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Que el inglés es una lengua desconcertante no es nada nuevo. Una profesora mía me decía que el inglés es un idioma cuyas normas caben en un par de páginas pero que luego hay otras mil de excepciones, y desde luego no le faltaba razón. Esto haciendo referencia a la gramática, porque con el tiempo he ido descubriendo otro tipo de cosas que me hacen alucinar aún más. El problema estrella es el de la la pronunciación, eso sí que es otro mundo. Ni el más sabido conocedor de la lengua inglesa es capaz de explicar una gran cantidad de incoherencias. Por ejemplo la palabra bass. Aparte de ser lubina cuando se trata de un bicho procedente del mar, también hace referencia al bajo, el instrumento musical. Que una misma palabra escrita tenga dos significados diferentes no es problemático, mi cerebro es capaz de entenderlo. Pero que esa misma palabra tenga dos pronunciaciones diferentes ya es ir más allá, es cruzar los límites de lo apoteósico. Y esto es simplemente un ejemplo para representar lo duro que puede ser aprender el idioma o lo que es peor, creer que lo conoces y darte poco a poco cuenta de estos apppsurdos detalles sin explicación.

Ahora, lo que realmente me pone de los nervios y no puedo llegar a comprender es por qué razón utilizan el mismo pronombre personal para «tú» y para «vosotros». Los pronombres es de las primeras cosas que aprendes en cualquiera idioma. Saberse los colores o los animales está muy bien, pero no puedes aplicar estos conocimientos hasta que sabes combinarlo con los pronombres personales. No es lo mismo decir «perro» o «cerdo» que decir «vosotros, cerdos» o «tú, perro», es por eso que es muy útil saberse los pronombres. Pero, ¿por qué repetir pronombres?, ¡tampoco hay tantos, no hay necesidad! No es que genere un problema descomunal en una conversación distendida y normal, pero hay ocasiones en los que genera momentos molestos en los que hay que  tener que dar explicaciones para especificar si te refieres a una persona o a varias. Se que no hay ninguna academia de la lengua inglesa que ponga control de las pronunciaciones o que ponga un poco más de control con la ortografía, pero ¿existe alguna explicación lógica para el asunto de los pronombres que a mi se me haya escapado? ¿Estaban perezosos los que hicieron las normas? Por favor, si alguien puede explicarme la razón de ser de este concepto estaré encantado de escucharle.

 


La mayoría de las veces se puede sacar por contexto si al hablar te refieres a una persona en concreto o estás haciendo referencia a varias. La forma de expresarte, el como miras o los gestos que haces durante la conversación ayudan a seguir el hilo de la conversación y no tener malentendidos. Pero hay veces en las que inevitablemente se llega a ese incómodo momento de «ah, que te referías a mi» que a mi modo de ver se podría haber evitado si se hubieran hecho las cosas bien desde el principio. Porque si con Mocedades, Manu Chao y hasta con Pablo Alborán nos queda claro a quién se refieren en sus canciones, ¿por qué con James Blunt tenemos que esperar a la tercera estrofa para enterarnos? No lo entiendo, no hay necesidad de hacernos sufrir así. Además, que sea el inglés la lengua en la que esto ocurre es de traca. Señalar con el dedo está feo, pero el umbral de la ofensa en la cultura anglosajona está años luz por debajo de la española, así que no es una opción el señalar con el dedo, o si se hace se corre el riesgo de que te tachen  de«rude» ya de por vida.

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Entonces, ¿por qué hay que darle tantas vueltas a algo que quieres comunicar rápido? La única explicación es que el inglés es un idioma hippie, práctico pero muy a su rollo. Da la impresión de que las normas las pone el que primero se encuentra con la situación y la pronunciación la que al fulanito de turno le da por considerar oportuna en un momento de lucidez. Pero yo estoy convencido de que la vida sería más sencilla si los pronombres personales no estuvieran repetidos. No se, llamadme visionario, pero creo que tienen un error de fondo al que habría que echarle un vistazo. El ser humano será el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra, pero que yo conozca, el inglés es el único idioma que le pone el mismo nombre a una que a dos de ellas. Hasta aquí mi reflexión de hoy.

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«Una de grillos» es una conocida expresión juvenil que hace referencia a una situación en la que un interlocutor no hace caso, no contesta o directamente pasa como de la mierda del otro interlocutor dentro de una conversación determinada. Esto produce una situación incómoda en la que el único sonido perceptible es el de uno o varios grillos. Esta definición es importante para introducir la actividad de hoy, el cricket. Así que como decía Mägo de Oz, el que quiera entender, que entienda. Y el que además sepa inglés y le haga gracia mi humor simplón, pues que lo disfrute.

