Archivos para las entradas con etiqueta: frase

No, no me alegro de verte, hace frío. Vale que el almendro de enfrente de casa ha empezado a echar unas tímidas florecillas que hacen suponer que la primavera se está acercando a Escocia además de a El Corte Inglés, pero en la calle por la noche hace frío.

Imagen

Hago mención a mis queridas e inútiles glándulas por que gracias a ellas hoy me podría haber convertido en minero de diamantes. Ir al gimnasio después de currar está genial, mola. Haces ejercicio, liberas tensiones, sudas… pero es el peor sitio para que suene la alarma de incendios. Porque, ¿dónde vas cuando salta la alarma de incendios en un gimnasio? Sí, exactamente ahí, a la calle. Y no hay mejor sitio para estar sudado que encontrarte en mitad de la calle en un lugar recóndito de la geografía escocesa. Seguro que las autoridades sanitarias no recomiendan esa experiencia a nadie, yo tampoco.

diamante1gf1

Y también hago mención a esta querida frase que me acompaña desde hace años por que es como la San Miguel, donde va triunfa. Da igual a quién se le digas y a que idioma la intentes traducir, siempre hace su efecto «te acompaño en el sentimiento». Hoy, mientras esperábamos a que el cuerpo de bomberos de Dundee al completo — por que se han necesitado ni más ni menos que dos camiones más grandes que los de Playmobil con con 5 ó 6 clics cada uno — no he tenido más remedio que compartirlo con el resto mientras daba saltitos con la intención de mantener en calor mi sudoroso cuerpo.

Por supuesto no pasaba nada, y una vez más nos hemos pasado un rato en la calle acordándonos desde el otro lado de la cristalera en uno y cada uno de los bomberos que andaban tranquilamente por las salas buscando un fuego que no existía. Estoy convencido de que ha sido algún bárbaro usando descontroladamente el desodorante de spray en el vestuario. Además de contribuir al efecto invernadero y de confirmar que el otro efecto, el Axe, no puede existir por mucho que te eches desodorante por la entrepierna si no te duchas. Me ha hecho pasar frío, mucho frío. ¡Un poquito de decoro por favor!

«Es mejor aprender cosas inútiles que no aprender nada». Con esta frase el maestro Séneca nos quería indicar que es de buen nacido el memorizar la mayor cantidad de cosas inútiles que sea posible para poder ser capaz de mantener un número elevado de conversaciones sin poner cara de lelo. Séneca debía ser un romano molón, de esos que estaba de orgía en orgía comiendo uvas con Cayo Obtusus mientras esperaba que le trajeran algo bueno desde la Galia que fumar, por que sino… no se exlica que le salieran las frasecitas estas.

Image

Durante estos días de sequía intelectual he descubierto una serie de cosas que me han dejado patidifuso. Quizá algunas de ellas debería saberlas por aquello de que se me ha pagado una educación costosa que vete tú a saber si algún día llegará a buen puerto, pero otras creedme cuando os digo que no las había oído o no había pensado sobre ellas en mi vida.

1. Los tulipanes se abren de día y se cierran de noche. 

El tulipán, ese gran desconocido. Para mí los tulipanes eran unas florecillas de colores chillones que salían en los campos holandeses o la marca de una mantequilla que salía en los anuncios de la tele. No tenía ningún otro dato sobre ellos hasta que hace unos meses descubrimos que en el Tesco vendían bulbos entre el pasillo de las mermeladas y el de la fruta y los plantamos en casa. Hasta ese momento, mi conocimiento en flores mótiles se quedaba en el girasol — puede ser debido a que son la fuente de mi mayor felicidad. Pero cuando el otro día abro las cortinas y veo el pistilo ahí a tope rodeado de sus estambres rebosantes de polen… aluciné en colores. Pero más aluciné al volver por la noche y ver que se ha vuelto a cerrar, así quedándose en tan poquita cosa. Menos mal que vivimos en la era de la tecnología y pude comprobar esto bien rápido, por que llego a estar sin internet y me da un pasmo ahí mismo. Ahora, diré que el ritmo circadiano de estos tulipanes debe estar algo tocado, por que se abren y se cierran cuando les viene en gana sin tener en cuenta si hay luz o no la hay. Aunque teniendo en cuenta el cachondeito que tiene aquí McSun con la luz…tampoco me sorprende tanto.

