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En capítulos anteriores de Mi casa huele a ajo… encontrábamos la humilde morada de Marta y Alberto infectada por abominables parásitos que campaban a sus anchas sin control por la frondosa vegetación de sus dependencias. Al igual que Castilla, ancha era la superficie de la que disponían para recorrer y destrozar a su antojo sin tener en consideración el sudor producido por sus glándulas sudoríparas  para conseguir semejante vergel del Eden. Pero un arma terrorífica diseñada desde lo más profundo del conocimiento humano fue utilizada para su lento pero exitoso exterminio: el machacado de ajo. Tras varias exposiciones al agente ajo, el enemigo retrocedía, pero un arma definitiva aún estaba por llegar: el diente de ajo infiltrado. Siguiendo un meticuloso protocolo de distracción, uno de ellos acababa con los parásitos por un frente utilizando aerosoles mientras al mismo tiempo el otro introducía dientes de ajo bajo tierra para causar una explosión de sulfóxido en el interior que acabara con la plaga para siempre. Los efectos eran impredecibles, ¿podrán nuestros héroes acabar con la plaga de áfidos?

kill-bill-vol2Pues sí, así de épica podría sonar nuestra historia. Y aunque parece de broma, el artilugio está dando sus frutos. Y nunca mejor dicho, por que por alguna razón ésta mañana nos hemos levantado con una bonita sorpresa en las macetas. Aquellos ajos que plantamos hace ya más de un mes han decidido salir a la luz, y unos bonitos tallos están saliendo de las macetas. Los bichitos han desaparecido casi por completo y las plantas parecen bastante relucientes. Pero además de esto parece ser que incluso vamos a poder sacar una bonita producción de ajos italianos del Lidl para echar a nuestros guisos que tanto le gustan a Victoria Beckham. Ciertamente esto ha sido una sorpresa que nos ha dado para discutir bastante acerca del ciclo del ajo. Porque, todo el mundo sabe que si plantas uno, pues te sale una planta de ajo. Pero, ¿qué pasa con el ajo primigenio?, ¿qué es de él?, ¿a dónde se va? ¿Acaso existe un paraíso del ajo donde los ajos fundadores van a parar después de cumplir su papel en el ciclo sin fin, que lo entiende todo y aunque estemos solos debemos buscar y así encontrar nuestro gran legado, en el ciclo, el ciclo sin fin? Numerosas dudas me surgen y nuestros ajos no nos ayudan a desvelarlas. Y si no me creéis, mirad la apariencia que tienen. Mientras uno de ellos está sacando a relucir un bonito tallo verde, el otro ha decidido tener un capuchón en forma de sombrero de ajo que hace que no entienda nada. ¿Acaso puede tratarse de la fusión de un ajo y un champiñón a modo pendientes Pothara?

Pase lo que pase con estos ajos, está claro que son divinos. Si además de matar plagas, nos dan de comer y generamos una especie nueva… desde luego nos hemos forrado, ya tenemos el negocio montado: Productores de ajos de destrucción masiva. Eso, además de yo ganar el premio al empresario retrasado del año que descubre algo nuevo y tarda diez minutos en publicarlo en internet sin haberlo registrado previamente. Dos aplausos y medio por mi inteligencia: «clap, clap, half clap». Gracias, público.

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Ahora también querría aprovechar este espacio para presumir de nuestra producción agrícola. El hecho de haber encontrado esta estrategia de supervivencia ha traído consigo que ahora tengamos creciendo unos bonitos tomates cherry. Aproximadamente tenemos unos 20, que nos darán para una buena ensalada de deconstrucción al estilo de los grandes chefs, o a un buen gazpacho escocés. Por no cometer dos estupideces enormes en la misma entrada, no desvelaré su receta hasta futuras conexiones en la red, pero el gazpacho escocés con tomates provenientes de plantas rociadas con machacado de ajo y ajo infiltrado subterráneo promete ser un bombazo. Os lo aseguro.

Y además de esta nueva receta, podemos adelantar que en unos meses también seremos capaces de alimentar a una familia de osos panda, por que también hemos descubierto que los bambúes esos del Ikea que todo el mundo tiene en jarroncitos de cristal molones pueden crecer en tierra. Nuestro pequeño superviviente reluce la mar de esplendoroso en la maceta al lado del ajo-champiñón, y creo que dentro de unas semanas seremos capaces de hacer una plantación masiva rollo selva amazónica que destruya todas las especies endémicas escocesas. ¿Os lo imagináis? Cuatrocientos años luchando por la independencia, y justo cuando están en el momento de conseguirla llegan unos gilimemos desde el sur de los Pirineos y se cargan toda la producción de cebada por la introducción de bambú alterado por machacado de ajo.

