Archivos para las entradas con etiqueta: iib

Más de nueve meses han tenido que pasar para que una visita haya puesto un pie en nuestra humilde morada. Es cierto que el tiempo pasa volando y que parece que fue ayer cuando estábamos haciendo el ya bien establecido «tour escocés para turistas de corta estancia»,  pero se echaba ya en falta un poco de trajín en el cuarto de invitados. Aunque ciertamente, nueve meses es un tiempo despreciable comparado con el que había pasado desde la última vez que le vi la cara a nuestra última huésped: ni nada más ni nada menos que casi seis años.

1216325481864_fAllá por Octubre de 2007 una porteña pelotuda procedente del otro lado del mar apareció por el IIB, apenas un par de meses después de que yo hubiera oficialmente dado por empezada mi vida predoctoral. Y aunque únicamente compartimos unos cinco meses juntos en el laboratorio, estos fueron suficientes para vivir un montón de batallitas llenas de momentos apppsurdos, fiestas de disfraces con chorizos en juego y despedidas dramáticas, además de frustraciones laborales que ya nos dieron la idea de poner una tienda de sofás ya por aquel entonces –idea que no deberíamos olvidar en caso de que el futuro se vuelva gris como el cielo escocés.  Y efectivamente,  por mucho tiempo que pase, hay amistades que duran toda la vida. Gracias a los ladrillo-mails primero y al facebook después, hemos conseguido no perder el contacto durante este tiempo. Y aunque el destino nos quiso poner el canal de La Mancha entre medias cuando el océano que nos separaba desaparecía temporalmente, ni el mismísimo Ryanair y sus aviones de cucurucho han impedido que nos volviéramos a encontrar. Pero lo más curioso es la conexión que se tiene con algunas personas, por que a pesar del tiempo pasado, la sensación era como si nos hubiéramos visto el mes anterior, con la única diferencia de que había un hueco de seis años en nuestras vidas. Por eso estos días han estado repletos de muchas cosas las que ha habido que contar y otras tantas las que recordar. Desde luego una experiencia bastante peculiar. Tanto, que en determinados momentos me sentía como Marty viajando en el tiempo con un DeLorean y volviendo al presente a hacer balance de los grandes momentos de los últimos años.

Así que la pelotuda porteña, afortunada en esto de las estancias de corta duración, ha estado por aquí unos días con nosotros. Y como buena visitante de este país, ha tenido una estancia con un tiempo….escocés. Sol, frío, viento, lluvia, tormenta, arco iris….todo esto en media hora, claro. Por que por estos lares es bien conocido aquello de: «si no te gusta el tiempo en Escocia, espera media hora». Los de la previsión meteorológica fallan poco, con tal de poner todos los simbolitos en uno…al menos fijo que aciertas uno de ellos durante un rato. Así es esta gente, les apasiona el riesgo.

gotasolnube

Y a pesar de las inclemencias meteorólogicas la verdad es que han sido cuatro días la mar de productivos: Edimburgo, St.Andrews, Stirling, Pitlochry, Perth, Dundee, Broughty Ferry, más la visita a una destileria, un sinfín de cementerios y una fiesta de Halloween y otra de Diwali han hecho que haya sido una visita la mar de intensa. Todo esto aderezado con unos buenos desayunos con Dundee Cake — de la cual no conocía su existencia — y de un buen Scottish breakfast el último día para cumplir la tradición con las visitas.

l

En fin, que me alegra mucho haber podido volver a reencontrarnos y poder recordar el diccionario castellano-porteño, ver que todo sigue igual,  y de paso haber perfeccionado mis técnicas de guía escocés. ¡¡Espero que no vuelvan a pasar seis años para volver a repetirlo!!  Aunque eso sí, espero que la próxima vez… McSun se porte un poco mejor y nos alumbre con un poco más de fuerza. ¡Gracias por venir boluda!

O «mummy duck strikes back», que queda mucho más molón. Después de un año en el laboratorio dundiano ha llegado el momento de retomar frases pasadas y demostrar mis encantos con un nuevo patito, mi primer patito como postdoc en el extranjero.

mama-pato

 

Durante la tesis ya me tocó hacerme cargo de unos cuantos pobres estudiantes que llegaban temerosos y a ráfagas al 1.4.1. Con todos ellos me tocó pasar por los protocolarios momentos de enseñanza primaria con los temas estrella: pipeta, campana, tubo, matraz, bote. Algunos de estos patitos llegaron a convertirse en auténticos compañeros de batalla, otros…pasaron a la historia. Y bueno, es verdad que ver que cuando ves que la gente sigue adelante en parte gracias a las cuatro cosillas que les has enseñado…te hace sentir bien.  Eso sin contar claro está, con los momentos de morderse la lengua por la desesperación haciendo cuentas o los momentos de tensión total ante la incertidumbre de salir todos volando por los aires por usar unas prácticas poco ortodoxas. Todos esos momentos no tienen desperdicio y son los que luego pasado el tiempo recuerdas con más cariño.