2. Los cocodrilos pueden comer sólo una vez al año. 

Parece que estoy dando rienda suelta a los comentarios destructivos, pero tampoco recordaba este dato acerca de nuestros amigos los cocodrilos. Puede ser que el hecho de tener horario de tarde en el colegio no ayudara a ver los documentales de La 2 o que me pillara muy pequeño los vídeos de Félix Rodríguez de la Fuente. El caso es que no recordaba yo que los animalicos estos decidieran hacer ponerse a régimen durante unos meses después de jalarse una gacela, eso es reposar bien la comida.  Pues bien, si hubiera sabido antes sobre esto habría quedado mucho mejor en la pasada reunión dundiana en la que me vi rodeado por tres veterinarios que intercambiaban un montón de datos frikis. Y yo, en ese momento de lo único que me acordaba era de…los tulipanes.

1219424108878_f

3. El arroz queda más suelto si le echas limón. 

El mundo de la cocina requiere experiencia y al igual que en la ciencia, prueba y error, prueba y error. Así llevo haciendo ya casi dos años. Pasé de hacer la mayonesa, a remojar garbanzos, hacer rosquillas de la abuela o hacer tortillas de patata a modo profesional. Pero lo que jamás se me había pasado por la cabeza es que aún quedaba algún truco para el arroz blanco. Pero sí, parece que si le echas un chorrito de limón al arroz…por algún mecanismo bioquímico que prefiero no investigar para no decepcionarme hace que los granos queden sueltos y no como una pasta con las que puedes alicatar el techo. Si alguno conoce algún truco casero que crea que desconozco, por favor están invitados a enviarme sus comentarios.

arroz

4. El deshollinador de Mary Poppins en realidad es el banquero de Mary Poppins.

Sí señor. Toda la vida cantando el supercalifragilisticoespialidoso y sacando una sonrisita al ver a una chica buscando algo en el bolso pensando que seguramente fuera capaz de sacar una lámpara de el a lo Mary Poppins, y no me había dado cuenta de que tanto Bert, el deshollinador, como el Sr. Dawes Sr, el banquero son el mismo actor. En mi defensa he de decir que nunca he tenido mucho tino en eso de distinguir caras. Más allá de que veo a todos los chinos iguales y que no soy capaz de distinguir a Morgan Freeman de Denzel Washington o liarme entre Leonardo di Caprio y Matt Damon… pues como iba yo a caer que estos dos personajes los interpretó Dick Van Dyke. Que cosas, ¿eh? Yo sigo alucinado, parece ser que es algo obvio, pero yo…sigo sin verlo. ¿Y qué por qué empezó todo esto? Por encontrarnos una dichosa moneda de dos peniques en el suelo.

Pues eso, o bien Seneca era un tío normal o yo me estoy volviendo un erudito peludito. Cada día soy un ser más perfeccionado con más datos en mi poder. Tengo muchas ganas de que llegue el fin de semana y poder transmitir mis nuevos conocmientos enfrente de una pinta. Ahora ya podré hablar de tulipanes, cocodrilos, arroz y Mary Poppins. ¿Temas de actualidad? Puede que no, pero como debió decir otro gran filósofo…que me quiten lo bailao

monosabio

Hay pocas cosas que tengan más significados que el concepto «cinco minutos». Cinco minutos es el tiempo que pasa desde que suena el despertador hasta que te levantas — aunque este pueda aplicarse varias veces –, es el tiempo que te dices a ti mismo que vas a jugar al Candy Crush antes de dormir, o también puede hacer referencia al tiempo que crees que vas a tardar en llegar desde el sofá de casa hasta el punto donde hayas quedado con tus amigos, aunque este se encuentre bastante más allá de los metros que tus pies son capaces de desplazar tu vaguería en línea recta por unidad de tiempo. Además de ser habitual durante la vida cotidiana, dentro del laboratorio el concepto «cinco minutos» también está a la orden del día. Por ejemplo, cinco minutos es el tiempo que le dices a la gente que necesitas para acabar lo que estés haciendo antes de ir a comer, es el tiempo que tardas en tener una reunión con tu jefe cuando ninguno de tus proyectos está funcionado o también el tiempo que tardas en centrifugar unos tubos durante un experimento. Todas estas cosas tienen en común la duración temporal teórica, pero no la duración temporal real. Generalmente, cualquier persona sea de la nacionalidad que sea –menos los alemanes que son muy raros –, utiliza la expresión «cinco minutos» para decir «espera un rato», «ahora voy», «calla coño» o «no te vayas, no te vayas». Pero lo que es curioso es que las máquinas — excepto el Tamagotchi –, a pesar de no tener todavía la capacidad de expresar sentimientos también juegan con esta idea. La entrada de hoy tiene un pasado, un presente y lamentablemente un futuro, y es la relación científico-centrífuga. Este aparato de uso tan rutinario en un laboratorio tiene esta propiedad misteriosa que os digo: la de actuar como el cuarto del espíritu y el tiempo. Tú sabes cuanto tiempo pones la centrífuga y cuanto va a tardar, pero realmente este tiempo es mucho más largo de lo que jamás hayas pensado. ¿Por qué? Científicos de todo el mundo llevan décadas intentando entender este fenómeno, pero hasta el momento, nadie ha dado con la clave.