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Cuanto potencial tenemos dentro de casa y que poco sabemos del ajo y sus grandes beneficios. Os recomiendo que este fin de semana hagáis un ejercicio de reflexión y os dediquéis a investigar un poco sobre el ajo y sus propiedades. Venga, vamos, todos con aran todos a la vez a buscar con ahínco las propiedades del ajo. Porque, ya sabéis el dicho: Be Garlic my friend.

 

No hay nada que de más satisfacción que un buen estornudo. Supone una gran liberación, pero así mismo, no hay nada que de más rabia que el tener un estornudo a punto de caramelo y que este desaparezca de forma repentina, ¡qué frustración! Estás en ese momento en los que se te cierran los ojillos, la cabeza se te cae hacia atrás, el hormigueillo sube por toda tu nariz y… el gracioso que tienes al lado va y te dice «atchís» o te sople a la cara e interrume ese momento de placer transitorio. Ganas de degollar es lo que te dan, por que eso no se hace.

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Estornudar es algo natural, fisiológico. El estornudo no siempre tiene que estar siempre relacionado con el estar enfermo, sino que hay veces que en tu lugar de trabajo se acumula más mierdecilla que la que tienes en la moqueta de casa y alguien accidentalmente mueve un cuaderno o se sienta violentamente en una silla y…no hay quien remedie ese estornudo. Pero lo que me llama la atención y lo que me ha llevado a escribir esta entrada no es el hecho del estornudo en si mismo, sino de las reacciones que este genera. No se si es que mi conocimiento de protocolo es algo bajo, pero me ha sorprendido que la mayor parte de gente de all over the world con la que me rodeo, pide perdón después de estornudar. Y no lo entiendo, es algo que no se puede evitar y yo no tengo nada que perdonarle a nadie, más bien todo lo contrario. No me refiero a que alguien suelte todos los mocarros sin taparse, sino a un correcto y educado estornudo acompañado de su consiguiente «ainnns». Insisto, no hay nada que perdonar por llevar a cabo esta actividad tan poco nociva para tus semejantes si se hace con cuidado y los pollos se quedan donde deben.

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A mi me enseñaron que si oyes a alguien estornudar hay que decir, «ahí va le» o «venga ahí» si estás en un ambiente coloquial o «salud» o «Jesús» si la circunstancia es algo más seria y requiere de algo más de paripé social. Lo que no me enseñaron es que el que tenía que decir algo era el que ejecutaba la acción. Por cierto, ¿alguién se ha planteado que la versión inglesa de bless you se parece sospechosamente a su versión en castellano? «Jesú», «salú» y «blessyú» se parecen muy misteriosamente, ¿tendrán un origen común?. Ésta para mí, entra claramente en el saco de preguntas tipo: que fue antes, ¿el huevo o la gallina?

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Así que en esas estoy, no he tenido ninguna experiencia desagradable, pero estoy haciendo campaña estornudo sano, estornudo elegante, estornudo relajante. Estoy intentando concienciar a la gente remilgada que pide perdón, que tiene que concienciarse de que el contener ese torrencial de aire que sale a más de 50 kilómetros por hora de tu boca no puede ser bueno. He estado mirando cosillas por internet para poder usarlo como arma arrojadiza, y ya sabéis que buscar cosas relacionadas con la salud en google…no es nada halagüeño y mucho más eficiente que buscar en PubMed. La campaña en defensa del estornudo libre ha comenzado, ¡di sí a estornudar!

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«Es mejor aprender cosas inútiles que no aprender nada». Con esta frase el maestro Séneca nos quería indicar que es de buen nacido el memorizar la mayor cantidad de cosas inútiles que sea posible para poder ser capaz de mantener un número elevado de conversaciones sin poner cara de lelo. Séneca debía ser un romano molón, de esos que estaba de orgía en orgía comiendo uvas con Cayo Obtusus mientras esperaba que le trajeran algo bueno desde la Galia que fumar, por que sino… no se exlica que le salieran las frasecitas estas.

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Durante estos días de sequía intelectual he descubierto una serie de cosas que me han dejado patidifuso. Quizá algunas de ellas debería saberlas por aquello de que se me ha pagado una educación costosa que vete tú a saber si algún día llegará a buen puerto, pero otras creedme cuando os digo que no las había oído o no había pensado sobre ellas en mi vida.

