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«Cayetana de Alba, ¿reina de la Escocia independiente?». Así, tal cual, frase bomba. Sin lugar a dudas esta ha sido la de las noticias más impactantes que jamás he escuchado. Hay veces que una noticia te deja literalmente con los ojos como platos, especialmente si no te la esperas. Tú estas tranquilamente metido en tu rutina, trabajando…y de repente te llega un nuevo e-mail con un asunto como ese. Por supuesto al principio, no te lo crees, «será una chorrada» piensas. Pero no, abres la noticia, lees… y en ese momento tu cara se convierte en algo parecido a la de Jim Carrey en La máscara, con la única diferencia de que la que está delante tuyo no es Cameron Diaz en sus años mozos sino la mismísima Cayetana de Alba en…su senescencia permanente.

The Mask 1994 real : Chuck Russell Jim Carrey COLLECTION CHRISTOPHEL

Porque, ¿alguien se había imaginado que algo así pudiera pasar? Es verdad, que esa mujer tiene más títulos que el Escalerillas FC pero jamás me había planteado que existiera la más remota posibilidad de verla sentada sobre la Piedra del Destino y emperifollada con corona, cetro, capa y rodeada por mogollón de hombretones rudos de las Highlands. La cabeza del ser humano no está preparada para esa imagen.

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No es que sea yo una persona que siga con mucho afán la vida de la realeza, ni que sea un partidario del «Yes, Scotland». Soy de los que piensan que la unión hace la fuerza y que mejor juntitos que mal acompañados, pero he de confesar…que esto me haría ilusión, mucha. Bueno, no se si realmente es ilusión lo que me genera o tal ataque de carcajadas que hace difícil que la idea se vaya de mi cabeza. Y es que me la imagino ahí, como completa soberana de los scots, vestida de flamenca con su peineta al viento y dirigiéndose a sus súbditos a la voz de «sois mala gente».

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Porque si la Duquesa de Alba fuera coronada como Reina de Escocia, yo tengo bien claro cual sería su primer cometido: hacer un cambio radical al estilo de los kilt. En primer lugar, las rayas fuera y bienvenidos los lunares. Nada de llevar las medias hasta las rodillas cuando puedes llevar unas taleguillas muy monas. Y nada de puñal, no, nada de eso. En vez de un cuchillo para desollar haggis un buen abanico para quitarse los sofocos y en el sporran una bota de vino en vez de una petaquilla.

Con todas estas medidas no se si Escocia iría a mejor o a peor, pero desde luego haría que tuviera mucho más salero. Por que en un mundo en el que la duquesa de Alba fuera reina, no habría cabida para las pintacas calientes, no. Lo que habría serían grifos de Cruzcampo por doquier y jarras de rebujito para acompañar a los single malt. Con esto los pubs de Dundee a las 12 de la noche no serían tan parecidos a un documental de La 2, el efecto Cayetana habría llegado a la ciudad. Y por supuesto las cartas jamás llegarían tarde, Alfonsito estaría simpre pendiente como buen rey consorte de que el servicio de correos funcionara perfectamente. ¿Veis? Escocia sería viable y la Armada Invencible por fin podría descansar tranquila. No más tormentas en el horizonte, la venganza se habría servido en plato frío. El conquistar la pérfida albión de esta manera sería como ganar un partido de fútbol de penalti injusto en el último minuto, pero aaaaaaah, Santa Rita, Rita, lo que se da no se quita.

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Pero bueno, siendo realistas y despertando de mi sueño, el que esto ocurra es menos probable que el que yo me mantenga todo el rato despierto en un seminario de departamento. Históricamente sus lazos tiene la mujer, pero obviamente aquí no la conoce ni el tato. Los Estuardo serán recordados como unos grandes de la historia escocesa, pero en los periódicos la han llegado a definir literalmente como «esto». Sí, como el hermano de la bola de pelo de La Familia Adams, y eso que la mujer no tiene tanto. Ha sido una buena noticia que nos ha dado para horas y horas de conversación. El simple hecho de ver la cara de mis compañeros de laboratorio al contarles todo esto ha valido más que treinta años de reinado. Pero aquí son muy de la tita Isa, no lo pueden evitar. No se como acabará toda esta historia el 18 de Septiembre, pero lo que si esta claro es que doña Cayetana… se seguirá yendo de vacaciones a Ibiza, por que en el castillo de Balmoral los baldosines están muy frios. Y todo el mundo sabe que ella tiene en el cuerpo un sensor especial para estas cosas.

