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He decidido ponerle este título a la entrada echando cuentas  de lo que ha sido la última visita que hemos tenido y que me hizo acordarme  de la película pastelona esa de nombre similar. No se que es lo que tienen los dígitos, fechas y estadísticas que me vuelven tan loco. Aparte de llevar el control de lo que gastamos de luz, de cada cuanto tenemos que recargar el teléfono de invitados y de cuantos kilómetros –perdón, millas– le hemos hecho al coche, en mi cerebro todavía queda hueco para recordar una y cada una de las visitas que hemos tenido en estos casi dos años que llevamos en Dundee ya. Y es que con esta han sido ya diez veces las que hemos sacado a relucir nuestras habilidades hospedadoras, que esperemos que hayan sido de agrado del personal. Aprovecho la ocasión para recordar a los perezosos que al contrario de lo que decía Madonna «el tiempo pasa, rapidito».

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En esta ocasión, he tenido la oportunidad de tener a la familia real al completo, con hermana y todo. Para ella era la primera toma de contacto con el mundo dundonian, y para mi todo un honor. Los preparativos no fueron muy complicados, una vez que solucionamos el tema del colchón para recrear una tercera habitación y de conseguir apañármelas para dejar a las células contentas para poder cogerme la semana de vacaciones, todos los ruegos y plegarias antes de su llegada iban dirigidos a que las nubes nos dieran una tregua de unos días y nos dejaran movernos y no tener que recurrir a estar bajo techo de pinta en pinta. No es que no quisiera darles una imagen equivocada de lo que es Escocia y sus nubarrones, pero queda un poco feo el que vengan a verte en verano aposta y estar debajo del nublo todo el rato. Vamos, que como que no mola.

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Por ideas y planes no íbamos cortos. Cada día tenía incorporado un plan B y un plan C, por los imprevistos que pudieran ocurrir. Pero incluso para mi sorpresa, hemos podido ir a casi todos los sitios que tenía planeado y que cumplían con la norma de estar a una hora de Dundee excepto la excursión estrella, la visita a la isla de Skye. Los turistas se portaron muy bien y se quejaron poco de ir embutidos como sardinas en lata en la parte de atrás del pobre Almera, al que también hay que agradecer su servicio y el haberse portado como un toro sin quejarse durante los 9 días que le tuvimos trotando por la campiña escocesa y al que le han caído la nada despreciable cifra de 1500 millas. Ahí es ná.

Haré un breve resumen de lo que han sido estos días, para que cuando pase tiempo y se me empiecen a amontonar los datos, me sirva como pequeño recordatorio del viaje. Lo haré a grandes pinceladas para no extenderme mucho, así que si no sois los aludidos podéis saltaros esta parte por que igual os resulta igual de interesante que el España-Australia del lunes.

Sábado 7: BBQ en Tentsmuir Forest y concierto en la catedral de St.Paul 

He comprendido que a mi madre le gusta hacer la peonza en la playa y que mi padre se ha declarado un enamorado de las barbacoas portátiles, es un secreto a voces que un negocio revolotea en su cabeza. Además de esto, momento histórico el del choque cultural al tirarse al cuello de los indios para darles dos besos como dos soles casi desata un conflicto diplomático. Por lo demás, bien. Por la tarde, en la catedral de St. Paul, comprendí que las clases de inglés del ayuntamiento deben ser más útiles de lo que su nombre sugiere, mi padre se leyó de cabo a rabo el programa del concierto. ¿Aburrido? No lo se, pero daba el pego de que le estaba gustando. Mi hermana, también presente, desgastaba la pantalla tactil de su teléfonolisto.

Domingo 8: Isla de May y St Andrews

El tiempo escocés es una mierda, sí, una mierda. Si no te gusta espera media hora, el verano es el día favorito de los esoceses…un montón de dichos y una sola realidad: puede llover, hacer sol y estar nublado al mismo tiempo. Otro momento a recalcar es que los estérnidos son peor que los pájaros de Hitchcock y que cuando se cabrean se cagan en tu boca, así de claro. Y los frailecillos… ains, benditos puffins. Si nos dejan un rato más acabamos como Tom Hanks en Náufrago — al menos hasta que se acabara la batería de la cámara. Más tarde, ya en St Andrews asumimos los helados se toman antes de cenar y a mi padre le gustan las ostras y los mejillones pero no el sushi por que es pescado crudo. ¿Sentido? Ninguno, pero así es él.