1. Los tulipanes se abren de día y se cierran de noche. 

El tulipán, ese gran desconocido. Para mí los tulipanes eran unas florecillas de colores chillones que salían en los campos holandeses o la marca de una mantequilla que salía en los anuncios de la tele. No tenía ningún otro dato sobre ellos hasta que hace unos meses descubrimos que en el Tesco vendían bulbos entre el pasillo de las mermeladas y el de la fruta y los plantamos en casa. Hasta ese momento, mi conocimiento en flores mótiles se quedaba en el girasol — puede ser debido a que son la fuente de mi mayor felicidad. Pero cuando el otro día abro las cortinas y veo el pistilo ahí a tope rodeado de sus estambres rebosantes de polen… aluciné en colores. Pero más aluciné al volver por la noche y ver que se ha vuelto a cerrar, así quedándose en tan poquita cosa. Menos mal que vivimos en la era de la tecnología y pude comprobar esto bien rápido, por que llego a estar sin internet y me da un pasmo ahí mismo. Ahora, diré que el ritmo circadiano de estos tulipanes debe estar algo tocado, por que se abren y se cierran cuando les viene en gana sin tener en cuenta si hay luz o no la hay. Aunque teniendo en cuenta el cachondeito que tiene aquí McSun con la luz…tampoco me sorprende tanto.

2. Los cocodrilos pueden comer sólo una vez al año. 

Parece que estoy dando rienda suelta a los comentarios destructivos, pero tampoco recordaba este dato acerca de nuestros amigos los cocodrilos. Puede ser que el hecho de tener horario de tarde en el colegio no ayudara a ver los documentales de La 2 o que me pillara muy pequeño los vídeos de Félix Rodríguez de la Fuente. El caso es que no recordaba yo que los animalicos estos decidieran hacer ponerse a régimen durante unos meses después de jalarse una gacela, eso es reposar bien la comida.  Pues bien, si hubiera sabido antes sobre esto habría quedado mucho mejor en la pasada reunión dundiana en la que me vi rodeado por tres veterinarios que intercambiaban un montón de datos frikis. Y yo, en ese momento de lo único que me acordaba era de…los tulipanes.

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3. El arroz queda más suelto si le echas limón. 

El mundo de la cocina requiere experiencia y al igual que en la ciencia, prueba y error, prueba y error. Así llevo haciendo ya casi dos años. Pasé de hacer la mayonesa, a remojar garbanzos, hacer rosquillas de la abuela o hacer tortillas de patata a modo profesional. Pero lo que jamás se me había pasado por la cabeza es que aún quedaba algún truco para el arroz blanco. Pero sí, parece que si le echas un chorrito de limón al arroz…por algún mecanismo bioquímico que prefiero no investigar para no decepcionarme hace que los granos queden sueltos y no como una pasta con las que puedes alicatar el techo. Si alguno conoce algún truco casero que crea que desconozco, por favor están invitados a enviarme sus comentarios.

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4. El deshollinador de Mary Poppins en realidad es el banquero de Mary Poppins.

Sí señor. Toda la vida cantando el supercalifragilisticoespialidoso y sacando una sonrisita al ver a una chica buscando algo en el bolso pensando que seguramente fuera capaz de sacar una lámpara de el a lo Mary Poppins, y no me había dado cuenta de que tanto Bert, el deshollinador, como el Sr. Dawes Sr, el banquero son el mismo actor. En mi defensa he de decir que nunca he tenido mucho tino en eso de distinguir caras. Más allá de que veo a todos los chinos iguales y que no soy capaz de distinguir a Morgan Freeman de Denzel Washington o liarme entre Leonardo di Caprio y Matt Damon… pues como iba yo a caer que estos dos personajes los interpretó Dick Van Dyke. Que cosas, ¿eh? Yo sigo alucinado, parece ser que es algo obvio, pero yo…sigo sin verlo. ¿Y qué por qué empezó todo esto? Por encontrarnos una dichosa moneda de dos peniques en el suelo.