Obviamente el tema de conversación favorito durante este mes es el Mundial de Fútbol. Todo el mundo opina, critica, valora y actúa como auténticos entendidos en la materia durante largas horas por la mañana. Pero además de esto hay tiempo para otros deportes que al menos para nosotros eran hasta ahora desconocidos y minoritarios. La presencia de una fuerte comunidad india alrededor de nosotros ha hecho que de una manera u otra hayamos tenido que estar involucrados en una conversación sobre cricket. Digo involucrados por deciralgo, por que realmente en lo único a lo que hasta ahora podía contribuir era para opinar del color de los pantalones de los jugadores o de la calidad de su afeitado. Por que si decía que era un deporte parecido al beisbol pues igual… me cortaban la cabeza. Pero esa situación, hoy ha terminado por que hemos organizado una jornada de iniciación al cricket en nuestro querido y cercano Magdalen Green park.

M.C.C. Universities Challenge Final  DURHAM M.C.C.U. v. CARDIFF M.C.C.U.

La excusa era hacer un poco de deporte, enterarnos de que iba el tema y de paso hacer una barbacoa, por que de nada sirve hacer un esfuerzo si después no hay recompensa. ¿Hemos pasado un buen rato? — Sí, cojonudo. ¿Hemos aprendido algo? — Bueno, más o menos me he quedado igual. Que juego más complicado, amigos. En teoría es tan simple como entender que hay dos equipos, un bate y una pelota. El lanzador tiene que hacer que el lanzamiento sea lo más difícil posible para el bateador e intentar darle a unos palitos –en este caso cajas de cerveza– que están detrás. Por su parte, el bateador el cual tiene que intentar mandar la pelota lo más a tomar por saco que pueda sin que el resto de los jugadores la cojan o si lo hacen que tarden el mayor tiempo posible en devolverla. Vale, hasta ahí perfecto, más o menos todos pillamos lo básico. El tema es que para entender el juego en toda su complejidad hace falta entender otras cien mil reglas las cuales no hemos podido asimilar. Por hoy con nuestra primera clase hemos tenido bastante con agarrar el bate –que pesa un huevo y parte de otro –, a lanzar la pelota –más mal que bien — y a correr con el peligro de darnos un buen porrazo los unos contra los otros –es lo que tiene mirar hacia arriba para seguir la trayectoria de la pelota y no hacer ni caso al que viene por el otro lado.

Pero al fin y al cabo el cricket es como el parchis y ni los propios indios se aclaran acerca de las reglas. Yo creo que les pasa igual y cada uno juega como se dice en su casa o es que son muy competitivos. La cuestión es que yo estaba muy atento intentando seguir la dinámica del juego pero no ayudaba el que entre ellos no se aclararan de si la bola ha sido buena, mala, alta, baja o si han sido uno o más puntos. Aún así la idea del cricket para torpes está bien, me gusta y desde luego han tenido una paciencia infinita con nosotros. Yo creo que no hacía tanto esfuerzo intentando llevar la cuenta de cabeza desde que empecé a llevar las cuentas en el mus y dejar de ser un vago y que los demás contaran por mi. Aunque desde luego a algunos se les ha dado mejor el tema de la comprensión que a otros. Marta por ejemplo, ha decidido que era mucho más claro atizarle a mi cabeza con el bate que a la maldita pelotita. Me habían llamado cabezón en alguna que otra ocasión, pero creo que esto ya roza el extremo de lo poco serio. Y por mi parte, el consejo que más me ha funcionado ha sido el de que al lanzar me fijara en la caja de cervezas. Desde luego, ha sido mucho más efectivo que el de tirar a los pies o el de agarrar la pelota de una determinada manera para darle efecto, no, mejor a por las birras. Una vez que he focalizado que ese era el objetivo, más fácil me ha sido. El problema es que después me ha tocado recoger todos los botellines, pero ese no es problema por que me he llevado la satisfacción de marcar un ensayo. O espera, ¿han sido dos?, ¿estaban eliminados?, ¿he doblado el brazo al lanzar? No entiendo nada, creo que voy a tener que practicar otra vez para entender este juego de gente complicada o los grillos van a seguir atormentando mi cabeza durante toda la semana. Desde luego nos quejamos de lo lindo, por que decir de la regla del fuera de juego del fútbol es complicada al lado de esto… ¡no sabemos lo qué decimos!