Lunes 9: Glasgow

En Glasgow llueve día sí, día también y las escocesas no llevan paraguas, corroborado. Nos resulta un tanto hostil y se hace patente de que a pesar de que tiene un montón de tiendas cucas y molonas, no nos gusta. Hay algo turbio en su ambiente que no nos hace que la cojamos cariño. El metro parece de juguete y mi madre tiene tintes racistas y discriminatorios por su tamaño y la manera en la que los conductores cierran las puertas. La universidad en cambio, si que nos gustó. Muy inspiradora, así que usamos sus baños. Estaban limpios.

Martes 10: Castillo de Dunnotar y Glen Clova

El verano existe, puedo llevar pantalones cortos un rato. Mi madre se siente como las de Arriba y Abajo y mi hermana se hace más selfies que Miley Cyrus en un concierto de los Ramones. El castillo resulta inspirador pero casi no entramos por falta de monedas. A la hora de comer, casi dejamos al establecimiento sin provisiones y al carrito de los postres sin ruedas. Matamos por encontrar un buzón, el servicio de correos del Reino Unido echa humo. En el Glen Clova primera gran cagada, me equivoco de ruta y no llegamos a la maldita cascada. Esto provoca un estado de flojera el cual aún no he encontrado explicación. No podemos tomar café con nubes por que en este país las cafeteras cierran a las cinco. Cosas que pasan.

Miércoles 11: Destileria de Edradour, Pitlochry,  The Hermitage y celebración de cumple en Auchmithie

Descubro con alegría que mi padre puede correr. Si hay whisky y la visita ha empezado, pone su mejor ritmo incluso cuesta arriba. Mi hermana dice que le gusta pero es mentira. Cumple 25, va de chula, pero se le siguen dando la vuelta los ojos cada vez que le da un trago. El Hermitage nos trae paz, nos molan las cascadas y creo que empieza a crecer la idea de que vivir en Escocia mola. La ceremonia pasa por un momento de tensión umbilical en el momento en el que el salmón está en un estado que no sabemos si es el correcto. En lonchas o en lomo, en ensalada o en almibar, ahumado o fermentado. ¿El huevo o la gallina? No, señor. Dígame como está el salmón y moveré el mundo.

Jueves 12: Edimburgo

Vuelta a los orígenes. Algo tiene esta ciudad, pero si les llevo aquí no fallo. El cañonazo de la una en punto sigue siendo algo emocionante, el bocadillo de cerdo algo para lo que partirse de risa y la comida india un nuevo descubrimiento: no da gases. Comer con zumos en vez de con cerveza conlleva poner caras similares a las del hombre de las cavernas con el descubrimiento de la rueda. Los documentales de La 2 tendrían para rato con nosotros. Nos molan los palacios en los que hay camas con cortinas, pero nos recuerdan al palacio de Aranjuez. ¿Quedarán rincones de Edimburgo que no hayan pisado? Lo dudo, pero les da igual. Nos gusta Edimburgo, Glasgow KK.

Viernes 13: Dundee y Fort Augsutus

Dundee, ese gran desconocido. Me recalcan varias veces que la mantequilla aquí es buenísima, no repite nada. Aún así pretendemos tomar un Scottish breakfast pero se nos junta el desayuno con la comida. Llevan 7 días aquí pero la adaptación sigue siendo complicada. Mi madre se compra un chubasquero que se podría ver desde otra galaxia, pero ella va tan pichi. Hacemos pisitos y caquitas de órdenes de magnitud incomprensibles y partimos hacia Skye. Por el camino descubrimos un hotel en principio abandonado pero que resulta ser la cuna de las «gorditas» del fish and chips. En Fort Augustus tienen su primera experiencia vital con un B&B. Cuantas cosas estamos aprendiendo en este viaje.