No hay nada que de más satisfacción que un buen estornudo. Supone una gran liberación, pero así mismo, no hay nada que de más rabia que el tener un estornudo a punto de caramelo y que este desaparezca de forma repentina, ¡qué frustración! Estás en ese momento en los que se te cierran los ojillos, la cabeza se te cae hacia atrás, el hormigueillo sube por toda tu nariz y… el gracioso que tienes al lado va y te dice «atchís» o te sople a la cara e interrume ese momento de placer transitorio. Ganas de degollar es lo que te dan, por que eso no se hace.

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Estornudar es algo natural, fisiológico. El estornudo no siempre tiene que estar siempre relacionado con el estar enfermo, sino que hay veces que en tu lugar de trabajo se acumula más mierdecilla que la que tienes en la moqueta de casa y alguien accidentalmente mueve un cuaderno o se sienta violentamente en una silla y…no hay quien remedie ese estornudo. Pero lo que me llama la atención y lo que me ha llevado a escribir esta entrada no es el hecho del estornudo en si mismo, sino de las reacciones que este genera. No se si es que mi conocimiento de protocolo es algo bajo, pero me ha sorprendido que la mayor parte de gente de all over the world con la que me rodeo, pide perdón después de estornudar. Y no lo entiendo, es algo que no se puede evitar y yo no tengo nada que perdonarle a nadie, más bien todo lo contrario. No me refiero a que alguien suelte todos los mocarros sin taparse, sino a un correcto y educado estornudo acompañado de su consiguiente «ainnns». Insisto, no hay nada que perdonar por llevar a cabo esta actividad tan poco nociva para tus semejantes si se hace con cuidado y los pollos se quedan donde deben.

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A mi me enseñaron que si oyes a alguien estornudar hay que decir, «ahí va le» o «venga ahí» si estás en un ambiente coloquial o «salud» o «Jesús» si la circunstancia es algo más seria y requiere de algo más de paripé social. Lo que no me enseñaron es que el que tenía que decir algo era el que ejecutaba la acción. Por cierto, ¿alguién se ha planteado que la versión inglesa de bless you se parece sospechosamente a su versión en castellano? «Jesú», «salú» y «blessyú» se parecen muy misteriosamente, ¿tendrán un origen común?. Ésta para mí, entra claramente en el saco de preguntas tipo: que fue antes, ¿el huevo o la gallina?

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Así que en esas estoy, no he tenido ninguna experiencia desagradable, pero estoy haciendo campaña estornudo sano, estornudo elegante, estornudo relajante. Estoy intentando concienciar a la gente remilgada que pide perdón, que tiene que concienciarse de que el contener ese torrencial de aire que sale a más de 50 kilómetros por hora de tu boca no puede ser bueno. He estado mirando cosillas por internet para poder usarlo como arma arrojadiza, y ya sabéis que buscar cosas relacionadas con la salud en google…no es nada halagüeño y mucho más eficiente que buscar en PubMed. La campaña en defensa del estornudo libre ha comenzado, ¡di sí a estornudar!

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Por una regla de tres simple si a ti te hacen llamar mamá pato por que en tu trabajo tienes un patito a tu cargo,  significa que automáticamente la persona que fue tu mamá pato durante tu etapa de pato se convierte en la gran abuela pato. Digerir tanto pato en una frase suena un poco complicado, pero la pato-genealogía científica es así de cruel. Los patos en un laboratorio generalmente aparecen de la nada y por sorpresa, luego crecen a golpes, maduran, se vuelven unos frikis, vuelan y encuentran nuevos patos a los que enseñar, se convierten en nuevas mamás pato…y esporádicamente se reencuentran con sus progenitores. Sí, así funciona la genealogía científica, un lío muy grande pero con mucho encanto.

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Este fin de semana hemos tenido el placer de albergar en nuestra húmeda cueva a la gran abuela pato. La gran abuela pato se ha hecho tan famosa que ahora la reclaman por todos los rincones del mundo y precisamente esta semana ha tenido que venir cerca de estas tierras a expandir conocimiento. Así que aprovechando que Newcastle pilla a tiro de piedra del Tay… pues se ha pasado el fin de semana a hacernos una visita. Como era de esperar, hemos comprobado que a pesar de todo sigue estando más tarada que una oveja escocesa en época de sequía. Advierto las fotos que aparecen aquí abajo no son del todo representativas de lo que ha sido el fin de semana. He tenido el decoro de hacer una selección para mantener un poco la compostura y no destrozar su carrera de científica reputada.