Pues eso, o bien Seneca era un tío normal o yo me estoy volviendo un erudito peludito. Cada día soy un ser más perfeccionado con más datos en mi poder. Tengo muchas ganas de que llegue el fin de semana y poder transmitir mis nuevos conocmientos enfrente de una pinta. Ahora ya podré hablar de tulipanes, cocodrilos, arroz y Mary Poppins. ¿Temas de actualidad? Puede que no, pero como debió decir otro gran filósofo…que me quiten lo bailao

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La palabra aplicar tiene un significado adicional entre la gente que busca trabajo en el siglo XXI respecto a la gente que lo hizo el siglo pasado. Yo me di cuenta de este pequeño detalle en el momento que empecé a moverme en el mercado laboral al acabar la tesis. Todo el mundo estará de acuerdo en aceptar que el lenguaje evoluciona y que hay palabras que se dejan de usar y otras que se van incorporando, pero también en que hay palabras que cobran un significado extra, como es el caso de la palabra aplicar. Con el asentamiento de las nuevas tecnologías, los curriculums ahora se mandan por internet a través de aplicaciones y por tanto, si la documentación se envía a través de una aplicación, lo suyo es que el proceso de realizar esta acción se denomine «aplicar a un trabajo». Suena la mar de lógico. Pues bien, este termino tan común en la jerga juvenil ni está reconocido por la RAE ni  tampoco es entendido por tus padres, lo cual además de ser preocupante puede llevar a graves problemas de comunicación. Es un claro caso de incomprensión generacional.

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Pues bien, quería aclarar este punto antes de empezar la entrada de hoy sencillamente por que me he dado cuenta de que he utilizado esta expresión en el mismo título y no quería tener problemas de este tipo justo antes de empezar. Quiero aplicar a caballero escocés por que considero que al igual que me se las estaciones de la línea 9 de carrerilla, estoy adquiriendo tanta experiencia y conocimiento en el mundo escocés que dentro de poco podrían darme un título de esos que pones en la pared y quedan tan chulos para fardar cuando tienes visitas. Dos de las últimas actividades que  han contribuido a aumentar mi sed de titulutis aguda han sido ni más ni menos que ir a unas justas medievales a ver a unos cuantos escoceses a caballo darse de mamporros e ir a pasear por un bosque encantado. Mola, ¿eh? Pues voy a ello.

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Poca luz, mucho frío, humedad del 90%… pero ¿quién tiene el lujo de poder ir a ver unas justas medievales a escasos 50 kilómetros de su casa? Vale, ahora siento que es el típico momento que meto la gamba y me salen un montón de críticos diciendo que es algo muy común. En mi defensa diré que yo aparte de las de Menorca, no había oído de ellas más que en las de la película de El primer caballero. Es verdad que en estas a las que fuimos no estaban Richard Gere, Sean Connery o Julia Ormond, pero para pasar el rato y berrear como un animal no estuvieron nada mal.

Si tengo que describir que sensación me produjo el disfrutar de unas justas medievales diré que fue una mezcla de entre estar en el Bernabeu y viendo el Pressing Catch en el sofá de casa. Vamos, algo así como estar viendo un partido con el propio Hulk Hogan comiendo pipas a puñados. Salvaje. Es verdad que das una imagen un tanto pobre en esos momentos, pero ayuda a liberar las tensiones acumuladas durante la semana. No es mál plan, aunque siempre elijo mal. El que quiero que gane siempre pierde, tengo un don.

Otro plan algo menos salvaje pero de nivel cultural medio alto es el de ir a visitar el Enchanted Forest con la llegada del otoño a Escocia. Ubicado en una localización muy pintoresca conocido por ser la puerta de entrada a las Highlands y por estar rodeado de destilerías, el bosque de Faskally en Pitlochry (Pilorí en entradas anteriores) se transforma durante estas fechas en un paseo músico-luminoso en el que puedes dar rienda suelta a tu imaginación…y calarte hasta los huesos. Perdido en la oscuridad, sin ver más allá de dos palmos delante de tus narices y guiándote por las luces y la música tenebrosa, vas andando y en ocasiones da la impresión de que estás metido en la película de Fantasía o de haberte caído en un barril de vino como Dumbo. Una pasada sobretodo si se combina con una tormenta del copón. Sí, no os penséis que aquí se suspenden las cosas por la lluvia. Tú compras unas entradas, vas hasta allí, y si llueve…te fastidias. Y da igual tener el mejor impermeable o un paraguas estilo sombrilla familia numerosa de Benidorm, no, aquí te mojas igual. Pero bueno, en su defensa diré que una vez que vuelves a casa y compruebas que no te has agarrado una pulmonía de campeonato hasta lo aprecias como un puntito extra que le da un poco más de misterio si cabe al bosque. Experiencia que como candidato a caballero escocés recomiendo a las visitas otoñales.