Sábado 14: Castillos de Urquhart y Elian Donan. Skye y playa de coral de Dunvegan

Por fin el lago Ness. Llevamos ya casi mil millas, tres viajes a Escocia y es la primera vez que ven el lago Ness. No encuentran al monstruo, pero el día brumoso en el castillo de Urquhart hace que hasta te lo puedas imaginar. No les decepciona tanto como pensaba, será que se lo había pintado muy mal. No encontramos a Sean Connery en el castillo de Eilean Donan haciendo el Inmortal pero a mi madre le encantan sus cocinas, son una maravilla según ella. En Skye empieza la fiebre del cordero, creo que nos gustan tanto o más que los puffins. La playa de coral es como una experiencia religiosa de Enrique Iglesias, pero nos da hambre. Arde Troya, no hay más que un bar de locales y un restaurante que resiste al invasor extranjero. Nos hacemos con el, llenamos el buche. Estamos salvados. Celebración tardía en la posada de los 100 whiskys. O nos vamos a la cama o acabamos con el esofago como para hacer cinturones.

Domingo 15: Vuelta a Skye, palizón de vuelta y fin de fiesta

Este desayuno está mejor que el anterior. Repetiremos esto a lo largo del día, tanto como lo harán los haggis en nuestro tubo digestivo. Skye nos ofrece hoy más corderos, el faro de Neist Point, y vueltas y vueltas a la isla….Vacas que se ponen en fila, corderos que parecen posar para ser retratados. Nos da pena marcharnos, mi madre y mi hermana sueltan un «Ooooooooooh» al cruzar el puente que podía recordar al grito de William Wallace al darse cuenta de que su querida había…. no lo diré, soy un spoiler free. La vuelta en coche nos deja echos un siete, pero estamos en la cama antes de las 12, que sino Marta se convierte en Gremlin y a ver quien la aguanta. Acaba la fiesta.


Como he dicho antes, para esta entrada he decidido ser algo más telegráfico. He supuesto que a nadie le iba a importar un carajo lo que contara y que probablemente sólo fuera a echarle un vistazo a las imágenes, así que he decidido ahorrarme la molestia de novelar el viaje. Además, como me pusiera a ello probablemente tuviera que escribir el «¿estás bien?» como un millón y medio de veces y como que no es plan de eso.

Así que aquí acabo el resumen a estos días. Debo ser masoquista, por que aunque nos lo hemos pasado muy bien mejor me lo estoy pasando ahora volviendo a la rutina. No me voy a quejar de el tener vacaciones, pero que caos el de desconectar y tener que volver a reconectar. Me gustan las visitas, ya lo he dicho otras veces. Espero con impaciencia la siguiente que aunque seguro que no será tan intensa por que ya me quedo con sitios a los que ir, seguro que estará llena de coletillas y momentos interesantes que recordar hasta la posteridad.

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Navidad, época de jolgorio, alegría y desfase. Da igual de donde vengas, tu religión, las dimensiones de tu bolsillo… a todo el mundo de una manera u otra le gustan estas fechas. Vivir en una de las principales ciudades de tránsito internacional como Dundee tiene asociando que a estas alturas haya un gran éxodo que suponga que si ahora mismo se midiera la altura de la ciudad respecto al nivel del mar seguro que habrá aumentado varios metros. Vamos, que la llegada de las navidades supone una estampida total, que deja a la de El Rey León a la altura del betún. Aquí no se mira quien hay por medio, el departamento esta mañana parecía que había sufrido una catástrofe biológica y daba hasta miedo hacer ruido al andar por los pasillos. Quien me habrá mandado a mí irme el último…

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Pero como por desgracia no tenemos la suerte de ser como los ñus o los antílopes, antes de la evacuación total el ser humano tiene la costumbre de despedirse de sus semejantes. Y ahí es donde radica el problema. ¿Cómo se despide la gente internacionalmente? Existen diversos protocolos que usan distintos instrumentos: de viento, de percusión o incluso instrumentos que conllevan el uso de babilla. Todos ellos son válidos. Unos me gustan más y otros me parecen más sosos que el «pan con pan bocadillo de pan», pero el problema es saber cual usar en cada momento sin tener conflictos culturales.

