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La gaviotis escocesis comunis o gaviota común escocesa es un ser que habita estas tierras durante aproximadamente el tiempo que dura el horario de verano – nótese que no he hecho referencia a la duración del periodo estival por resultar algo etéreo -, y que puede llegar a ser más molesta que una horda de dundonians adolescentes a la puerta de un pub a las 10 de la noche.

scottish seagull

Como buen vecino de los alrededores de los Jardines del Buen Retiro, a lo largo de mi vida he crecido aprendiendo a cogerle manía a la palomis vulgaris y corrientis o también conocida como rata con alas. Este ser endemoniado y plagado de enfermedades indeseables pasa con el tiempo a ser el enemigo número uno de todo el mundo. Incluso los tiernos niños que alegremente disfrutan dándoles de comer miguitas de pan ante la mirada aterrorizada de sus madres,  intentarán más tarde sodomizarlas a pedradas e incluso e intentar atropellarlas con la rueda del coche por temor a que el fruto de su inagotable intestino acabe sobre su lustroso vehículo. No se, es algo que se va adquiriendo con la edad y que es difícil de explicar.

palomaretiro

Pues bien, desde que estoy aquí mi bien justificada manía por este bicho con alas lo he cambiado por un mayor desprecio a las gaviotas. Estos son unos seres despreciables que a mi parecer debería estar en un nivel aún inferior al de bacteria intestinal en Maldito Karma. He hecho un estudio meticuloso y he encontrado varios motivos clave que os quiero explicar:

Su voz. El graznido gaviotil es algo que aún los científicos no saben, pero seguro que acaba destrozando tus oídos. Y es que no se callan, siempre se están quejando por algo y son más desagradables que cortarse el dedo con un folio. Donde estén sus colegas los cuervos (con los cuales se llevan sorprendentemente bien), que se quite ese horroroso sonido que te despierta temprano por la mañana y que te hace saber que la noche ha sido demasiado larga los fines de semana.

graznido

Su inteligencia. Su pico tiene la precisión de un sable laser Jedi. Las hemos visto comer los panes de hamburguesa que el repartidor ha dejado a la puerta del pub el sábado por la mañana e incluso hasta abrir la  bolsa de basura más remota del cubo de basura más inhóspito del mundo.  Un consejo: si quieres deshacerte de algo que no quieres que nadie encuentre, no lo tires a la basura. La gaviota estará siempre ahí para desvelar tu más íntimo junto con los restos del cartón de la pizza de la semana pasada.

Seagull eats out of dustbin

Sus ojos. Tienen los ojos grandes. Y por ojos me refiero a TODOS sus ojos. Cuanto más abiertos tienen los de la cabeza…más gordo es el troncho que te cae sobre la cazadora de cuero, es como si se concentraran y pusieran todo su empeño en ello. Y sí señores, me ha pasado. Paseando por la calle tan tranquilo, sin nada sobre mi cabeza. No tienen piedad, atacan todo que pillan y no pierden estabilidad. Yo simplemente imagino un avión soltando todo ese lastre… y por narices que se piña, fijo. Ellas no, el ave fénix a su lado es un mariquita.

excremento

Sus ideales. Son independentistas y van armadas. El tema político en Escocia está bastante en boca de todos últimamente, pero hasta algunas gaviotas son unas movilizadas anti-sistema. El otro día paseando por St Andrews una nos tiró una pelota de golf. Como lo oís, una pelota de golf. He de decir que el campo más cercano estaba a un par de millas, y o la gente practica su swing en lo alto de los edificios…o las gaviotas disparan alegremente bolazos a los transeúntes. Andaros con ojo, están por todas partes, «still watching you».

gaviota

Por todo esto y mucho más desde hoy me declaro gaviotomaniatico, término que no existe pero que yo me invento. Si veo que la gente me secunda igual hasta formo un club y pido ayuda a alguna «charity« de las que aquí tanto se llevan para pedir financiación y de paso tener alguna excusa para sacar a Marta a correr otro día.