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Estos días apuntaban más a parecerse a la película de «El día de mañana» que a un bonito fin de semana para hacer turismo por Escocia. El cielo estaba más oscuro que el culete de Bambi y hasta los coches indicaban que el grajo iba a volar bajo, pero por una especie de suerte misteriosa los McAngelitos han cerrado el grifo a ratos para dejarnos  patear St. Andrews, Dundee y Edimburgo con tranquilidad y sin acabar más calados que el submarino de los Beatles.

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Es muy difícil condensar en apenas un día y medio cotilleos, marujeos y anécdotas a la vez que se hace turismo, pero más o menos creo que nos nos hemos puesto al día y hemos hecho una buena introducción a la cultura escocesa. No se nos ha dado nada mal, por que además de visitar los alrededores ha habido tiempo para atizarnos unos buenos whiskys caseros viendo vídeos ancestrales, tomar pintacas tibias de esas que te quitan el hipo comiendo haggis y otros productos de la gastronomía escocesa, tener conversaciones con escoceses «eleven» de esos que se tiran pedos densos, y hacer un mini pub crawl por los locales más selectos de Dundee. Marta y yo hemos decidido pasar a denominar a este tipo de excursiones como el: Scotland Essentials. Futuros visitantes de fin de semana, este es el plan que os espera. Nosotros ponemos el tablero y las nubes, vosotros lo que pase durante — pero por favor no rompáis nada.

Mola un montón esto de tener amigos que se convierten en gente respetable, salen en la tele y hablan de cosas serias. Te hace sentir muy orgulloso y fardas un montón hablando de ellos. Pero lo que más me gusta es poder ser testigo de lo que se esconde detrás de los focos y las cámaras y ver que por muy lejos que llegues hay cosas que nunca cambian. El caso es que la abuela pato ante todo es una persona…muy natural. Hay veces que me tengo que frotar los ojos y darme un par de bofetones para darme cuenta de que es la misma persona que la de la tele y la de las revistas que tienes en la mesilla del salón. La abuela pato es una persona con tanta devoción científica que entre otras muchas cosas este fin de semana no ha dudado en tirarse a los brazos de Dolly, ha perseguido escoceses con kilt para intentar investigar que se llevaba debajo de los cuadros o hacerse una foto con una familia de pingüinos dundonian. Eso es el espíritu de un auténtico científico, la nueva era ya está aquí.

Así que esta ha sido ya nuestra octava visita desde que iniciáramos nuestra aventura dundiana. Nuestro salón de la fama del pasillo se va llenando y ahora da gusto ir de la cocina a la habitación viendo todos los caretos que han pasado por aquí. Y aunque yo prefiero seguir llamándote Mari…¡gracias por la visita chica Nature!, ha sido un placer tenerte por aquí haciendo el gamba. Contigo esta vez hemos descubierto que no hay que ponerse calcetines de esquiar si quieres llevar botas altas. Esto si que ha sido todo un descubrimiento.

 

 

La palabra aplicar tiene un significado adicional entre la gente que busca trabajo en el siglo XXI respecto a la gente que lo hizo el siglo pasado. Yo me di cuenta de este pequeño detalle en el momento que empecé a moverme en el mercado laboral al acabar la tesis. Todo el mundo estará de acuerdo en aceptar que el lenguaje evoluciona y que hay palabras que se dejan de usar y otras que se van incorporando, pero también en que hay palabras que cobran un significado extra, como es el caso de la palabra aplicar. Con el asentamiento de las nuevas tecnologías, los curriculums ahora se mandan por internet a través de aplicaciones y por tanto, si la documentación se envía a través de una aplicación, lo suyo es que el proceso de realizar esta acción se denomine «aplicar a un trabajo». Suena la mar de lógico. Pues bien, este termino tan común en la jerga juvenil ni está reconocido por la RAE ni  tampoco es entendido por tus padres, lo cual además de ser preocupante puede llevar a graves problemas de comunicación. Es un claro caso de incomprensión generacional.