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Hay gente a la que el contacto físico le da como un tipo de alergia que le debe causar la obstrucción irreversible de las vías respiratorias y que les debe guiar a una muerte lenta y dolorosa como la de la bruja de El Mago de Oz cuando les echaban un jarro de agua encima. Es por eso que al máximo que recurre esta gente es al instrumento de viento, meneando la mano de un lado a otro mientras dice palabras bonitas contigo a un metro de distancia. Es algo que nunca he llegado a comprender y que he ido asimilando a lo largo del tiempo que llevo aquí. Durante el día a día no digo que tengas que estar sobándote con ellos sin control, hay que mantener las formas, pero… hay veces que se te pasa por la cabeza recurrir al instrumento de percusión y dar una palmadita en la espalda o un collejón… pero tienes que reaccionar en el último segundo y acabar reculando y haciendo que te peinas a lo John Travolta en Grease.

 

Además, especialmente cuando llegan unas fechas señaladas como estas lo que te sale es utilizar todos los instrumentos a la vez. Coger, mover la mano con locura, acercarte, dar palmaditas, y dar un par de besos. Ahora, la efusividad está muy bien, pero cuidadito con quien lo haces por que puede ser considerado como un gesto de aproximación excesiva. Yo ya he tenido más de un momento conflictivo, e incluso cuando piensas que el hielo ya está lo suficientemente picado como para no generar una situación incómoda…va y sigue pasando.

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Es por eso que estos momentos me ponen muy nervioso. Ese frente a frente con una persona a la que no sabes como abordar. Tú estás tan contento y se te olvida que estás fuera de tus dominios, que la gente que te rodea piensa o ve las cosas de forma diferente y de repente te encuentras dando un par de pasos hacia delante sacando la mano derecha a modo de banderillero, poniendo los morrillos en forma de «bésame, bésame mucho» y diciendo «ven pa´acá». En cuestión de milésimas de segundo algo dentro de ti dice «¡frena!» y te quedas pálido e intentas  dar marcha atrás pero es tarde. Es una situación desesperada y vas a tropezar si dudas, así que… de perdidos al río. Recompones el tipo y te lanzas al vacío, esperando que al menos la otra persona no haga la cobra y que el mal trago pase lo antes posible.

Y bueno, al final a lo hecho pecho. Tú eres como eres y a veces no puedes evitarlo. Un problema extra con el que te puedes encontrar y que por suerte no pasa mucho es tener encuentros indeseados en el momento de dar besos. Es decir, la clásica situación en el que las dos personas optan por recurrir al instrumento de babilla… !por el mismo lado! Porque, ¿por qué algunas nacionalidades dan los besos al revés?, ¿por qué dan un número diferente?, ¿no puede haber un consenso que no lleve a situaciones indeseadas? Por favor sociólogos del mundo, presten un poco de atención a este problema que nos concierne a todos. Bastante complicado es ya tener que saber como acercarte a la persona como para encima tener que hacer una encuesta del modo en el que hacerlo.

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Imagino que la solución obvia a mis problemas es aceptarlo, ser internacional y que todos nos quedemos con el clásico apretón de manos, pero yo paso.  Gentes del mundo, no seamos tan sositos y acerquémonos un poco, que esto no es el anuncio ese de los coches y las distancias de seguridad. ¡Feliz navidad! ¡Y a darse besos y abrazos, coño!

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P.D. Antes de publicar esto, se cual va a ser el primer comentario de mi madre. Esperándolo estoy.

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Dundee, 23 de Junio: Año uno tras la llegada. Hoy llevo todo el día en modo revival y aún me cuesta creer que haya ya pasado un año desde que llegamos aquí. Recuerdo como si fuera ayer que el día de antes de partir mi hermana se había encargado de romperme la cama, no se si por odio fraternal o como mensaje explícito de que ya había llegado la fecha. Del momento traumático de coger la maleta, ir al aeropuerto, hacer esas cosas horrorosas que se hacen en ese sitio horroroso y de las horas interminables de vuelo mejor ni me acordaré. Mi cerebro es sabio y ha hecho un muro de hormigón infranqueable al que no puede acceder a por esa información. Pero si recuerdo bien el momento en el que abrí las cortinas rojas de la habitación 4 del Strathdon, mire al Tay en esa tarde gris, cogí aire y dije: «Bien, aquí estamos. Empieza la aventura».