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La historia que os voy a contar a continuación no tiene desperdicio. Está repleta de moralejas, consejos, experiencias y un sin fin de decisiones poco meditadas que seguro me servirán para el futuro. Pero antes de empezar simplemente deciros lo más importante: Nunca, nunca, nunca hagais un viaje a Escocia sin reservar un sitio para dormir. Un fin de semana de desconexión se puede convertir en una aventura agotadora. Y creedme,  no mola nada.

Comenzamos el fin de semana con la intención de conocer la zona de la costa al norte de Aberdeen, las comarcas de Aberdeenshire y Moray. Salimos algo más tarde de lo esperado por culpa de una máquina evaporadora maldita que volvió a hacer de las suyas cuando teníamos prisa, pero una vez solucionado el asunto nos pusimos en marcha hacia una región aún desconocida para nosotros.

450px-Scotland_Administrative_Map_2009Nuestra primera parada fue en Fraserburgh, un pueblecito pesquero que se encuentra al igual que los baños en los restaurantes, al fondo a la derecha. Mi consejo como escocés adoptivo es que si estais planeando hacer una ruta por estas tierras…os olvideis de este sitio. Tiene un faro muy viejo muy molón pero el pueblo está más muerto que una ciudad de The Walking Dead. Por miedo a encontrarnos zombies enfuerecidos no nos detuvimos mucho y seguimos bordeando la costa hacia Moray en pos de un destino mejor.

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Por el camino descubrí la auténtica debilidad de Marta: los corderitos. Es una cosa que no sabía y que le encanta. Es verlos y se le cambia la voz y agita las manos de una manera muy extraña. Y desde luego, no es que hubiera pocos. Aunque yo sólo pensaba en la cantidad de chuletillas de cordero que podían salir de esos bichejos, a Marta esto le rompía el corazón e hizo que se convirtiera en un tema tabú del viaje. Y es que las muy guarronas de las ovejas deben andar en momento reproductivo, y a estas alturas del año toda oveja escocesa tiene dos corderitos que no se levantan un palmo del suelo al lado de ella. Mi pregunta es, ¿todas las ovejas paren gemelos?, ¿comen Petit-suisse? Otra pregunta que lanzo al aire es si las ovejas negras paren en otro momento del año diferente a las blancas, por que después de pasar por muchos prados y hacer una estadística al rollo «cuenta la´vieja«, mi conclusión es que las ovejas negras no tienen tantas crías como las blancas. ¿Por qué será? Dudas biológicas ovejiles asolan mi mente esta noche…

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Hizimos una parada intermedia en Banff, otro sitio de la geografía escocesa completamente desconocido y a mi parecer otro sitio completamente prescindible. Lo siento por los Banff-ianos, pero lo único memorable que tiene este sitio a parte de la zona de la playa, es el Castle Bar, su bar de borrachillos locales que cantan con pasión grandes exitos de los Boyzone mientras toman Bacardí con Coca-Cola. Esto me lleva a otro dato de interés: los borrachos escoceses no toman whisky, se pillan el trozaco padre a base de Bacardi blanco. Flipa.

Y a partir de aquí se desató el apocalipsis que dió, ahora si lo puedo adelantar, con nuestros cuerpos en Dundee a las 5:30 de la mañana. Tras dar un paseito por la playa de Cullen, sitio que merece más la pena que los anteriores, y tener una conversación acerca de los distintos términos para decir «puerto» en inglés, decidimos irnos hasta Elgin y pasar allí la noche. Nuestra sopresa al llegar fue ver que todos los B&B estaban llenos, no nos cogían el teléfono o no nos abrían la puerta. Sin alarmarnos mucho nos pusimos a buscar un hotel, con la sorpresa de que tampoco había disponibilidad en ninguno de ellos. Fue uno de los recepcionistas el que nos dijo que como era fin de semana de Bank Holiday estaba todo bastante lleno. Su consejo fue que nos fueramos hacia Inverness y buscáramos algo por el camino. Ese era el plan que teníamos para el día siguiente, así que tampoco supuso un gran trauma, y al menos parecía claro que encontraríamos algún sitio donde quedarnos. Ahora ya sabeis que el final no fue así.