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Pues bien, quería aclarar este punto antes de empezar la entrada de hoy sencillamente por que me he dado cuenta de que he utilizado esta expresión en el mismo título y no quería tener problemas de este tipo justo antes de empezar. Quiero aplicar a caballero escocés por que considero que al igual que me se las estaciones de la línea 9 de carrerilla, estoy adquiriendo tanta experiencia y conocimiento en el mundo escocés que dentro de poco podrían darme un título de esos que pones en la pared y quedan tan chulos para fardar cuando tienes visitas. Dos de las últimas actividades que  han contribuido a aumentar mi sed de titulutis aguda han sido ni más ni menos que ir a unas justas medievales a ver a unos cuantos escoceses a caballo darse de mamporros e ir a pasear por un bosque encantado. Mola, ¿eh? Pues voy a ello.

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Poca luz, mucho frío, humedad del 90%… pero ¿quién tiene el lujo de poder ir a ver unas justas medievales a escasos 50 kilómetros de su casa? Vale, ahora siento que es el típico momento que meto la gamba y me salen un montón de críticos diciendo que es algo muy común. En mi defensa diré que yo aparte de las de Menorca, no había oído de ellas más que en las de la película de El primer caballero. Es verdad que en estas a las que fuimos no estaban Richard Gere, Sean Connery o Julia Ormond, pero para pasar el rato y berrear como un animal no estuvieron nada mal.

Si tengo que describir que sensación me produjo el disfrutar de unas justas medievales diré que fue una mezcla de entre estar en el Bernabeu y viendo el Pressing Catch en el sofá de casa. Vamos, algo así como estar viendo un partido con el propio Hulk Hogan comiendo pipas a puñados. Salvaje. Es verdad que das una imagen un tanto pobre en esos momentos, pero ayuda a liberar las tensiones acumuladas durante la semana. No es mál plan, aunque siempre elijo mal. El que quiero que gane siempre pierde, tengo un don.

Otro plan algo menos salvaje pero de nivel cultural medio alto es el de ir a visitar el Enchanted Forest con la llegada del otoño a Escocia. Ubicado en una localización muy pintoresca conocido por ser la puerta de entrada a las Highlands y por estar rodeado de destilerías, el bosque de Faskally en Pitlochry (Pilorí en entradas anteriores) se transforma durante estas fechas en un paseo músico-luminoso en el que puedes dar rienda suelta a tu imaginación…y calarte hasta los huesos. Perdido en la oscuridad, sin ver más allá de dos palmos delante de tus narices y guiándote por las luces y la música tenebrosa, vas andando y en ocasiones da la impresión de que estás metido en la película de Fantasía o de haberte caído en un barril de vino como Dumbo. Una pasada sobretodo si se combina con una tormenta del copón. Sí, no os penséis que aquí se suspenden las cosas por la lluvia. Tú compras unas entradas, vas hasta allí, y si llueve…te fastidias. Y da igual tener el mejor impermeable o un paraguas estilo sombrilla familia numerosa de Benidorm, no, aquí te mojas igual. Pero bueno, en su defensa diré que una vez que vuelves a casa y compruebas que no te has agarrado una pulmonía de campeonato hasta lo aprecias como un puntito extra que le da un poco más de misterio si cabe al bosque. Experiencia que como candidato a caballero escocés recomiendo a las visitas otoñales.

Así que, ¿veis como estoy en condiciones de aplicar a gran caballero escocés? Expresión que como os he enseñado hoy, es completamente válida. Lo malo es que tengo miedo a que el examen sea en el castillo de Eilean Donan y que para examinarme aparezca el mismísimo Juan Sánchez vestido de Sean Connery y la liemos parda… Por eso voy a ver si me perfecciono un poco más antes de echar la aplicación que aquí los procesos de selección son muy salvajes.

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Hacía mucho que no daba rienda suelta a mi inspiración musical. Creo que hoy es un buen momento, voy allá. Pulsemos el play:

El puzzle duró, lo que dura la gestación de un osezno, en el vientre de la osa. En vez de fingir, intentaré contar como fue tratando que no me de por reír. De pronto me vi  con una caja de Educa de 1000 piezas en la mesa el salón. Me mantuvo un montón de noches agobiado la necesidad de poner una pieza al día y sentir que no lo estaba dejando abandonado. Tenían razón, los profesionales en eso de que los puzzles hay que abordarlos con cabeza. Con la excepción de que esta vez era yo el que quería hacerlo sin clasificar las piezas por colores. Y así me fue, me costó frustración, dolores de cabeza y desesperado desde la silla y sin poner más que los bordes, le dejé abandonado…no poniendo piezas en ningún lado. Y pasados los meses regresé, a la maldición de sus piezas de colores, a la perdición de sus formas sin sentido y a las cenicientas a las 12, que nos decían que fuéramos a la cama. Y por esas noches de cafeína ajustando las cuentas con el tablero sin alma, no perdí la calma ni caí en la cocaína  Medio volviéndome loco, derrochando la poca energía que me quedaba al final del día, le fui poco a poco, ganando la partida. Y eso que yo, por no acabarlo de golpe en un día, para no derrotarlo con demasiada alegría, dejando platos vacíos y el carton relleno, para disfrutar de lo que era un regalo de artesanía y saborear el regalo navideño, le dejé durar tres noches más. Pero tanto le he querido, que he tardado en completar las 1000 piezas, 240 días y sólo 3 noches

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Pues eso, que me apetecía volver a dar rienda suelta a mi yo poético, pero no se si al final he aclarado el tema o sólo me he estrujado la cabeza sin motivo. Lo que simplemente quería comunicar era que hace unas semanas acabamos el puzzle de 1000 piezas que me trajeron SSAARR Los Reyes Magos de Oriente. Sí, digo bien, hace unas semanas. Y la razón por la que he tardado tanto en publicar esta entrada se ha debido a que el proceso de fijación, secado y decoración ha sido también largo y laborioso, aunque por suerte no tanto como el de reconstruir el cuadro de Leonid Afrémov.

Un puzzle es algo que le gusta a todo el mundo. En teoría es un pasatiempo que sirve para mantener la cabeza despierta a la vez que ayuda a despejarse después de un día de trabajo complicado, e incluso también sirve como acompañante en las oscuras tardes de invierno escocesas. Pero también es un arma de doble filo, ya que tras poner rápidamente las fichas de los bordes… el resto se vuelven todas iguales. Y es que no hay excusa de no ser capaz de discriminar un blanco perla de un blanco roto o un azul pastel de un azul eléctrico. No, da igual. En un puzzle todas las piezas son iguales y hay que hacer todo un ejercicio espiritual por no aporrear las piezas con el pulgar al grito de: «¡qué sí c%&%$&$o, qué esa pieza entra aquí por co%%&%&%s!»

El tema es que después de poner los bordes super emocionado nada más volver de las vacaciones de navidad….ahí se quedó el puzzle muerto de risa, esperando una mano amiga que le ayudara a desaparecer de la mesa. Al volver a casa por la tarde le miraba desafiante…pero me acababan pudiendo las ganas de tirarme al sofá y no perder neuronas para no encontrar una misera pieza. Mi mayor temor era que de tanto mover las piezas, alguna acabara en la moqueta y fuera terriblemente aspirada sin remedio y pasara a ser el puzzle de las 999 piezas o peor aún, como la canción de las botellas esa de la clase de inglés del colegio que tenía la musiquilla tan pegadiza: «Ten green bottles, hanging on the wall…»

Así estuvo hasta el día en el que ya dijimos basta. Con la vuelta de las vacaciones de verano, y con pocas ganas de retomar la rutina del gimnasio, nos pusimos las pilas y en tres noches mano a mano lo dejamos aviado. Ahí estaba, tan lustroso. Mirándolo así ya terminado no parecía tan difícil, casi diría que me dieron ganas de volver a desmontarlo y volver a empezar, pero imagino que sería debido a la emoción y las endorfinas del momento, por que al día siguiente…lo único que quería era verlo colgado…de la pared, claro.

A Marta le debió saber a poco terminar tal hazaña y tras acabarlo, no se le ocurrió otra cosa que complementarlo con un diseño de decoración artesanal que tuvo un poco de controversia además de dificultades de montaje a pesar de únicamente requerir dos materiales tan básicos como macarrones y acuarelas. Pero así somos nosotros, seremos capaces de hacer las técnicas más complejas y mortíferas técnicas de biología molecular, pero lo de pintar, recortar y pegar…no se, será que somos de la ESO y no nos quedó mucho poso. ¡Pero ya está! El domingo finalmente acabó su ciclo vital y tal y como era su cometido, acabó en la pared del salón.

