsesionado con batir las mejores marcas de la historia, no, yo iba más bien preocupado en bajar de los 52 minutos del año pasado pero dejando margen suficiente para el año que viene hacer un tiempo mejor y pensar que aún no he llegado mi límite. No se si será una técnica útil para engañar al cerebro, pero desde luego seguro que el año que viene me hace sentir mejor. Entrar en la treintena y seguir mejorando los tiempos… bueno, no quiero pensar aún en eso que todavía queda mucho, mucho, mucho tiempo. Es mucho más agradable asociar Monikie a grandes comilonas.  Si el año pasado celebramos la carrera en el Tapas Bar de Broughty Ferry, este año hemos cambiado la gastronomía pero no el nivel: el Nahm-Jim de St. Andrews.

goku comiendo

 

El día ciertamente no invitaba nada de nada a salir de casa y menos a correr. No se si es que estaremos pagando el caluroso verano que tuvimos el año pasado pero da la impresión como que el nubarrón no se quiere terminar de ir. Maldonado ya nos lo venía dejando claro durante toda la semana, iba a llover sí o sí. Y efectivamente, por la mañana jarreaba y parecía que más que correr íbamos a nadar junto a los porrones moñudos –un pato punki típico de estas tierras– en los embalses de Monikie.

descarga (6)

Pero como a correr habíamos ido, pues eso hemos hecho, huir de la lluvia como Gremlins sin cabeza dando vueltas en circulo. Y he cumplido mi objetivo. He bajado en casi dos minutitos la marca del año pasado, y aunque he de confesar que he acabado desfondado –como muestra mi cara en la imagen de abajo en el sprint final–, creo que es factible hacerlo algo mejor el año que viene si McSun hace el favor de aparecer. Sí, en este país siempre hay que echarle la culpa al tiempo, es el deporte nacional.

monikie14

Correr mola si al final del recorrido te aplauden y te dan una bolsita con gominolas. Pero no se por que siempre pienso, iluso de mi,  que dentro de la bolsa va a haber algo caro y maravilloso como si se tratara del bolsillo mágico de Doraemon. Efectivamente lo único que encuentras dentro de esta bolsa es una miserable barrita para pájaros, agua sin drogas y un descuento para plantillas «bon-olor».  Una decepción, nada caro dentro. Al menos lo que consuela es tener la sensación heroica esa de estar en la meta con el humillo ese que sale de los hombros viendo como el resto llega. Eso sí que es una experiencia religiosa. Eso, y ganar la clásica medallita impersonal con esa bandera ¿francesa?, ¿holandesa? Hago un inciso y lanzo la pregunta a ver si  encuentro a alguien que alguna vez se haya planteado por qué la cinta de las medallas tiene esos colores, ¿de qué país es? Yo voto Francia, pero no me baso en nada más de que siempre la miro desde arriba y es lo primero que se me viene a la cabeza. Pero como la medalla no da de comer –yo no la muerdo como Nadal, aprecio mis dientes gracias–, el protocolo exige dejarse de tonterías e irse de cabeza a la ducha y después a comer que ya hay mucha hambre y el esfuerzo bien lo merece.

2014-05-11 12.35.01

Y como hemos comido, señores. Igual la dolorosa lo ha sido un poco más que de costumbre, pero bien que ha merecido la pena. He comido tanto pescado crudo que se está poniendo ahora revoltoso mientras estoy en el sofá. Sinceramente creo que lo que quiere volver a la pecera, pero de eso no puedo hablar por que aún estoy en horario infantil y lo que me está dando pereza y mucha es salir de debajo de la manta para cumplir sus deseos. Mira que me gusta el sushi, pero la digestión del tallarín, sushi, tallarín, sushi rematado con el helado de vainilla del Jannettas… me ha dejado en KO técnico.

Resumen: Día para enmarcar, fuerzas renovadas para la semana que empieza. Monikie 2015, te esperamos. ¡Voy buscando sitio para comer!