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Hasta ese momento no me dí cuenta realmente del salto que acabábamos de dar. Por aquel entonces, llevábamos ya casi un año planeándolo todo, pero no se es consciente de la realidad hasta que te das de golpe y en las narices con ella. Las tesis estaban acabadas, Marta tenía trabajo y yo una entrevista en la que me lo jugaba todo o casi todo. Para nosotros suponía un cambio de vida total. Salir de casa, cambiar de trabajo, de país, de gente… todo era nuevo, suponía empezar de cero. De cero patatero. No teníamos nada que perder, era un momento ideal para hacerlo, todo estaba de cara…y desde luego no me arrepiento de nada (bueno, un poco del tiempo, pero no todo iba a ser perfecto).

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Ahora ya ha pasado un año y sinceramente no se si ya soy el mismo. No se si he evolucionado como un Pokemon o me he quedado igual que estaba pero más perfeccionado. He hecho cosas que jamás pensaba que fuera capaz de hacer como meterme en un banco a discutir acerca de comisiones y del tipo de interés, he regateado por un coche, me he peleado con una agencia de alquiler, he hecho croquetas, tartas de queso, crema de zanahorias, también he escrito un blog, he corrido mi primera media maratón, he visto focas, he bailado ceilidhs, ido al casino, me he bañado en el mar del Norte, he dormido en una autovía, he aprendido que el whisky no sabe a madera y también he aprendido a entender a un escocés hablando. Eso entre otras cosas, pero voy a parar por que sino voy a aburrir hasta las ovejas. ¡Ah, sí! También he visto ovejas, vacas peludas, vacas sin peludear, pájaros asesinos, gaviotas listas, gaviotas tontas, cuervos, ciervos, frailecillos… Yo que se, pierdo la cuenta de la de bichos y plantas que también he visto y que juraría que no salían en los libros de biología.

Y ahora mismo a día de hoy, aquí estamos. Después de un montón de «experiencias vitales» parece que todo ha pasado y que no ha sido tan difícil. Llevamos un año currando y nos hemos dado cuenta de que las cosas no son tan diferentes como parecían al principio. La ciencia es igual de «apasionante» en un sitio que en otro (cada uno que entienda lo que quiera), la gente habla de caca, culo, pedo, pis y las llamadas por teléfono son horribles…parece que nada ha pasado, Dundee es ya como nuestro pueblo adoptivo, el pub nuestro refugio y el Tesco nuestra segunda casa. Estamos ya casi tan asilvestrados como unos auténticos dundonian, y eso es lo más. 20130620_134437

Hoy hemos decidido ir a conocer el palacio de Scone para celebrar nuestro primer aniversario dundiano. En este palacio en Perth era donde antiguamente se coronaba a los reyes escoceses y donde estaba la famosa Piedra del Destino. Ese pedrucho que podría haberse sacado de las obras del metro de Glasgow ha supuesto que durante siglos los ingleses y los escoceses se hayan dado de mamporrazos. Pero hoy nosotros, por hacer del día algo un poco emotivo, hemos ido a conmemorar el calendario en el sitio donde la dichosa piedrecita estaba (por que esa es otra, cada uno dice una cosa). Así que allí, como si del mismísimo Jacobo VI y Mary Queen of Scotland nos trataramos hemos puesto la primera piedra de nuestra aventura escocesa.

El palacio en sí no merece mucho la pena, por que una vez visto uno, vistos todos. Y a nosotros, que ya estamos curtidos en esto de los palacetes, pues no nos ha sorprendido mucho. Lo mejor que tiene este sitio es el jardín de secuoyas gigantes, los pavos reales y un laberinto super chulo del que Marta se ha cansado a los diez minutos y ha decidido atravesar un seto (para mi total decepción) con tal de llegar a la fuente del centro y poder salir. El fin de fiesta lo hemos puesto en Paco´s, uno de nuestros restaurantes favoritos de la desaPerthcibida y Perthurbante ciudad de Perth

No se que nos deparará el futuro, estoy muy intrigado. Intento pensar que estaré haciendo en estos momentos el año que viene y escapa a mi imaginación. Pero lo que realmente quiero es estar escribiendo aquí otra vez para contar la de cosas que nos han pasado y la de cosas que hemos vivido. Eso significará que no he sucumbido bajo una botella de isopropanol, que Marta no se ha escapado a bailar belly-dance a un paraíso tropical o que yo no me he cortado un dedo intentando partir cebolla en rodajas cada día más finas. La experiencia continua, probablemente no sea un año tan sorprendente como este último, por que este siempre será «el primero», pero tengo muchas ganas. Una cosa que he aprendido en este primer año aquí en Escocia es que no hay momentos blancos o negros, todas las cosas y todas las personas tienen sus matices. Puede haber sol y lluvia al mismo tiempo, empieza el año dos.