Así que, ¿veis como estoy en condiciones de aplicar a gran caballero escocés? Expresión que como os he enseñado hoy, es completamente válida. Lo malo es que tengo miedo a que el examen sea en el castillo de Eilean Donan y que para examinarme aparezca el mismísimo Juan Sánchez vestido de Sean Connery y la liemos parda… Por eso voy a ver si me perfecciono un poco más antes de echar la aplicación que aquí los procesos de selección son muy salvajes.

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La distancia hace que sientas nostalgia de tu tierra. Cuando estás en una conversación con gente de otros países es muy común que en algún momento u otro acabes comparando lo que sea de lo que estés hablando con como se hace en el tuyo. Al fin y al cabo echas de menos hacer las cosas como las hacías antes en tu ciudad, en tu barrio, en tu calle o en tu bar de siempre. Generalmente, llegas a idealizar tanto tu tierra que pasas por alto toda la mierda que hay en ella — ejemplo que viene como anillo al dedo en el caso de Madrid ahora mismo. Normalmente, al menos en mi caso, muchos de estos arranques de nostalgia vienen derivados de temas relacionados con la comida. Por ejemplo, ver como se celebran las tesis con dos bolsas de patatas y unas botellas de zumo, o como cogen el pescado en las pescaderías…son dos de los temas estrella que más me tocan la patata.

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Por eso, para pasar el tránsito que va desde la vuelta de las vacaciones de verano hasta las de navidad decidimos hace tiempo encargar un jamón por internet para quitarnos el gusanillo y sentirnos como en casa durante un ratito. Un ratito corto, que es el que tardó el jamón en quedarse en los huesos. Pero al igual que el cerdo, vayamos por partes, que en la historia no hay nada que desaprovechar.

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El pedido del susodicho jamón fue sencillo. Siempre que hay que dar el número de tarjeta de por medio, no suele haber muchos problemas para terminar el proceso. En cambio el tema de la entrega…fue más tedioso. No se si por ser un producto alimenticio o por que suscitaba la curiosidad –y la gula– de los respectivos encargados de aduana, transporte o almacén, pero el dichoso jamón terminó tardando tres semanas en llegar. Yo, más preocupado en el cerdo que en sacar adelante mis experimentos puse quejas a la web donde hicimos la compra y a la empresa de transporte. Pero el jamón seguía sin aparecer. Así que con temor, decidí bajar al almacén donde llegan los pedidos de todo el centro y preguntar a los encargados. Es una pena que no pueda relatar el momento en el que tuve que explicar lo que buscaba y la cara que me pusieron, pero fue algo así:

— Hello, sorry,  I have a question…     /     Hola…mira…tengo una dudilla…
— Yes, tell me          /         A ver, alma cándida, que te pasa
— I made an order,  weeks ago and I didn´t get it yet    /    Pedí algo hace un huevo… y no tengo ni idea de donde está
— What was that?      /    ¿Pero qué se te ha perdido?
— A ham…     /      ¡Un jamón!

En este momento, a uno de los encargados casi hay que recomponerle la mandíbula mientras que en el mismo instante el otro levantó la mano rápidamente y gritó…»¡ah, el jamón! ¡Ven conmigo!». Sin pensarlo dos veces, dejó lo que estaba haciendo y me condujo hacia el jamón a través de un laberinto en los subsuelos del edificio. Y efectivamente, allí estaba el, en su cajita esperándome. Emocionado, le pregunté que desde cuando llevaba allí y que por que no me lo habían subido. Y el tío tan tranquilo va y me dice que llevaba allí tres días y que no lo habían subido por que no era prioridad. ¿¿¿Qué no era qué??? Indignado, cogí mi jamón y subí triunfal con el ante la cara de sorpresa de todos mis compañeros, que me hacían preguntas acerca del mundo de los jamones como si yo fuera Charlton Heston en el planeta de los simios.

Al abrirlo me dí cuenta de que no era jamón como decían a través de la web sino paletilla. Es mejor que te den paletilla por jamón en vez de gato por liebre, pero ya que hay tanto español por el mundo tan necesitado…podrían ponerle un poquito más de interés y especificar mejor la oferta. Pero lo mejor de toda la historia es cuando el lunes llego al laboratorio y… llega otra caja. Esta vez a los pies de mi poyata y con la misma forma. La abro y…efectivamente, otra paletilla con su soporte, su cuchillo, su chaira y su medio litro de aceite de oliva virgen extra. Como diría Jesulín, en dos palabras: im-presionante. No se si fue por las quejas o por que se hicieron un lío, pero el tema es que en cuestión de tres días teníamos dos paletillas en casa. Yo lo empecé a llamar la reconstrucción del cerdo, por que me dieron hasta ganas de hacer una PCR para ver si las dos procedían del mismo bicho y si reclamando un poco más podía rehacerlo en piezas como la armadura de un caballero del zodiaco, — aunque ahora mismo no recuerdo si existía el caballero del cerdo…