En mi caso, el término mamá pato nació cuando en uno de esos veranos, no uno, ni dos, ni tres, sino tres estudiantes entraron a la vez en el laboratorio como si no hubiera otra cosa que hacer durante el verano que ir a meterse en un cuchitril lleno de aparatejos de destrucción masiva a pasar el tiempo. Esta vez, y ante la saturación mental que me producía aquella situación, decidí que por aquello de no perder mucho tiempo e ir uno por uno y ya que no me quedaba otra que hacerlo, enseñarles las cosas básicas del centro  y a comenzar a trabajar en cultivos a todos a la vez.  De ahí que los paseos por todo el IIB suscitaran las risitas del personal y se me acabara conociendo con ese nombre o asociándome a la pegadiza canción infantil. 

images

Ahora ha llegado el momento de escribir un nuevo capítulo en mi curriculum docente. A partir del lunes tendré una estudiante griega durante 4 meses. Por un lado me hace ilusión, pero por otro también tengo la presión de no poder quedar mal, así que me parece que estos días me voy a pegar unas buenas sesiones de estudio para que no me pille desprevenido y tenga que salirme por la tangente y hablarle de fútbol (estrategia que sin duda seguiré si veo que la cosa se pone chunga). Además esta vez tiene el detallito extra de que ya no puedo pasarle el marrón al jefe si veo que la cosa se complica o si no se que hacer, así que espero saber demostrar mi digievolución y estar a la altura. Una cosa de la que me alegro es que este primer estudiante no sea británico. No es que no confíe en mis conocimientos de inglés nivel Shakespeare, pero sí es cierto que relaja un poco más saber que puedes utilizar un acento más mediterráneo a la hora de comunicarte.

Así pues, ya iré contando mis nuevas experiencias de mamá pato. Espero que me de para tantas batallitas como las anteriores, por que si es así esperaré impacientemente la llegada del siguiente patito…

gar laboratorio

Reconozco que mi capacidad de retentiva de fechas sobrepasa un poco lo normal y que para la gente que no me conoce mucho le puedo llegar a parecer un poco bicho raro. Al que ya me conoce, aunque también le parezco un bicho raro, no le resulta ya tan extraño que me acuerde de cosas que son intrascendentes para el resto de la población mundial. Para poner un ejemplo, de mi cabeza no salen fechas como el día que me saqué el carné de conducir, el día que mi padre se despeñó por una ladera del bosque de Los Tilos en La Palma o los días en los que entré y salí del IIB.

Pero ayer fue un día que considero que no es tan raro que me hiciera saltar la alarma interior cuando lo ví acercarse en el calendario. Y es que el 3 de Septiembre – aparte de ser un día importante para el nuevo y peligroso habitante-cooperante de El Salvador -,   siempre será el día en la que empezó mi aventura postdoctoral en el por aquí conocido Blow Lab y que ya ha cumplido un año. Por si a alguien le da por el rollito revival, esta fue la entrada de aquel día: Volver a empezar. Esta fecha tiene además un puntito extra de melancolía espacio-temporal, ya que ha supuesto el cierre completo del círculo y todo lo grande ha pasado «una vez». No voy a ser pesado volviendo a contar batallitas pasadas, pero este era el único momento importante que faltaba por pasar una primera vez, y ahora desde hoy todo lo que ocurra en esta dundeeventura será susceptible de convertirse en un fallo en Matrix. Fallo que haré todo lo posible por evitar no vaya a ser que Morfeo se vaya a mosquear y la tengamos. Por eso, la mejor manera de evitar la monotonía y mantener mi cabeza distraída acumulando datos innecesarios será empezando nuevas actividades. De momento ya tengo en mente varias que seguro pasarán a la lista de efemérides, pero no adelantaré acontecimientos y mantendré en el espectador ese puntito de tensión que las grandes historias necesitan.