¡Allá vamos!

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Los símbolos y señales de peligro en un laboratorio son diversos. Todos ellos son muy llamativos, con un color chillón de fondo y algún símbolo que lo único que te sugiere es un: «uy, uy, uy…mal rollito…«e618b22072686df88c7c1b7284662e37Pero hay muchos otros que están escondidos y que pasan desapercibidos. Como vives rodeado de tantas señales que invitan a marchar al otro barrio si tienes un descuido fatal, tu cerebro genera un estado de resistencia a estas señales para evitar que caigas en colapso nervioso cada vez que coges un simple tubito limpio como una patena. Y es por esta razón por la que no damos ninguna importancia a algunas que realmente son inquietantes. Empecemos.

1. ¡Agárrate que te resbalas! ¡Salmón en el suelo!

Esta es la primera de ellas. A primera vista parece una señal inocente, indicando que a alguien se le ha caido algo malévolo que podría desintegrar tus huesos o simplemente que han fregado el suelo y no quieren que dejes la huella de tu piezaco un minuto después. Pero si os fijais, un inocente salmón campa a sus anchas debajo de la  «oh, !gran señal de peligro!» ¿Qué significa? Podría tratarse de un simple patrocinador como podría ser El Pozo o Casa Tarradellas, pero… ¿y si acaso esto es una conspiración del FELS (Frente Escocés de Liberación Salmonil) para incitar a la población al consumo de salmónidos en detrimento del haggis al más puro estilo «hoy las cadenas hay que romper» de Mary Poppins? ¿Y si los salmones escoceses estuvieran detrás de todos los resbalones que día a día pasan en el mundo y no lo supiéramos? Reflexionad sobre ello. 20130426_102857

2. Friega los platos…¡ojito con Godzilla!

Aquí vamos con la siguiente. En el mundo científico, imagino que al igual que en muchos otros hoy en día, es habitual ir con el tupper a comer. A la hora que sea conveniente según en el país que estés, tu llegas, calientas tu tupper de coliflor y el par de salchichas que sobraron la noche anterior y te sientas tranquilamente mientras lees el 20 Minutos, el Metro o cualquier otro periódico insustancial para tu vida o charlas con tus queridos colleagues. Tras esto, vas a la pila a fregar…y te encuentras con esto. ¡Zas, en toda la boca! ¿A que cuento viene esto señores? ¿Ante que tipo de amenza nos encontramos? ¿Puede por favor alguien explicarme que significa esto? Yo hasta ahora lo único que concluyo es que si no dejo las cosas ordenaditas, el personal de limpieza soltará a Godzilla del sótano del MRC y me llevará preso al apoteósico aeropuerto de Dundee, donde se encabronará y deshará de mi al más puro estilo highlander. Ahí queda eso. Cualquier otra sugerencia será bien recibida. 20130426_140335

3. Servicio de limpieza, ¡no gracias!

En algunas salas de nuestro querido centro de investigación, puedes encontrarte con esta señal. Es algo que hasta a tu profesor de lengua y literatura le chirriaría al máximo. No concuerda ni en género ni en número, no transmite lo que quiere decir, y no hay santo que entienda a cuento de que viene. Por que o bien quiere indicar que tienes prohíbido darle la mano a la señora de la limpieza en la cámara fría o yo creo que es que se quedaron sin pegatinas de colores que repartir y cuando llegaron a las correspondientes para los de este servicio soltaron la de prohibido magrearse y se quedaron más anchos que largos. Así se solucionan las cosas en este país.