El día de la ceremonia se hizo un poco de rogar, por que poner de acuerdo a todo el guateque para hincarle el diente a las paletillas, o al menos a una de ellas…fue cosa complicada. Pero la espera valió la pena. Regado con unos Valdepeñas, unas pipas del Mercadona, unas castañas asadas, unos panellets, una ensalada murciana y el aceitito de oliva para remojar bien el pan del Lidl… nos dimos un buen homenaje. Como teníamos un buen maestro jamonero, apuramos bien una de las paletillas y decidimos que aunque no tenía que haber miseria, podíamos dejar la otra para otro momento de desesperación y repetir la jugada. Y así fue, ahora el huesecillo está esperando a que otros dientes, esta vez los de la sierra le hinquen bien el diente para ir directo a la olla y hacer un buen cocido.

A cerdo pasado diré que es una de las mejores compras que hemos hecho desde que estamos aquí junto con el coche y los deshumidificadores de los cajones. Así si que es posible sobrevivir durante unos cuantos meses en unas condiciones saludables. Así que si estás viviendo fuera y estás leyendo esto ya sabes, agarra por el cuello a unos cuantos que te sigan el rollo…y animaros. Y quién sabe, igual os pasa como a nosotros y os llega por duplicado. Por que lo mejor de pedir un jamón por internet es que a veces puede pasar como con los Petit-Suisse…»que al menos a mí me daban dos»

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Querido inventor de la pescadilla que se muerde la cola, ¿qué hizo usted para ser tan endiabladamente odioso? ¿De dónde era usted? Yo estoy seguro que era un inmigrante en busca de establecerse en el Reino Unido, estoy seguro. Toda la vida escuchando el dichoso dicho para darme cuenta de cual es su verdadero origen: la pérfida albión.

¿Qué cosas hay que hacer cuando intentas establecerte en otro país? Se te ocurren las básicas: encontrar un piso, abrirte una cuenta en el banco, tener internet y movil. Estas dos últimas parecen más modernas y no tan básicas, pero no son para nada triviales. Aquí, en la queridisima Gran Bretaña tienen un sistema muy accesible para el resto de ciudadanos que consiste en jugar a lo que yo he rebautizado como «la rueda del hamster». No, no puedes hacer una cosa si no tienes otra. ¿Quieres alquilar un piso? Ten cuenta. ¿Quieres tener una cuenta? Ten un domicilio fijo. ¿Quieres tener internet? Ten domicilio y cuenta. ¿Quieres tener un contrato de movil? Ten domicilio, cuenta y 90 días de estancia en este país. Así de facil, ¡sin problemas! Asi que para empezar resulta que tienes que jugar con ellos. Es muy divertido porque sólo tienes que tener 12 horas libres al día durante 5 días a la semana. Tu vas de un sitio a otro con cara de cándido y de «plis repit, I don anderstan» y ves probando suerte. ¡Y he ahí el momento clave!, ¡el momento en el que uno cuela! Se podría llamar como el agujero de gusano del sistema, el momento en el que uno se despista se le olvida pedirte un papel….¡¡¡y entras!!! ¡¡¡Lloras de felicidad porque estás dentro!!!! Pero bueno, luego siguen llegando bofetones y sorpresas. El último ha sido el del movil. Después de estar mirando y comparando precios en todas las compañías, cuando ya me siento a pagar me dicen que como no tengo movimientos en mi cuenta (obviamente, llevo 21 días aquí), que no se pueden «fiar» de mi garantía de pago. Les da igual que les lleves una carta del banco, una copia de tu contrato, que les empeñes un riñón….te miran con cara de «yes, I anderstan», pero te invitan a marcharte por donde has venido hasta que no lleves 90 días en la isla, vamos, atrapado e incomunicado como los de Perdidos.

Asi que asi andamos. Tenemos casa, cuenta, internet….pero seguimos sin telefonito anglosajón. La úncia solución es tener un movil libre y comprar una SIM (que eso si que me lo dan porque como vale un pedo…). Asi que nada, desde aquí hago una llamada a alguien que me quiera regalar/vender un smartphone libre por 100 eurillos. ¿Alguna sugerencia?