Habitacion_del_tiempo

Intentaré explicar un poco más el por que de esta entrada para los no puestos en la materia, aunque realmente mi reflexión de hoy no tiene mucho que ver con la ciencia en si mismo. El trabajo en un laboratorio de investigación no se diferencia mucho de la cocina de MasterChef. A ti te ponen por delante un montón de botes con polvos y líquidos (cómida), un timer (cronómetro) un montón de aparatos (horno, turmix, batidora), unos protocolos (recetas) y un experimento como objetivo (receta). La diferencia es que por desgracia tu jefe no tiene estrellas Michelín y que la recompensa no es tener una buena comida después de currar sino un buen mojón, que generalmente es el resultado que obtienes cuando te montas un experimento de grandes dimensiones. Pues bien, sin entrar en detalles escatológicos, durante la ejecución de estos protocolos lo más habitual es tener que enfrentarte al mundo de la centrifugación. Este concepto, aparte de por científicos, también es conocido por los asiduos de las labores domésticas y por los profesionales de Calgón, y tiene como objetivo separar cosas: «tirar pa´baju lo que pesa más y dejar encima lo que pesa menos». Habitualmente y continuando con el uso del lenguaje científico de esta entrada, en condiciones estandar, este tiempo es de cinco minutos. En realidad para ser más precisos, cuando acabas de empezar en este negocio es «cinco minutos», cuando llevas ya un tiempo y te sientes suelto pasa a denominarse «unos cinco minutillos» y cuando ya llevas más años que la tana pasa a ser  «un ratejo». Pero bueno, para no complicar aún más el tema dejémoslo en cinco minutos de centrifugación.

descarga (3)

Cualquiera dirá, «cinco minutos se pasan volando, que exagerado». Pero no. Aquí no pasa como en el programa de Arguiñano, donde misteriosamente cualquier tiempo de espera pasa en un pispás, no, aquí te enfrentas a unos números –generalmente de color rojo — que comienzan una cuenta atrás. Pones tus tubos, cierras la centrífuga, ajustas el tiempo…y le das al botón de «start». Aquí empieza la aventura, pues estos cinco minutos serían como los de las películas. Imaginaos esa bomba que está a punto de explotar y en la que el protagonista tiene sólo cinco minutos para decidir si cortar el cable rojo o el cable azul mientras suda como un cerdo antes de la matanza, esa es la sensación que un científico tiene mientras la centrífuga hace su trabajo. Pero con la única diferencia de que, aquí no hay nada que hacer. Estás solo, tu mirada contra la máquina, abandonado y abocado a la reflexión con tu «yo interior». Pero realmente estás vacío, perdido y deseoso de encontrar algo que hacer para evitar esta tortura a la que estás condenado.

Como podréis comprender, este dilema temporal lleva mucho tiempo presente en mi vida, pero ha sido especialmente durante esta última semana cuando se ha hecho más duro. Este último apretón final antes de las vacaciones de navidad me ha hecho enfrentarme a esta situación más veces de lo deseado. «Lucha y trabaja, que ningún atleta es coronado sin sudor y sin esfuerzo», esto es lo que me inculcaron día tras día desde que era pequeñito. Pues bien, bastantes años después sigo sin saber a lo que San Agustín se refería con esta frase, pero lo que me da la impresión es que por muy exitosa que sea mi carrera, me queda mucho tiempo por delante para saber que cosas de utilidad se pueden hacer durante los cinco minutos que dura una centrifugación y por que estos cinco minutos se multiplican dentro de tu cabeza.  Quizá sea un sacrificio o quizá sea una jugarreta de Murphy, pero sea lo que sea las centrífugas han hecho que el concepto cinco minutos pueda llegar a ser…aún más confuso.

ccs-1241-0-49611700-1386176857