Ahora ver la tele y mantener la atención es aún más complicado. A las fotos vestido de rudo escocés y la tesis, hay que sumarle la atractiva vista de nuestro puzzle terminado, como si de una cabeza de jabalí se tratara. Uno de los tesoros más preciados, por haber sido el más tedioso. Ahora espero que no se caiga y que se vaya todo al garete, por que con esa manía de las agencias de no dejar hacer agujeros…confiamos toda nuestra suerte al blu-tack y las cintas adhesivas.

¡Larga vida al Puzzle!

Reconozco que mi capacidad de retentiva de fechas sobrepasa un poco lo normal y que para la gente que no me conoce mucho le puedo llegar a parecer un poco bicho raro. Al que ya me conoce, aunque también le parezco un bicho raro, no le resulta ya tan extraño que me acuerde de cosas que son intrascendentes para el resto de la población mundial. Para poner un ejemplo, de mi cabeza no salen fechas como el día que me saqué el carné de conducir, el día que mi padre se despeñó por una ladera del bosque de Los Tilos en La Palma o los días en los que entré y salí del IIB.

Pero ayer fue un día que considero que no es tan raro que me hiciera saltar la alarma interior cuando lo ví acercarse en el calendario. Y es que el 3 de Septiembre – aparte de ser un día importante para el nuevo y peligroso habitante-cooperante de El Salvador -,   siempre será el día en la que empezó mi aventura postdoctoral en el por aquí conocido Blow Lab y que ya ha cumplido un año. Por si a alguien le da por el rollito revival, esta fue la entrada de aquel día: Volver a empezar. Esta fecha tiene además un puntito extra de melancolía espacio-temporal, ya que ha supuesto el cierre completo del círculo y todo lo grande ha pasado «una vez». No voy a ser pesado volviendo a contar batallitas pasadas, pero este era el único momento importante que faltaba por pasar una primera vez, y ahora desde hoy todo lo que ocurra en esta dundeeventura será susceptible de convertirse en un fallo en Matrix. Fallo que haré todo lo posible por evitar no vaya a ser que Morfeo se vaya a mosquear y la tengamos. Por eso, la mejor manera de evitar la monotonía y mantener mi cabeza distraída acumulando datos innecesarios será empezando nuevas actividades. De momento ya tengo en mente varias que seguro pasarán a la lista de efemérides, pero no adelantaré acontecimientos y mantendré en el espectador ese puntito de tensión que las grandes historias necesitan.

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Y si la pregunta es que qué tal en el trabajo, diré que bastante contento. He ido a caer en un grupo de personas cada uno de su padre y de su madre y que aparte de sacarme más de una vez las castañas del fuego están también un poquito de la olla, cosa muy necesaria en un laboratorio. Como alguien me dijo una vez…la gente normal me asusta. No se si hacia fuera da la impresión de que con un año más de experiencia laboral eres ya un hacha, que nada se te escapa, todo se controla y  que todo va rodado. Pero nada más lejos de la realidad. Es cierto que aprendes a hacer un montón de cosas nuevas y que eres más independiente, pero las «cagadas» clásicas de todo científico que se precie siguen pasando: las membranas siguen saltando misteriosamente de las cajitas, se te olvida apagar el timer y pierdes el sentido del tiempo o utilizas un rotulador rojo para nombrar los tubos y éste misteriosamente decide borrarse. Da igual que no lo entendáis, son errores muy chungos.

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Así que ayer, para celebrar el aniversario de la primera de las tres partes de la que será en principio mi estancia aquí en Dundee, nos fuimos a hacer algo distinto al clásico levantamiento de pintas dundiano, ver una exposición de algunos de los mayores fumados del siglo XX: Matisse, Warhol, Dalí y Picasso. Se trata de una exposición nueva en el museo McManus, el de momento único museo de arte hasta que construyan el majestuoso Victoria & Albert Museum en donde aún se encuentra el hotel Hilton. Esto me sirvió para además de hacerme un poco el cultureta, quitarme la espinita de no haber podido entrar a ver la exposición de Dalí en el Reina Sofía el 11 de Agosto de este año.

Vaya tela…, ¿veís?, creo que vivo inmerso en un calendario de pared. Otra fecha que se me ha quedado grabada para la posteridad. El año que viene, si no he quemado el laboratorio, volveré a dar un informe puntual de como ha evolucionado la vida laboral. ¡Espero tener algo importante que contar!