O como dirían por aquí: cuando estés en Escocia, haz lo que hagan los escoceses: el bruto. Esta frase no hay que tomársela al pie de la letra a no ser que quieras acabar realmente mal, pero si es cierto que hay una serie de cosas que no pueden faltar en la lista de «to do».  En el episodio de hoy hablaremos de… mi primer partido de rugby. Como espectador, claro está.


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Hace ya un par de semanas, fuimos al estadio de Murrayfield, en Edimburgo, a ver un partido de rugby. Es verdad que se trataba de un partido amistoso, pero estuvo bien para hacerse a la idea de como es el ambiente y meterse en el mundillo este que dicen que es de deporte de bestias jugado por caballeros. Y digo yo que… un culo. Los que juegan son bestias y los que animan también, al menos aquí en Escocia. Desde el momento que entramos al estadio ya se respiraba un ambiente…embrutecido. Veinte puestos de salchichas, veinte de fish and chips y una gran carpa donde la cola para comprar cerveza podía dar la vuelta al estadio entero. Se respiraba grasa y testosterona a raudales en el ambiente. Y ya digo que el partido no era más relevante que un amistoso de la temporada otoñal ni nada más ni nada menos que contra Japón. Sí, todo el mundo se pregunta lo mismo, ¿Japón juega al rugby? Pues sí amigos, no hace falta tener mucho conocimiento de este deporte para darse cuenta que son muy malos, pero que ellos lo intentan. Además, la ley Bosman no se como funcionará en el rugby, pero a pesar de mi incipiente miopía, detrás de mis lupos de Rompetechos era capaz de intuir un par de hombretones rubios y otro un poco más moreno de la cuenta para ser japones. Vamos, que deben tener un amplio departamento de recursos humanos reclutando ex-convictos australianos que quieran pasar el resto de sus carreras deportivas representando a Japón. Aún así… sinceramente, creo que deben mejorar.

Es muy curioso ver como en ocasiones ocurren cosas muy extrañas. Será casualidad o no, pero las dos únicas veces que he ido a ver un evento deportivo en Escocia han sido un partido de fútbol de la selección española contra Japón y este de rugby…contra Japón también. No se, los nipones deben de tener algo que me atrae. La próxima vez voy a probar con un partido de petanca o de curling a ver si se cumple la norma de que me salen los japoneses cada vez que voy a ver algo.  

Esta vez en cambio, el ambiente fue espectacular, de eso no hay duda. Aquí les tira lo patrio, y el partido sirve de excusa para sacar a relucir todo el sentimiento que llevan dentro. Es un espectáculo. Banda de música, desfile, himno, fuegos artificiales, cañonazo, un speaker que se cree su trabajo no como el del Bernabeu… en fin, todo un evento para una tarde de domingo helada–tal y como diría Amaral.

El resultado del partido era un poco lo de menos, la idea era intentar pillar las reglas lo más rápido posible sin tener que recurrir a dar un codazo a mis compañeros de laboratorio para que me explicaran lo que había pasado. Lo del tema de los ensayos y las transoformaciones iba bien, pero las faltas, las melés…me quedaban un poco grandes. Por ese motivo decidí dedicarme a emular a los escoceses que tenía alrededor y gritar Scotland con mi mejor acento dundonian. No puedo reproducir el sonido gutural que salía desde lo más profundo de mi ser, pero al final quedaba algo así como: !!!Sh-co-u-lan!!! Quizá el video que mejor represente las dificultades del acento escocés es el de dos escoceses en un ascensor. Todo un ejemplo para los aprendices del momento y unas carcajas sin límite cuando el marcador al descanso era de 11 – 3 a favor de Escocia. Prestad atención al vídeo:

Finalmente ocurrió lo esperable, una paliza. A mí no, a los japoneses. Escocia se vino arriba, y aunque Japón se dedicó a dar cera y pulir cera durante la segunda parte, un rubiales escocés que era el terror de las nenas salió desde el banquillo — mejor dicho desde la bici estática donde esperan los suplentes–, y la lió parda. 42-17 en el luminoso y un gran desgaste de energía. Era tal liberación que Mel se habría quedado corto a mi lado gritando libertad. Me ha gustado esto del rugby, voy a ver si estudio un poco viendo los partidos de los domingos por la tele y para el año que viene me saco una entrada para el Seis Naciones contra Inglaterra o algo así. Todo se andará, por que para eso…hay que ir bien entrenado.