Noche de tapas, que cosa tan común para todos y que manera tan fácil de hacer feliz a un grupo de personas de alrededor del globo. Desde luego, no hay mejor manera de juntar y agradar a la gente que teniendo enfrente una mesa bien llena de comida. Así no hay problemas culturales, diferencias ideológicas o rivalidades laborales que echarse a la cara. Está claro que antes de discutir con alguien lo que se debería hacer sería poner una mesa con unas cuantas cosas que picar, seguro que así el problema se sofocaría y se gastarían menos energias en pronunciar palabras inútiles. Y no es que haya descubierto la pólvora, ya desde tiempo inmemoriales los romanos ya hacían sus bacanales, los griegos sus banquetes y los madridistas comían pipas en el Bernabeu. ¿Por qué no hacemos hoy en día el resto lo mismo? Esa es mi reflexión de hoy.

No es que haya discutido con nadie ni que tenga intención hacerlo en el futuro, simplemente me llama la atención el efecto «me la suda todo» que tiene sobre un grupo de personas el que se diga la frase «podemos empezar ya». Eso paso el fin de semana pasado, cunado organizamos una noche de tapas en casa en el que cada pareja — con su respectiva oveja — tenía que traer algo de picar, cenar y después someter los platos a votación para darle un poco de morbo al asunto y elegir la tapa de la noche. Según iba llegando la gente a casa íbamos colocando los platos en la mesa y poniéndoles su correspondiente cartelito con el nombre para tenerlos bien identificados. Mientras esperábamos a que llegaba todo el mundo estuvimos haciendo lo típico, hablando de trabajo, criticando a fulanito, aprendiendo a decir una palabra en doscientos idiomas diferentes… Así hasta el momento de abrir la veda, en ese momento ya no hablaba ni McPaco. La mirada de la gente era como el ojo de Sauron, distraída completamente hasta el momento en el que el anillo te caía en el dedo –entiéndase anillo como la tapa y el dedo como el plato, por si hacia falta clarificarlo.

Y para tapas los colores que diría el refrán. Empanadillas, pinchitos de morcilla escocesa, chorizos al whisky, sushi, cordero indio, paella, banderillas, tostas de champiñones con queso fundido, huevos con patatas, gambas con guacamole, arepas, sangría, ron melón… oye, a lo tonto nos salió una mesa de lo más digna. Y ya no hablar de lo bien que ha venido para afrontar la semana con suficientes reservas en el estómago y en la nevera. La cantidad de sobras ha sido capaz de alimentarnos copiosamente durante dos días, un lujo. Igual hasta repetimos dentro de unas semanas cuando veamos que salen arañas en el fondo de la nevera –aunque aquí eso no es un gran problema por que las culonas están por todas partes en esta época. En esta primera edición del concurso el ganador fue el que se marcó una paella de marisco como dios manda, con sus cigalitas y todo. Por una vez me alegré de que alguien se saltara las normas, y dejara de lado el «traer cada uno una tapa» por un «traer una paella» para 15 personas. Efectivamente aquí nuestro colega Sambit se marcó una señora fuente de paella que nos dejó a todos boquiabiertos. Vamos, tan alucinado me dejó que estuve por darle mi pasaporte. Le dije que si iba con esa fuente a la embajada en Edimburgo le daban el visado, la nacionalidad y unas vacaciones en Torremolinos, eso seguro. Pero ole, allí se fue el tio tan contento con su trofeo de vencedor del primer concurso de tapas «Casa Marta» y su capa de superheroe castizo.

Al final de la velada decidí intentar colar la idea de que el vencedor tendría que preparar su «tapa» en versión plato principal a lo grande en un siguiente evento. Creo que por esta misma razón los votos fueron dirigidos a la paella y no a otras tapas pequeñas. Somos científicos, pero no tontos como el de Media Markt. Y menos mal que no gané yo, por que como me tuviera que poner a preparar empanadillas otra vez a diestro y siniestro creo que esta vez la bola come harina habría acabado conmigo. Así que ahora lo que estamos es a la espera de una paella india que pueda alimentar a una mesa tan grande como de del concurso del anuncio de Fairy. Esto promete.