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Las actividades sociales con la gente del laboratorio se suelen limitar a producirse algún viernes del mes en algún pub de los alrededores al trabajo. Generalmente no tienen mucho más interés que el de estar al día de todos los cotilleos, aprovechar para contarte los planes para el fin de semana y si se pone a tiro, despellejar a alguien de algún otro laboratorio. Vamos, marujeo puro y duro. Pero el pasado viernes hicimos algo diferente, ya que la asociación de estudiantes de doctorado organizó un torneo de Dodgeball, el para nosotros conocido Balón Prisionero. 

Cuando llegó el correo lo ignoré bastante y como generalmente suelo hacer cuando no entiendo dos palabras seguidas de lo que pone en el asunto, lo eliminé de la bandeja de entrada. Pero hubo gente que se ilusionó y al final pues me empecé a interesar yo también con el tema. Vagamente recordaba como se jugaba, lo único que sabía es que había una pelota, dos equipos y que había que zumbar a los contrarios para echarles fuera de la pista. Eso era todo. Pero he descubierto que existe un reglamento (que luego todo el mundo se salta), hay asociaciones y federaciones profesionales, que hay una película y que hay gente que es realmente fan. Luego caí que en algún momento de mi infancia yo había visto la serie esa de Bola de Dan, pero no  había hecho la asociación de ideas, que cosas.

A pesar de nuestra nula experiencia, decidimos hacer un equipo y apuntarnos al torneo. Nuestro único entrenamiento  antes del torneo fue ver la película, indicativo de la derrota estrepitosa a la que nos estábamos exponiendo. El equipo era de lo más variopinto, estando el jefe como líder espiritual y por suerte siendo el objetivo número uno de nuestros rivales. Eso de tener al director del departamento en tu equipo hace que sea muy jugoso para los rivales, los cuales estaban deseosos de descargar frustraciones.

IMG-20130628-WA0001Pero ni por esas. Quizá nuestra curradísima equipación estilo corbatas a la cabeza hacía que los rivales nos vieran como el rival más extravagante o flamboyant al que batir. Tras la primera derrota cosechada en el primera partido, fuimos mejorando y entrando en una estupenda racha de tres victorias consecutivas que no sirvió para mucho ya que no conseguimos clasificarnos para los playoffs.  Al final conseguimos un merecidísimo sexto puesto (no diré sobre cuantos, pero sí que no fuimos los últimos) y el compromiso de apuntarnos el año que viene y mejorar nuestros registros.

Está divertido este deporte, no entiendo por que sólo se juega en las clases de educación física, por que la verdad es que te picas y liberas un montón de tensiones lanzando bolazos a diestro y siniestro. Además está también muy bien el tener actividades laboratoriles, un poquito de diversión para sacudirte un poco la decepción proteinística que nos asola últimamente viene muy bien. Eso de sudar juntos debe ayudar a hacer grupo, por que sino el tener que estar más de tres horas todos juntos con olor a chotuno y las agujetas que tengo en el brazo este fin de semana no habrán tenido mucha utilidad. A ver si no tardamos mucho en hacer otra cosa de estas, a la próxima más y mejor.

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Dundee, 23 de Junio: Año uno tras la llegada. Hoy llevo todo el día en modo revival y aún me cuesta creer que haya ya pasado un año desde que llegamos aquí. Recuerdo como si fuera ayer que el día de antes de partir mi hermana se había encargado de romperme la cama, no se si por odio fraternal o como mensaje explícito de que ya había llegado la fecha. Del momento traumático de coger la maleta, ir al aeropuerto, hacer esas cosas horrorosas que se hacen en ese sitio horroroso y de las horas interminables de vuelo mejor ni me acordaré. Mi cerebro es sabio y ha hecho un muro de hormigón infranqueable al que no puede acceder a por esa información. Pero si recuerdo bien el momento en el que abrí las cortinas rojas de la habitación 4 del Strathdon, mire al Tay en esa tarde gris, cogí aire y dije: «Bien, aquí estamos. Empieza la aventura».

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Hasta ese momento no me dí cuenta realmente del salto que acabábamos de dar. Por aquel entonces, llevábamos ya casi un año planeándolo todo, pero no se es consciente de la realidad hasta que te das de golpe y en las narices con ella. Las tesis estaban acabadas, Marta tenía trabajo y yo una entrevista en la que me lo jugaba todo o casi todo. Para nosotros suponía un cambio de vida total. Salir de casa, cambiar de trabajo, de país, de gente… todo era nuevo, suponía empezar de cero. De cero patatero. No teníamos nada que perder, era un momento ideal para hacerlo, todo estaba de cara…y desde luego no me arrepiento de nada (bueno, un poco del tiempo, pero no todo iba a ser perfecto).