Por no hacer muy largo todo lo que pasó, lo resumiré diciendo que no hubo forma humana de encontrar un sitio para dormir en toda la zona. Todo Inverness estaba lleno, desde los albergues más baratos hasta el hotel de mayor lujo de la ciudad. Y yo me pregunto, ¿cuál es la capacidad hostelera de una ciudad que vive basicamente del turismo y que no es capaz de tener plazas libres en NINGÚN sitio el primer fin de semana de Mayo? Nuestros ojos no daban crédito cuando llamada tras llamada, albergue tras albergue y hotel tras hotel la respuesta era la misma: «sorry, but is not possible» o lo que es lo mismo «lo siento, peinaos». No sólo en Inverness, sino en todos las ciudades de los alrededores, Nairn, Tomatin, Avoch, alrededores del Lago Ness… Esto nos dejaba dos opciones: dormir en el coche o volvernos a casa.

Panneau-dormir

Eran más de las 2 de la mañana cuando salíamos de preguntar del último hotel. Con el cerebro frito y con ganas de zambullirme en el Lago Ness para no salir jamás tomamos la aún no se si buena o mala decisión de volvernos a casa. Más de 200 kilómetros para, durante 3 horas de viaje atravesando las Highlands, poder terminar este día de excursión que se acabó convirtiendo en una pesadilla.

En nuestra odisea de vuelta a casa nos encontramos primero con un ciervo por la carretera que casi nos mata del susto. Después, según nos adentramos en las Highlands pasamos un tramo de lluvia y niebla como si estuvieramos pasando el paso de Caradhras,  tras lo cual decidimos parar a descansar un rato en un layby de la carretera. En Escocia, una vez has pasado Perth ya no hay gasolineras, áreas de descanso u hoteles de carretera donde parar. En cambio, cada pocas millas existen pequeñas zonas donde los camioneros aparcan y pasan la noche, los famosos layby estos que os cuento. Y ahí estuvimos nosotros, tirados cual colilla casi a las 4 de la mañana en algún lugar perdido en mitad de las Highlands mientras los camiones meneaban el coche cada vez que pasaban por nuestro lado.

Tras esto, con las pilas algo cargadas y con Jaime Urrutia sonando en el iPod al volver a arrancar, nos pusimos de nuevo en marcha. ¡Qué barbaridad! Por suerte, a las 4 de la mañana empezó a amanecer y la última hora y media de viaje se hizo más agradable. Pasamos por un pueblo que se llama Guay, lo que nos dió para un buen rato de coñas estúpidas de estos de cuando la cabeza ya no te da para más (aunque de guay el tema no tenía nada) y hacia eso de las 5:30 estábamos metiéndonos finalmente en la cama. Un voltio más que considerable para lo que iba a ser un fin de semana de desconexión. Creo que a parte de las 24 horas de Le Mans, también se podría incluir esta como una de las grandes rutas.

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Ahora a toro pasado, ha pasado a convertirse en una anécdota más de toda esta aventura, pero realmente la noche tuvo telita marinera. No se si las decisiones fueron las correctas o si nos dejamos llevar por la locura del momento. Pero insisto, aún pareciendo que creais que viajais a un país civilizado que vive del turismo, no lo es. Serán una super-potencia mundial pero lo del alojamiento hotelero no es su fuerte, lo que hace los planes improvisados no sean para nada la mejor opción. Asi que a menos que tengais un aire aventurero a lo David Livingstone…no salgais de casa en Escocia sin tener claro donde vais a acabar ese día o como decía aquella canción de Celtas Cortos…puede ser «el comienzo de una triste historia en el que el protagonista eres simplemente tú».