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4. Duérmete niño, duérmete ya

Esta no es una señal muy «apppsurda», pero siempre ha sido mi favorita y quería reservarle un sitio especial en esta entrada. Lo primero que piensas cuando ves la señal de ¡Cuidado, asfixia! es que un hueso de aceituna gigante va a caer del conducto de ventilación, se va a quedar atravesado en tu garganta, te vas a poner más morado que una pasa y vas a morir por que nadie sabe hacer bien  la maldita maniobra de Heimlich. Pero no, en el contexto de un laboratorio, tiene un significado más dulce. Viene a ser algo así como que un día estarás trabajando en el cuarto de cultivos con tu casco de albañil e inocentemente alguien vendrá, abrirá un incubador y una dosis letal de CO2 te sumergirá en un sueño profundo del que nunca podrás despertar. No, no podrás, por que todo el mundo sabe que el príncipe encantandor de La Bella Durmiente nunca entrará en un sitio así. Que poco glamour, sin rueca «ni ná» no mola. 20130426_145157

Esto ha sido por hoy, queridos lectores. Espero que esta entrada haya contribuido como mi particular granito de arena a los profanos en el mundo científico. Como podeis comprobar, la vida ahí dentro no es nada aburrida. Es cierto que no es el clásico concepto de científico loco con bata y tubos humeantes de colores, pero no hay un solo día en el que no pase algo extraño o tengas que hacer corrillo para marujear sobre lo que ha pasado en este pequeño Gran Hermano. Espero que paséis un gran fin de semana, lleno de diversión, lo que me lleva a despedirme con la gran imagen que todo visitante al UK tendrá en su cámara de fotos. Gracias al diseñador de este cartel de carretera, que alarde de imaginación y que sonrisa despierta en cada castizo-parlante cuando se la encuentra por delante.

Nunca dejéis de hacerlo, ¡encontrad una razón para sonreir!

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No se en que momento de mi vida me entró la manía de capturar datos. Puede ser que fuera en la playa cuando jugaba a contar cuantos botes era capaz de darle solo a la pelotita con la pala o puede ser que fuera contando el numero de escalones de cada estación de metro. Si, se que es absurdo, pero es lo que hay, cada uno viene con sus taras genéticas y a mi me ha tocado la de ir contando cosas.
4 minutos con 17 segundos es el tiempo que tarda el tren en cruzar el puente sobre el Tay desde Dundee camino de Edimburgo. Como dicen que es el puente para trenes mas grande de Europa, me ha parecido interesante el saber cuanto tiempo tarda en cruzarse. Para un futuro, puedo ir a dejar el dato a algún colegio de la ciudad y con un par de datillos extra que me saque de por ahí ya tienen para hacer el examen final de física de este año.
Después de esta breve introducción y de comentaros el que me estoy dando cuenta de que en esta ciudad me crecen más rápido las uñas que en Madrid, quería contar nuestra primera excursión. Cansados de patearnos Dundee toda la semana, hemos decidido cambiar un poco de aires e ir a de una vuelta a Edimburgo. Creíamos que el ir allí en tren era algo más agradable, pero las 27£ que cuesta el billete de ida y vuelta lo han hecho algo doloroso. Aun así el viaje merece la pena. Es como estar viendo un episodio de Oliver y Benji a tiempo real, porque durante los 90 minutos que dura el trayecto se ve a ambos lados una alfombra verde que se pierde hasta el infinito (toma y cágate con mi faceta de poeta).
No recordaba que Edimburgo tuviera tantas tiendas ni que las rebajas fueran en seas fechas, pero Marta se ha encargado de recordarme ambas cosas muy eficientemente. Después de andar como 5 millas en tiendas en las escasas 900 yardas que tiene la calle (ahora vais, y lo convetís), de ver un espectáculo de música en la calle y de tomarnos unas pintas acompañadas de platos grasientos, hemos tomado el camino de regreso sabiendo que la próxima vez volveremos en coche, que es mas barato. Aun así, la verdad es que se agradece dejar la gran ciudad y volver aquí. Se está más tranquilo y no hay tanto guiri histérico dando vueltas y haciendo fotos como si no hubiera mañana. Cada día nos vamos haciendo mas a la ciudad. Todavía me falta conocer sus fuentes. A ver si mañana nos dan una alegría y podemos ir a bañarnos a alguna de ellas. Por soñar…

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