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Ahora ya ha pasado un año y sinceramente no se si ya soy el mismo. No se si he evolucionado como un Pokemon o me he quedado igual que estaba pero más perfeccionado. He hecho cosas que jamás pensaba que fuera capaz de hacer como meterme en un banco a discutir acerca de comisiones y del tipo de interés, he regateado por un coche, me he peleado con una agencia de alquiler, he hecho croquetas, tartas de queso, crema de zanahorias, también he escrito un blog, he corrido mi primera media maratón, he visto focas, he bailado ceilidhs, ido al casino, me he bañado en el mar del Norte, he dormido en una autovía, he aprendido que el whisky no sabe a madera y también he aprendido a entender a un escocés hablando. Eso entre otras cosas, pero voy a parar por que sino voy a aburrir hasta las ovejas. ¡Ah, sí! También he visto ovejas, vacas peludas, vacas sin peludear, pájaros asesinos, gaviotas listas, gaviotas tontas, cuervos, ciervos, frailecillos… Yo que se, pierdo la cuenta de la de bichos y plantas que también he visto y que juraría que no salían en los libros de biología.

Y ahora mismo a día de hoy, aquí estamos. Después de un montón de «experiencias vitales» parece que todo ha pasado y que no ha sido tan difícil. Llevamos un año currando y nos hemos dado cuenta de que las cosas no son tan diferentes como parecían al principio. La ciencia es igual de «apasionante» en un sitio que en otro (cada uno que entienda lo que quiera), la gente habla de caca, culo, pedo, pis y las llamadas por teléfono son horribles…parece que nada ha pasado, Dundee es ya como nuestro pueblo adoptivo, el pub nuestro refugio y el Tesco nuestra segunda casa. Estamos ya casi tan asilvestrados como unos auténticos dundonian, y eso es lo más. 20130620_134437

Hoy hemos decidido ir a conocer el palacio de Scone para celebrar nuestro primer aniversario dundiano. En este palacio en Perth era donde antiguamente se coronaba a los reyes escoceses y donde estaba la famosa Piedra del Destino. Ese pedrucho que podría haberse sacado de las obras del metro de Glasgow ha supuesto que durante siglos los ingleses y los escoceses se hayan dado de mamporrazos. Pero hoy nosotros, por hacer del día algo un poco emotivo, hemos ido a conmemorar el calendario en el sitio donde la dichosa piedrecita estaba (por que esa es otra, cada uno dice una cosa). Así que allí, como si del mismísimo Jacobo VI y Mary Queen of Scotland nos trataramos hemos puesto la primera piedra de nuestra aventura escocesa.

El palacio en sí no merece mucho la pena, por que una vez visto uno, vistos todos. Y a nosotros, que ya estamos curtidos en esto de los palacetes, pues no nos ha sorprendido mucho. Lo mejor que tiene este sitio es el jardín de secuoyas gigantes, los pavos reales y un laberinto super chulo del que Marta se ha cansado a los diez minutos y ha decidido atravesar un seto (para mi total decepción) con tal de llegar a la fuente del centro y poder salir. El fin de fiesta lo hemos puesto en Paco´s, uno de nuestros restaurantes favoritos de la desaPerthcibida y Perthurbante ciudad de Perth

No se que nos deparará el futuro, estoy muy intrigado. Intento pensar que estaré haciendo en estos momentos el año que viene y escapa a mi imaginación. Pero lo que realmente quiero es estar escribiendo aquí otra vez para contar la de cosas que nos han pasado y la de cosas que hemos vivido. Eso significará que no he sucumbido bajo una botella de isopropanol, que Marta no se ha escapado a bailar belly-dance a un paraíso tropical o que yo no me he cortado un dedo intentando partir cebolla en rodajas cada día más finas. La experiencia continua, probablemente no sea un año tan sorprendente como este último, por que este siempre será «el primero», pero tengo muchas ganas. Una cosa que he aprendido en este primer año aquí en Escocia es que no hay momentos blancos o negros, todas las cosas y todas las personas tienen sus matices. Puede haber sol y lluvia al mismo tiempo, empieza el año dos.

¡Allá vamos!

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