circlesend

Y si la pregunta es que qué tal en el trabajo, diré que bastante contento. He ido a caer en un grupo de personas cada uno de su padre y de su madre y que aparte de sacarme más de una vez las castañas del fuego están también un poquito de la olla, cosa muy necesaria en un laboratorio. Como alguien me dijo una vez…la gente normal me asusta. No se si hacia fuera da la impresión de que con un año más de experiencia laboral eres ya un hacha, que nada se te escapa, todo se controla y  que todo va rodado. Pero nada más lejos de la realidad. Es cierto que aprendes a hacer un montón de cosas nuevas y que eres más independiente, pero las «cagadas» clásicas de todo científico que se precie siguen pasando: las membranas siguen saltando misteriosamente de las cajitas, se te olvida apagar el timer y pierdes el sentido del tiempo o utilizas un rotulador rojo para nombrar los tubos y éste misteriosamente decide borrarse. Da igual que no lo entendáis, son errores muy chungos.

timer

Así que ayer, para celebrar el aniversario de la primera de las tres partes de la que será en principio mi estancia aquí en Dundee, nos fuimos a hacer algo distinto al clásico levantamiento de pintas dundiano, ver una exposición de algunos de los mayores fumados del siglo XX: Matisse, Warhol, Dalí y Picasso. Se trata de una exposición nueva en el museo McManus, el de momento único museo de arte hasta que construyan el majestuoso Victoria & Albert Museum en donde aún se encuentra el hotel Hilton. Esto me sirvió para además de hacerme un poco el cultureta, quitarme la espinita de no haber podido entrar a ver la exposición de Dalí en el Reina Sofía el 11 de Agosto de este año.

Vaya tela…, ¿veís?, creo que vivo inmerso en un calendario de pared. Otra fecha que se me ha quedado grabada para la posteridad. El año que viene, si no he quemado el laboratorio, volveré a dar un informe puntual de como ha evolucionado la vida laboral. ¡Espero tener algo importante que contar!

efemerides

Ya estamos de vuelta de nuestro fugaz viaje. Han sido unos días la mar de intensos, lo que me hace tener la impresión de haber estado fuera más tiempo de lo que ha sido en realidad. Pero hoy estoy cortocircuitado. Bien es cierto que ya preveía que esto fuera a pasar, pero realmente creo que es ahora cuando necesito unas vacaciones para recuperarme.

El balance de estos 4 días y medio de vacaciones se puede resumir en menos de 20 horas de sueño, visitas abueliles, celebracion de artículo, reencuentros, bodorrio y más de 1600 kilómetros de carretera distribuidos en parajes tan dispares como Dundee, el aeropuerto de Edimburgo, Madrid, Belinchón, Cuenca y Ourense. carreteramix

 

Todo ha salido a pedir de boca, y aunque únicamente haya podido estar un ratito con cada persona, me voy más que satisfecho al saber que todos los planes han salido bien y que a pesar de algún estrés de más con el reloj, el «timing» previsto ha funcionado. La family está bien, el iib está lleno de nuevos patitos, mis locas están igual de locas, el cochinillo casado y nosotros sanos y salvos.  Ayer parecía que el día no iba a acabar nunca. Después de lo agotardor que es pasarte todo el día en el coche para volver a Madrid, dar un beso y subirte a un avión de vuelta, vivimos la experiencia de estar encerrados en el avión durante más de media hora por que se habían quedado sin el famoso «finger» o tunelcillo que te lleva a la terminal mientras buscaban una escalera y un autobús que nos sacara del aparato. No veía el momento de llegar a casa y tirarme en la cama, pero finalmente, a eso de las 2 de la mañana dimos oficialmente el viaje por concluido.

Y hoy…no ha sido facil aclimatarse a los 20 grados de diferencia que hay entre un sitio y otro, el tener que volver al abrigo y a no tener nada en la nevera (tengo mono de pulpo). Digamos que ha sido una experiencia un tanto traumática la de volver a la rutina. Además, pensando que eran pocos días sin ir a trabajar, esta vez no dejé ninguna nota con las cosas que tenía pensadas para hoy al volver al labo. Y con la crisis de identidad galopante que tenía esta mañana…ha supuesto que arrancar y enfrentarme a la pipeta haya costado un poco más de la cuenta. Por suerte nos han traido un juguete nuevo que ha hecho que el día haya sido más ameno, tenemos batas de colores. A mi realmente me daba un poco igual el tema del color, pero las niñas estaban super contentas. Lo malo es que ahora tendré que pensar en el color de los calcetines antes de ir a trabajar, no vaya a ser que no vaya bien combinado.

labcoat